Las mujeres siguen rezagadas en el mercado laboral del Gran Rosario

Un informe especial realizado por la Usina de Datos de la UNR por el #8M muestra los límites que enfrentan las mujeres para acceder a a la independencia económica, una de las condiciones esenciales para salir de situaciones de violencia.

Un informe especial realizado por la Usina de Datos de la UNR por el #8M muestra los límites que enfrentan las mujeres para acceder a a la independencia económica, una de las condiciones esenciales para salir de situaciones de violencia. Siguen rezagadas en términos de empleo y de ingresos. Además, 2 de cada 3 personas que asumen las tareas del hogar son mujeres

La falta de independencia económica es uno de los límites más concretos que encuentran hoy muchas mujeres víctimas de violencia de género para zafar de una vida no deseada, que, en muchos casos, termina en la muerte. Y esa imposibilidad de convertirse en dueñas de su propio destino en términos de ingresos tiene su raíz en una fuerte marca del patriarcado: la absorción mayoritaria de las tareas de cuidado por parte del género femenino condiciona su inserción en el mercado de trabajo, y cuando ocurre, prevalece el empleo más precario y peor remunerado.
En Santa Fe, a fines de 2019 se contabilizaron 10.661 registros de situaciones de violencia de género informados por áreas del estado provincial al Instituto Provincial de Estadística y Censos (Ipec) y además hubo 6.258 mujeres que generaron al menos un registro administrativo (denuncia policial o judicial; atención médica; asesoramiento y orientación) por esa situación, según un informe un informe especial por el #8M sobre “Desigualdad de género en números” realizado por la Usina de Datos de la Universidad Nacional de Rosario (UNR). El estudio muestra que sobre esos registros, un 8,7% obedece a violencia económica y patrimonial y casi un 67% es violencia psicológica, que lesiona la capacidad de la mujer de pensarse por fuera de ese vínculo.
La radiografía del mercado de trabajo y la consolidación de un esquema feminizado en las tareas de cuidados son un ancla que refuerza estas situaciones.

En el último trimestre de 2020, en el aglomerado del Gran Rosario, según los datos relevados por la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Indec, la mayor parte de las tareas del hogar −sin tener en cuenta al servicio doméstico− son realizadas por mujeres, detalló el informe de la Usina de Datos de la UNR. Se observa que 2 de cada 3 personas que asumen las tareas del hogar son mujeres: el 71%, contra 29% de los varones.

Si esos datos se comparan con los números de 2019, la brecha se achicó el año pasado durante la pandemia. “Hubo una disminución de 5 puntos porcentuales (p.p) en las tareas asumidas por las mujeres en el aglomerado”, indicó el informe, una mejora que no se dio en esos términos a nivel país donde la diferencia fue apenas de 1 p.p.

«Sobre el total de personas que asumen las tareas del hogar el 71%, son mujeres y el 29% varones en el Gran Rosario

Sin embargo, la enorme brecha persiste y lo que hizo la pandemia fue visibilizar esta situación y “volvió a poner en agenda la trascendencia de la economía del cuidado”, expresó el relevamiento local.

Menos tiempo para ocio y trabajo

También explica más claramente las diferencias en el acceso tanto al mercado laboral por parte de las mujeres, algo que vienen expresando hace años las estadísticas, como el uso del tiempo libre. “La absorción mayoritaria de estas tareas por parte del género femenino condiciona su inserción en el mercado de trabajo, así como el tiempo que estas personas destinan a otras tareas como la educación, el autocuidado, el ocio, la participación social y política”, indicó el informe.

Esto es, la responsabilidad asignada a las mujeres frente a las tareas no remuneradas les genera un condicionamiento materializado en la privación en el uso del tiempo. “Además, al tratarse de una actividad no remunerada, la inequidad de su distribución impacta, también, en la brecha de ingresos percibidos por mujeres y varones”, agregó.

Los datos correspondientes al tercer trimestre de 2020 muestran que la tasa de actividad _es decir la proporción de población total que participa activamente del mercado de trabajo o buscando una ocupación sobre población total_ es de 68,3% en los varones y para las mujeres alcanza apenas un 48,4%.

Allí, las estadísticas también tienen un componente claramente patriarcal ya que no se computan en los números las actividades domésticas y de cuidado para el propio hogar, no remuneradas, que no son contabilizadas como actividades económicas.

Nuevamente se observa un leve aumento de la tasa de actividad femenina (0.3 p.p.) comparada con 2019.

En tanto, la tasa de empleo _que muestra la proporción de personas ocupadas sobre la población total_ registró para los varones del Gran Rosario un 60,4% frente a un 43,4% para las mujeres en el tercer trimestre de 2020, mientras que la tasa de desocupación fue del 11,7% y del 10,4% respectivamente.

