El freno a la sindicalización en las empresas, una tendencia en un EEUU desigual

La organización sindical en Estados Unidos alcanza apenas al 10,3 % de los empleados, en un contexto de alta precarización, bajos salarios y fuerte concentración de la riqueza.

La organización sindical en Estados Unidos alcanza apenas al 10,3 % de los empleados, en un contexto de alta precarización, bajos salarios y fuerte concentración de la riqueza.

La empresa estadounidense de venta minorista Target instruyó recientemente a sus gerentes a que intenten frenar la sindicalización de sus trabajadores y se sumó así a una tendencia en un país donde la organización sindical alcanza apenas al 10,3 % de los empleados, en un contexto de alta precarización, bajos salarios y fuerte concentración de la riqueza.

La tasa de sindicalización viene en picada en Estados Unidos, según los últimos datos de la oficina de estadísticas, después de haber alcanzado el 35% en los años 60. Este indicador está muy por debajo de los países nórdicos, como Suecia (68%) o Finlandia (76%) e incluso de Alemania (16%).

Los trabajadores de Target, que cuenta con 1.918 sucursales en todo el país y el año pasado reportó ingresos por más de 93.000 millones de dólares, comenzaron a organizarse en 2020 para reclamar por un aumento de sueldo a 15 dólares la hora y en 2021 pidieron un aumento adicional de 2 dólares por hora durante la temporada alta.

Como respuesta a los reclamos, Target envió por correo electrónico a los gerentes de sus tiendas pautas de capacitación sobre relaciones laborales, instándolos a buscar señales que advirtieran intentos de organización sindical y a coordinar con la empresa estrategias para sofocar estas campañas, según documentos filtrados anónimamente a los que tuvieron acceso los trabajadores, agrupados en «Target Workers Unite».

Este tipo de prácticas se han repetido en otras empresas, como en Starbucks, fuertemente criticada por oponerse al proceso de sindicalización en sus sucursales. La empresa envió mensajes de texto por celular instigando a los trabajadores a no votar a favor del sindicato, llegando a perseguir y despedir a los empleados más movilizados. Como contracara de ese proceso, el CEO de Starbucks, Kevin Johnson, registró un aumento de casi el 40% de sus ingresos en 2021 al recibir más de 20 millones de dólares en su paquete de pago anual.

Un caso similar y paradigmático es el de Amazon, que se ha constituido como el segundo empleador privado más importante de Estados Unidos, con más de 1,4 millones de trabajadores.

La votación para la sindicalización en Amazon en la ciudad de Bessemer, Alabama, fue un hito para la empresa, que trató de impedir este proceso. La corporación implementó medidas de vigilancia extremas y hasta cambió la sincronización de los semáforos en los caminos de acceso para impedir que los organizadores de la campaña se acercaran a los trabajadores para explicarles la importancia del sindicato en la defensa de sus salarios. A todo esto, el dueño de Amazon se encuentra en el top 3 de los billonarios del mundo, con una fortuna que supera los 190.000 millones de dólares.

«La política estadounidense dio un fuerte giro antisindical bajo Ronald Reagan, alentando a los empleadores a jugar duro contra los organizadores sindicales. Esto significó que a medida que el centro de gravedad de la economía de Estados Unidos se desplazó de la manufactura a los servicios, los trabajadores de los sectores en crecimiento quedaron en gran parte sin sindicalizarse. Y esta disminución de la sindicalización ha tenido consecuencias nefastas», escribió Paul Krugman en The New York Times.

«El aumento de la afiliación sindical parece haber sido un factor clave en la ‘Gran Compresión’, la rápida reducción de la desigualdad que tuvo lugar entre mediados de la década de 1930 y 1945, convirtiendo a Estados Unidos en una nación de clase media. Por el contrario, el declive de los sindicatos ha jugado un papel importante en el aumento de la desigualdad y el estancamiento de los salarios», apuntó.

Por su parte, Beverly Silver, autora de «Fuerzas de Trabajo» y profesora de la Universidad de Johns Hopkins, comentó a Télam que «el problema con los sindicatos es que, en la medida en que son demasiado efectivos, el capital y el Estado no tienen interés en trabajar con ellos y cooperar. Sin embargo, en la medida en que no logran una transformación seria en la vida y los medios de subsistencia de los trabajadores, y esto es en gran parte lo que ha sucedido, pierden credibilidad y legitimidad a los ojos de los propios trabajadores».

¿Quiénes defienden la sindicalización? «Desde el sindicato de maestros nos hemos solidarizados con los trabajadores de la orquesta sinfónica para conseguir mejores contratos, también hemos organizado manifestaciones para apoyar el proceso de sindicalización de los trabajadores de Amazon y de Fedex», manifestó a Télam Natalia Bacchus, de la junta sindical de maestros primarios de Baltimore.

«El proceso de organización sindical ha generado un aumento de salarios y una competición en las empresas para mejorar algunas condiciones laborales», indicó. «Pero, sin dudas, las empresas invierten muchísimos fondos y recursos para generar campañas anti-sindicalización, identificar a los trabajadores que promueven la organización y desprestigiar el proceso», agregó.

Curry Malcott, del sindicato de profesores universitarios de Filadelfia, contó a Télam: «Nuestro sindicato concentra a 14 universidades públicas del estado de Filadelfia. Hemos conseguido que las universidades no superen el 20% de trabajadores de dedicación media, cuando en el resto del país la precarización de las universidades viene siendo la regla y hoy muchas cuentan hasta con 80% de trabajadores part-time, quienes además de ganar menos, no poseen garantías de estabilidad, ni beneficios como la licencia por maternidad».

Un directivo de una empresa multinacional del sector de alimentos apuntó a Télam que «el proceso de sindicalización varía bastante de estado a estado y de planta en planta de procesamiento, no es homogéneo». «Estoy absolutamente de acuerdo con la sindicalización. Es una fuerza contraria a los partidos políticos, cada vez más disfuncionales, no sólo en Estados Unidos, sino a nivel mundial. Solo hay que asegurarse de que los sindicatos persigan el interés de los miembros y no que estos últimos sean capturados por sus líderes», agregó.

En este marco, el senador por Florida Marco Rubio y el legislador por Indiana Jim Banks, ambos del Partido Republicano, intentan frenar el avance de los sindicatos y propusieron un proyecto de ley para que los trabajadores negocien condiciones con las empresas por fuera de las agrupaciones sindicales.

Fuente: Telam