Celebración de la tierra

A partir de mañana, comienza para los jujeños el mes de agradecer los favores a la madre naturaleza.

A partir de mañana, comienza para los jujeños el mes de agradecer los favores a la madre naturaleza.

Mañana comienza un ciclo esencial para nuestra cultura, porque tal como lo hicieron los abuelos, y vaya a saberse desde cuándo en esta misma tierra, se cumplirá con darle de comer a la Pachamama. Aunque hay muchos que lo preguntan siempre que llega la ocasión, no hay recetas claras de cómo realizarlo o, más exactamente, se debería decir que cada familia tiene como verdadero el modo en el que lo hicieron sus mayores.

Esto sucede, seguramente, de haber sido un culto perseguido por varios siglos, al menos desde la conquista española. Realizado en la intimidad, cada cual armó su identidad que, en los hechos, es tan diversa y propia como la tonada de la copla. Cada paraje canta y celebra como lo vio hacer a sus padres, cuando se entiende que lo importante, sobre todo, es no romper esa tradición acuñada con el correr de las generaciones. Su esencia acaso tenga que ver con lo que es el último sentido de la palabra habitar. Para los chinos, por ejemplo, habitar se escribe con el ideograma de un hombre ante el altar encendido en memoria de sus ancestros, y con esa etimología acaso lejana, creo que se expresa aquello que comenzaremos a vivir desde el 1 hasta el último día de agosto: habitar la tierra, agradeciendo y venerando el modo en que lo hicieron quienes nos precedieron. Se sucederán las invitaciones, sobre todo los fines de semana, hasta que, como solía decir don Machaca, asistamos a aquella última de los olvidadizos, que la realizan ya entrado el treinta y dos de agosto. Nos arrodillaremos ante la Pacha, le ofertaremos el cigarrillo colocado en la tierra como sahumerio, junto al cuchillo clavado en el suelo, le daremos la comida que en su honor cocinaron los anfitriones, después de pedir el debido permiso a los presentes.

Nos arrodillaremos de a dos, como dicen que se debe, cubiertos por un poncho único para la pareja. Brindaremos con la Pachita, le daremos coca, nos sahumaremos con su koa, alguno se persignará, otros dirán kusilla, que quiere decir alegría antes que perdón, como quieren algunos, y así será de invitación en invitación, antes de compartir entre mortales. Se sabe, de todos modos, que agosto en Jujuy es el mes menos dietético entre los once restantes.

Pasará agosto y llegará la fiesta de las almas, la celebración de los pesebres, la Navidad y, ya no muy lejos, el Carnaval con las señaladas. Cada fiesta con el perfume de sus platos propios, porque esa es otra de las riquezas de nuestra tradición, la de sus sabores. Para la Pachamama:koa, tabaco, bebidas y los platos que cada uno saboreó en algún agosto de su infancia, que por ello repite y repetirá para que hereden sus hijos.

Fuente: El Tribuno