«La tasa de empleo en el Gran Rosario fue de 60,4% para los varones y de 43,4% para las mujeres en el tercer trimestre de 2020

Aquí la Usina de Datos también relativiza el número al señalar que “la desocupación abierta no incluye a personas que realizan trabajos transitorios mientras buscan activamente una ocupación, a personas con jornadas laborales involuntariamente acotadas, a las personas desocupadas que han suspendido la búsqueda por falta de oportunidades visibles de empleo, etcétera. Por eso, pone el foco en el número de la subocupación y la ocupación demandante.

“Al desagregar la tasa de subocupación horaria por la variable sexo para el aglomerado, vemos que la misma representa un 16% en el caso de las mujeres, registrando un valor mayor que la de los varones, que alcanza el 9,6%”, explicó. Por su parte, la tasa de ocupados demandantes de empleo, para el aglomerado es de 13% en las mujeres y de 7,2% en los varones.

“En otras palabras, de cada 100 mujeres que participan activamente en el mercado de trabajo, solo 90 consiguen algún tipo de empleo y de ellas, aproximadamente, 13 buscan activamente otra ocupación. En cambio, de cada 100 varones que participan activamente en el mercado, 88 consiguen trabajo de los cuales 7 buscan activamente otra ocupación”, precisó el informe, dando cuenta de otro de los grandes límites que le impone a la mujer la independencia económica como es la brecha de ingresos.

El hecho de que exista mayor número de mujeres buscando activamente otra ocupación (ocupación demandante) representa la precariedad del empleo y el bajo nivel de remuneración que percibe por el mismo.

Y si se trata de jóvenes aún más. “La cantidad de mujeres jóvenes que trabajan en jornadas parciales y desean trabajar más se ha visto incrementada en casi 8 puntos porcentuales a lo largo del último año, pasando de 15,9% en 2019 a 23,8% en 2020”, detalló el informe.

Pero también hay una mayor asimetría entre mujeres y varones en la edad central −de 30 a 59 años− en cuanto a tasa de actividad y empleo. En el primer caso, es de 66% para las mujeres y del 91% para los varones y en el segundo caso, el 61% y 84% respectivamente.

“La mayor carga de trabajo doméstico y de cuidado no remunerado que tienen las mujeres impide su incorporación al mercado laboral y las mantiene, mayoritariamente, lejos de la posibilidad de generar sus propios ingresos”, explicó la Usina de la UNR y además “aquellas que se encuentran insertas en el mercado de trabajo, lo hacen en peores condiciones que los varones”.

La brecha de ingresos

El informe especial para el #8M con datos locales actualizados reaviva también las inequidades entre varones y mujeres en cuanto al ingreso promedio que obtienen por su trabajo en el mercado.

En el Gran Rosario, “el ingreso promedio en la ocupación principal de los varones superó un 31,7% al de las mujeres”. Esa relación dispar equivale, en proporción, a que por cada 100 pesos que obtiene un varón como remuneración, una mujer por su parte gana 68 pesos.

El informe reveló que esa brecha de ingresos local se atenuó 3 puntos porcentuales en el tercer trimestre de 2020 respecto al mismo lapso del 2019 donde el ingreso promedio de los varones sobrepasaba un 34,7% al de las mujeres.

Esta situación permite explicar, en buena medida la foto que arrojaron los números del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), que el gobierno nacional otorgó a los y las trabajadores sin ingresos regulares en la pandemia.

En Santa Fe, 1.027.638 solicitaron la prestación de las cuales 551.932 fueron mujeres (53,7%) y 475.714 varones (46,3%). Accedieron efectivamente al cobro del IFE un total de 682.081 personas en toda la provincia, lo que representa el 31,1% de la población de 18 a 65 años estimada para el año 2020. De ese total un 56% fueron mujeres y un 44% varones.

«El 56% de las personas que accedieron en Santa Fe al IFE son mujeres

Otra muestra de cómo impacta la informalidad laboral a las mujeres es el dato de los subsidios por desempleo otorgados por Ansés durante 2020, que corresponde a trabajadores registrados y dentro del sistema. Las prestaciones en mes de mayo de 2020 fueron un 72,9% otorgadas a varones y el resto a las mujeres.

Garantizar independencia económica o un piso de ingresos no soluciona un problema tan grave como la violencia de género que en la Argentina tiene en la ley Nº 26.485 un anclaje institucional para prevenirla. Sin embargo, trabajar en el acceso al mercado laboral más igualitario para las mujeres y en la transformación del concepto de tareas de cuidado como una categoría económica es aún una deuda pendiente que puede contribuir a atemperar las más duras expresiones de la violencia.

Fuente: La Capital