El gobierno de Bariloche planifica el desarrollo de la ciudad con procesos participativos

Se trata de las “Aulas del Oeste”, las “Aulas Muni” y los grupos focales que viene realizando el municipio. Buscan delimitar qué lugares deben ser desarrollados, de qué forma y cómo se puebla más a los pequeños barrios

Se trata de las “Aulas del Oeste”, las “Aulas Muni” y los grupos focales que viene realizando el municipio. Buscan delimitar qué lugares deben ser desarrollados, de qué forma y cómo se puebla más a los pequeños barrios del ejido para descentralizar y llevar más servicios.

Es un estudio amplio que está realizando el gobierno municipal desde el mes de diciembre y lo lleva adelante junto a la comunidad y en etapas.

Pablo Bullaude, secretario de Desarrollo Urbano de la Comuna, señaló a este diario: “estamos planificando la ciudad. En la primera parte está el Oeste considerado desde el Ejército hacia Llao Llao y seguimos con la zona centro sur, desde el Ejército hasta el Ñireco. Luego será la tercera etapa hacia el Este”.

Este trabajo, que lleva nueve meses de desarrollo, incluye un proceso participativo donde se realizaron más de 100 entrevistas, con una metodología específica.

“A partir de marzo, se hicieron talleres de trabajo con la sociedad civil con gente de las universidades, de las organizaciones sociales, de los barrios, de las cámaras, profesionales, vecinos, etc. Ese mapa de actores se validó dentro del Consejo de Planificación Estratégica, al igual que la metodología”, sostuvo Bullaude, en lo que se ha denominado Aulas del Oeste.

“Esto mejora la calidad de interpretación de las cosas y el producto de lo que se plantea. Lo importante es que cada uno tenga su mirada, pero que se articule a una mirada colectiva, de lo que necesita la ciudad y que esta generación haga un aporte al desarrollo de la ciudad. Ya se hicieron varios talleres y también se trabaja con empleados municipales con temas específicos de gestión”, en las Aulas Muni, graficó el funcionario.

Lo importante para el gobierno, es que es un proceso de construcción colectiva del plan y para esto es que se contrató al Instituto de Gestión de Ciudades (IGC), que lo dirige el arquitecto Roberto Monteverde, que trabaja con un grupo de especialistas en el tema reconocidos en Latinoamérica y así se suma el equipo municipal.

“Nos hemos encontrado con buena predisposición por parte de la gente a participar y a sumar elementos. La idea es llegar a acuerdos, no discutir, sino hacer mesas de trabajo”, aclaró Bullaude.

Por su parte, Monteverde expresó que la metodología de trabajo de las Aulas, apunta a un aprendizaje colectivo y no a un convite a opinar si está bien o mal lo que se está diciendo, sino avanzar en acuerdos, sobre las preocupaciones iniciales a partir de las entrevistas con los actores del territorio. Allí se exponen cuáles son los temores y los fantasmas que están alrededor de cada sector.

El modo de desarrollo

“Hay un planteo inicial con un modelo donde está la ciudad tradicional y consolidada hasta el kilómetro 13. Pero más hacia el Oeste hay zonas con otras características, donde no se debe seguir trabajando de la misma manera. Hay reservas, sectores sensibles, de protección. ¿Pero qué significa proteger? ¿Congelar todo, que no viva más nadie, que no se haga un uso turístico dentro de la ciudad? Claro que no. Y esos fueron los acuerdos a los que se fueron llegando”, relató el especialista.

Son acuerdos de protección fundamentalmente. De proteger la estructura del paisaje, el bosque más integro, que no se ocupen las laderas, todo el sistema hídrico como ríos y mallines, porque se considera que de eso vive el ambiente.

“Después hay otras áreas que están más ocupadas como Villa Llanquihue y Las Cartas que son loteos que aparecen como casas desparramadas. La idea es que eso se vaya convirtiendo en pequeñas aldeas, acotadas, pero con consolidación de residencia y que en el medio queden áreas intermedias donde puedan desarrollarse actividades turísticas, productivas, con otros criterios de ocupación de mucha menor densidad, mucho más bajo”, comentó Monteverde.

Entonces queda un modelo con tres áreas clave: una intangible por el criterio de la protección, otras donde se planea ir completando para que ascienda la cantidad de personas residiendo allí, aunque de manera acotada, pero con más servicios como el transporte urbano. “La idea que se pretende es que, todos los que viven allí no se trasladen tanto y que no se sobrecargue la avenida Bustillo, sino que se descentralice”, aclaró Bullaude.

Mientras que la tercera área es de ruralidad o semi ruralidad, donde haya emprendimientos turísticos, pero con características distintas a las de la ciudad. “Por eso estamos trabajando junto con el Plan Estratégico de Turismo, para analizar cómo armamos el territorio para que ocupe algunas cosas que tienen que ver con ese desarrollo de la economía. También puede ser una actividad pastoril de pequeña escala y generando un paisaje distinto y sin generar una ciudad tradicional. No queremos eso”, resaltó el secretario de Desarrollo Urbano.

Y agregó: “tenemos un entorno más complejo (en el Oeste) por lo rico que es. El gran desafío es si el desarrollo urbano es lo que complica y lo que deteriora el paisaje, o que sea un atributo nuevo de componente del paisaje. Creemos que se puede hacer que lo urbano con lo natural, genere un paisaje más rico que el paisaje más original”.

“Nosotros estamos convencidos que tiene que dar un producto singular. Pretendemos que ese uso de las áreas intermedias, esa protección del paisaje más estructural, este sistema de aldeas, vaya generando otra cosa. Para eso se recurre a algunos proyectos: que Bustillo sea un integrador donde pase el transporte público, una bicisenda segura. Y planificación de cuestiones más normativas como si vamos a permitir edificios de 50 pisos o seguir con modelos de casitas que nos dispersan todo. Bueno, por supuesto que hay modelos intermedios a esas dos variantes”, continuó.

Informó que se está trabajando con diversas normas, en cómo avanzar, con qué características de uso, qué zona no se debe congelar y cual sí.

“Hay que hacer un uso de una apropiación social y pública del Oeste para que no solo pertenezca a quienes viven allí, sino a todos los habitantes de la ciudad y a sus visitantes. Hay que desarrollar economías con un perfil particular y algunas áreas que ahora estamos mapeando, categorizándolas. Ellas son: las zonas que no hay que tocar, las que se pueden ir completando y las intermedias que hay que dejar como huecos rurales o semirurales”, recalcó finalmente Pablo Bullaude.

Fuente: El Cordillerano