Los caminos del vino en La Rioja

La Rioja realza su cepa emblemática para dar un impulso a sus vinos y al turismo

En 1987, un torrontés oriundo de La Rioja, en Nacarí Esmerilado, ganó el máximo premio del mundo vitivinícola en la Viexpo de Francia. Un premio que sorprendió incluso a los propios para la etiqueta que elaboró la Cooperativa La Riojana y sobre la cual aún se consiguen algunas botellas por $500.

Hoy, 35 años después, La Rioja realza su cepa emblemática para dar un impulso a sus vinos y al turismo. “El torrontés es de acá, es originario de La Rioja, pero ahora los laureles se los llevan Salta y Mendoza”, dice un guía de turismo, que recomienda algunas de las bodegas que se pueden visitar en la zona.

El torrontés riojano es además una de las cepas criollas, hoy en estudio por su potencial para producir vinos. Cuza de Criolla Chica con Moscatel de Alejandría logró desarrollarse con madurez en el semidesierto riojano, cuando los antepasados cultivaban con métodos menos industriales. “En esos años de escasez de agua y, por lo tanto, de concentración de las sales en el suelo, las plantas de Torrontés no se veían tan afectadas, por lo que esto originó que se propague rápidamente esta variedad en todo el norte, sin saber en ese momento que era una variedad única y propia de Argentina”, dijo Javier Collovati, enólogo de la bodega Valle de La Puerta.

Sin embargo, no solo se trata de torrontés. También se cultivan el resto de las cepas con gran calidad. Además de un paso por La Riojana, la cooperativa que elabora varias etiquetas y el 50% de la producción vitivinícola en el país, asoman Valle de La Puerta, Chañarmuyo y emprendimientos artesanales cerca de Villa Unión, en el departamento de Felipe Varela.

Chañarmuyo
A sesenta kilómetros de Chilecito, la segunda ciudad de la provincia después de la capital, se encuentra un pequeño pueblo de 270 habitantes, Chañarmuyo, parte del departamento de Famatina. Allí se encuentra la bodega homónima que tiene dos particularidades: es la única que ofrece un servicio de hotelería en la zona de viñedos y se dedica solo a vinos de alta gama.

El año pasado, obtuvo en Francia medallas en el Best Wine Awards, donde logró el oro para el Cabernet Franc, la medalla de plata para el Malbec y el bronce para el Chardonnay. Pese al prólogo, Chañarmuyo escapa al torrontés riojano y centra el 80% de su producción de 1,2 millones de litros en mercados de exportación como Gran Bretaña, Japón y Estados Unidos.

Se dice que cuando el empresario correntino Jorge Chamas ideo el proyecto y compró los terrenos, los ingenieros agrónomos le dijeron que se olvidara, que no había forma que en esas piedras creciera la vid. Hoy, a 1.700 msnm se extienden 100 hectáreas de donde salen vinos iniciales que cuestan $900 hasta el tope de gama Cinco Hileras. La etiqueta -$3.500 en la bodega- con la banda federal y el caudillo Facundo Quiroga ya es una obra en sí misma y el nombre hace referencia a que se eligen las mejores cinco hileras de viñedos para una producción acotada de este blend Malbec, Tannat y Petit Verdot.

Los huéspedes en el hotel acceden a una degustación antes de la cena en el sistema all inclusive que se ofrece, ya que no hay otros restaurantes en la zona. Con un menú diagramado en relación al maridaje y con productos de la zona, se trata de una gran opción de alojamiento al pie de la montaña, con pileta y alta gastronomía para “desenchufarse” en un rincón poco explorado, o bien para estar cerca de Chilecito y sus atractivos turísticos.

Valle de La Puerta
En la ruta del vino riojano también se destaca la bodega Valle de la Puerta, ubicada en la Ruta Nacional 74 km 1.186, Vichigasta. Sus vinos y sus aceites de oliva vienen ganando terreno en el mapa nacional, y se los puede conocer en una visita a la bodega, donde se ofrecen recorridas en bicicletas y a pie, con una tienda para comprar luego los productos. Alicia Páez, la responsable de enoturismo de la bodega, explica a Ámbito: “Hacemos visitas guiadas a la bodega, viñedos y olivares. Es un lugar maravilloso, con degustación de productos, donde van a conocer nuestra historia”.

En torrontés, se destaca La Puerta Alta, sorprendentemente aromático. Su color es amarillo verdoso y deja aroma a flores como el jazmín y la madreselva en combinación con notas cítricas. También hay torrontés en la línea de entrada La Puerta, y un dulce natural, blend con moscatel.

Por supuesto, la bodega también tiene tintos en todas las gamas, a La Puerta y la Puerta Alta se suman los Reserva y Gran Reserva. Además, sobresale la trilogía de la Colección Quinquela, inspirada en las obras del reconocido artista argentino Benito Quinquela Martín. Son tres blend: Malbec/Syrah, Malbec/Bonarda y Malbec/Cabernet.

Emprendimientos
Las rutas del vino riojano incluyen a varias localidades: también en Sanagasta, San Blas o Castro Barros hay bodegas. En esta última localidad, donde se enclava la célebre Anillaco, asoma San Huberto, otra que se puede recorrer, aunque está algo lejos del corredor turístico Chilecito-Villa Unión, esta última localidad, la más cercana al Parque Nacional Talampaya.

En Chilecito, el imperdible es la cooperativa La Riojana. Se puede conocer la bodega y degustar las etiquetas con más tradición en la provincia. En el Wine Store se ofrece una amplia variedad de vinos varietales. Los recomendados, los torrontés de Santa Florentina o Viñas Riojanas. El Nacarí estándar se ofrece en envase tetra. En materia de tintos, se destaca el Limousin reserva y el Raza Argentina, ambos Malbec.

Villa Unión no cuenta con grandes bodegas pero sí emprendimientos artesanales que se pueden conocer. Por ejemplo, Sacavino Arrieta, con un excelente torrontés riojano. El lugar propone visitas guiadas y almuerzo o cena temprana, con empanadas, una botella cada dos personas y postre, a precios razonables ($1.700 el almuerzo y $1.300 la cena).

Fuente: Sin Mordaza