La decadencia del centro rosarino empieza a incidir en el valor del metro cuadrado

La zona norte es la más cotizada a la hora de comprar y alquilar. La demanda de propiedades se sostiene en el área central por las dificultades para acceder a una vivienda propia. Cómo recuperar un sector emblemático de la ciudad es el desafío

La zona norte es la más cotizada a la hora de comprar y alquilar. La demanda de propiedades se sostiene en el área central por las dificultades para acceder a una vivienda propia. Cómo recuperar un sector emblemático de la ciudad es el desafío

A causa de la pandemia, por el aumento de la desocupación y la pobreza, como consecuencia de nuevos usos y costumbres, hoy el centro de Rosario está en decadencia, por lo que paradójicamente pierde su centralidad frente a otros barrios que empiezan a ser más elegidos no solo para el disfrute y el entretenimiento sino como lugares de residencia, lo que se expresa en el valor de las propiedades ofrecidas en venta y alquiler. Esta semana funcionarios de la Municipalidad defenderán en el Concejo proyectos para revitalizar el área central, poseedora de muchas condiciones de infraestructura, servicios e historia. El debate –y el desafío– es cómo recuperar la zona en un contexto crítico, de cara a la pospandemia y para el acceso pleno de vecinos y visitantes.
Por lo pronto el valor del metro cuadrado en el distrito norte supera al del centro (se calcula en 2.032 dólares contra 1.639), cuando el precio promedio de los inmuebles en venta en la ciudad es de 1.632 billetes verdes, según el último informe del mercado inmobiliario rosarino de Zonaprop. Este sitio de anuncios clasificados de los más importantes del país -tiene 10 mil inmobiliarias asociadas y cuatro millones de visitas mensuales- midió en mayo que Puerto Norte es el barrio más caro para vivir: allí el metro cuadrado llega a los 2.408 dólares para la venta y el precio promedio de un alquiler es de 33.041 pesos para un departamento de dos ambientes y 50 metros cuadrados de superficie cubierta. En cambio un alquiler en el centro cuesta 20.479 pesos mensuales, casi en la misma línea que el promedio de la ciudad (20.320 pesos, es decir 387 el metro cuadrado).
Según las estadísticas de Zonaprop, el centro se ubica en el sexto lugar en cuanto a costos locativos detrás de los barrios Alberto Olmedo, Lourdes, del Abasto y Remedios Escalada de San Martín –que hoy son más cotizados– mientras que resulta uno de los peores lugares para obtener rentabilidad por alquiler junto con los barrios del Abasto y Lisandro de la Torre (los mejores para los inversores que buscan renta son España y Hospitales y Remedios de Escalada).

A la hora de alquilar, los rosarinos prefieren los barrios antes que el centro porque no sólo los cánones mensuales son más bajos sino los impuestos y muchas veces no hay expensas, describe José Ellena, de la Cámara de Empresas Inmobiliarias de Rosario (Cadeiros).

La demanda de viviendas entre los bulevares obedece más bien al problema generalizado de acceso a un techo propio: es muy difícil comprar a precios elevadísimos incluso para quienes tienen ingresos, en un contexto inflacionario, sin líneas de crédito ni programas de construcción o refacción como lo fue en su momento el Procrear.

Los espacios verdes
“En Rosario faltan unidades, entonces lo que hay en el centro es demandado. Además de los costos, la gente en la pandemia opta por irse a los barrios porque le da mucha importancia a los espacios verdes. Hoy una casa con un patio pequeño o una de pasillo con acceso a una terraza son muy solicitadas en relación a un departamento, y en el centro predominan los departamentos”, señala Ellena, con décadas de trayectoria en el rubro. “La mayoría de los edificios construidos en el centro son de los años 70 y 80 y reflejan otra concepción arquitectónica de los espacios, hoy cambiaron las costumbres y las necesidades”, agrega.

«El mercado de venta está muy deprimido: a quien necesita una casa para vivir le resulta inaccesible y quien antes compraba a manera de capitalización, de inversión, ya no lo hace porque hay otras opciones y el mercado locativo no está bien visto por su escaso retorno”, completa Ellena desde el sector inmobiliario y revela que los vecinos actuales del área central son de mediana edad para arriba. “Al centro le faltan chicos”, dice. De hecho, en los últimos años se apreció una suerte de éxodo de parejas y familias con mediano y alto poder adquisitivo hacia el cordón metropolitano, donde muchas localidades se expanden sin demasiada previsión ni disponibilidad de servicios.

“Desde Basta de demoliciones nos gustaría que la gente vuelva al centro, que tenga vida, pero no como producto de tirar edificios hermosos para construir moles sino a partir de una refuncionalización”, propone Ana María Ferrini, de la agrupación creada para preservar el patrimonio en un momento en que la piqueta arrasaba sin tregua sobre las casas antiguas de Rosario. “Alguna vez la peatonal (Córdoba) fue una fiesta de noche y de día, luego solo de día, y ahora nada. Pero al centro hay que rescatarlo con creatividad, mirar para arriba y descubrir los edificios valiosos”, insiste y se queja porque a la vez que el centro se desertifica “siguen construyendo y demoliendo como nunca, están vendiendo por internet casas hermosísimas. No ves el cartel en el frente pero encontrás en sitios y redes que salen a la venta como terrenos, es decir directamente para ser demolidas. Es un proceso silencioso que también se observa en algunos barrios, donde se venden grandes terrenos, dejan la casa como club house y levantan condominios”.

Ferrini aboga por tomar experiencias de otras latitudes si fuera necesario en aras de recuperar el centro de Rosario y sus áreas históricas, que podrían dialogar con nuevos usos, servicios y sectores, sostiene, dejando las torres para las afueras. “Si hubiera un buen servicio de colectivos y de seguridad sería otra cosa, la gente iría de paseo al centro como hacía antes”, concluye con energía esta licenciada en Letras, ya jubilada.

Y si de rescate se trata, la Intendencia anunció recientemente un “plan de revitalización urbana” para la zona, con cambios normativos y mejoras en las peatonales. Ahora el Concejo se apresta a tratar los mensajes recibidos y funcionarios municipales concurrirán en la semana a presentar y argumentar esos proyectos, confirmó la concejala Fernanda Gigliani, presidenta de la comisión de Planeamiento del cuerpo.

“En general en el mundo los centros tradicionales están en crisis, no es algo exclusivo de Rosario. Para combatir estos procesos de deterioro es necesario promover vitalidad, diversidad, seguridad y accesibilidad”, enumera Gigliani. “Desde hace años hablamos de mixturar los usos en el área central: como los corredores exclusivamente bancarios y comerciales cuando termina su horario habitual se vuelven zonas oscuras y deshabitadas, conviene evitar áreas especializadas con horarios restringidos y mezclar viviendas con comercios y servicios diversos, gastronomía, cultura, espectáculos, presencia policial y transporte público adecuado”, propone y advierte que la reactivación no llegará por aumentar las alturas de edificación. Sí por “imaginar actividades que operen como núcleo de atracción, pensar en una gestión asociativa entre comerciantes y emprendedores, reconstruir el centro como lugar de encuentro para recuperar su capacidad de representar el ser rosarino”.

Un lugar significativo donde se sientan representadas las diferentes generaciones e intereses de la ciudad que, sin fundador, no tiene otro destino que forjarse a sí misma.

Fuente: La Capital