Agua: el 25 % de la población mundial enfrenta estrés hídrico extremo

Las fuentes de agua disminuyen día a día debido al consumo excesivo y a su uso irracional en el riego y la producción de energía

Las fuentes de agua disminuyen día a día debido al consumo excesivo y a su uso irracional en el riego y la producción de energía

Se profundiza la difícil situación de 700 millones de personas que sufren escasez de agua en 43 países diferentes de todo el mundo y 2.700 millones de personas viven en cuencas hidrográficas que sufren este problema al menos durante un mes al año.

Una cuarta parte de la población mundial que vive en 25 países experimenta estrés hídrico extremo, o sea que cada año utiliza el 80% del agua disponible para cultivos, ganado, industrias y necesidades domésticas, según una nueva investigación del Instituto de Recursos Mundiales (WRI) de Estados Unidos. Hasta una sequía de corta duración puede ponerlos en peligro de quedarse sin agua o de que el gobierno cierre los grifos para conservar lo que queda.

Estos 25 países con mayor estrés hídrico son: Bahrein, Chipre, Kuwait, Líbano, Omán, Qatar, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita, Israel, Egipto, Libia, Yemen, Botswana, Irán, Jordania, Chile, San Marino, Bélgica, Grecia, Túnez, Namibia, Sudáfrica, Irak, India y Siria. «Vivir con este nivel de estrés hídrico pone en peligro la vida, el empleo y la seguridad alimentaria y energética de las personas. El agua es fundamental para cultivar y criar ganado, producir electricidad, mantener la salud humana, fomentar sociedades equitativas y cumplir los objetivos climáticos mundiales», afirman los autores del estudio.

«Sin una mejor gestión del agua, el crecimiento demográfico, el desarrollo económico y el cambio climático empeorarán la situación» (WRI). Así, hoy, alrededor de 4 mil millones de personas, la mitad de la población mundial, están expuestas al estrés hídrico durante al menos un mes al año. Para 2050, esa cifra podría acercarse al 60%. El estrés hídrico es una situación en la que la demanda de agua excede el suministro disponible en una región particular. Ocurre cuando no hay suficiente agua dulce para satisfacer las necesidades de las personas, las industrias, la agricultura y el ambiente. La demanda de agua está aumentando a nivel mundial y ha aumentado más del doble desde 1960.

Los ecosistemas naturales que proporcionan agua potable y alivian las inundaciones y otros riesgos (como los bosques, los manglares y los humedales) se están degradando y desapareciendo a un ritmo alarmante. Se prevé que la demanda de agua aumentará hasta un 30% para 2050 , mientras que los conflictos relacionados con el agua y la inestabilidad política van en aumento. Y el cambio climático está empeorando el problema, intensificando las inundaciones y las sequías, cambiando los patrones de precipitación y alimentando el aumento del nivel del mar.

El caso es que el ser humano ha empezado a consumir agua muy por encima de sus posibilidades. Los motivos que llevan a una región a esta situación son muchos y muy variados: desde un aumento de la población, a un crecimiento de la industria y la agricultura. Además del cambio climático, incluso si limitamos el calentamiento global a entre 1.3 y 2.4ºC por encima de los niveles preindustriales, un escenario «optimista», según la Organización de las Naciones Unidas, se espera que otros 1.000 millones de personas vivan con estrés hídrico alto en 2050.

Muchos países de Europa adoptan medidas drásticas para limitar el consumo de agua: desde prohibir el lavado de coches hasta limitar la creación de piscinas (como ha hecho Francia). Principalmente porque es el uso doméstico del agua el que está creciendo más rápidamente, especialmente en los países ricos. Pero hay algunas naciones que se enfrentan a problemas mucho peores. Las regiones de Medio Oriente y África del Norte tienen el nivel más alto de estrés hídrico del mundo: el 83% de las personas están expuestas a un estrés hídrico extremadamente alto. Se espera que esa cifra aumente al 100% para 2050. Lugares donde el cambio climático está cambiando los patrones de precipitación, haciendo que las regiones sean incluso más áridas y reduciendo sus ya pobres suministros de agua.

También el sur de Asia padece de estrés hídrico y es además la región más densamente poblada. Conforme la población crece, la demanda sigue aumentando, dejando un futuro incierto. Aquí, el problema es que debido a la escasez de agua superficial, la gente ha empezado a recurrir a aguas subterráneas, que se agotan rápidamente. En la India, casi el 60% de la gente se gana la vida con la agricultura, y la demanda para regar los campos de arroz y trigo está contribuyendo al agotamiento de esas aguas subterráneas. Pakistán también se enfrenta a un importante déficit de agua debido a las necesidades de riego.

En Estados Unidos, California es el estado que enfrenta el mayor estrés hídrico, impulsado también por el riego y la industria. Basta decir que hace unos años la ciudad de Los Ángeles impuso medidas extremas para racionar su uso del agua, como permitirles a los residentes sólo regar sus plantas 2 veces por semana.

También hay países de Europa que lo sufren: Malta, el sur y el este de España, el sur de Portugal y el oeste de Francia se enfrentan a brutales sequías continuas. Por ejemplo, gran parte de la superficie terrestre de España se utiliza para la agricultura, pero las sequías y el calor han destruido muchas cosechas. El resultado es que los niveles de los embalses son mínimos, lo que ha llevado a algunas localidades como Cataluña a tener que importar el agua de otras regiones para que los residentes dispongan de suficiente agua.

Italia es otro país que aparece en rojo. Es el país que tuvo el mayor déficit de agua en 2019. Y después de sufrir también en 2022 la peor sequía en 70 años, se enfrenta a varios años de escasas lluvias y nevadas. Mientras, los lagos y ríos del país se están secando. Y en cuanto a Malta, el país más pequeño de Europa, que no dispone de lagos y ríos, recurre a las aguas profundas, a cientos de metros bajo tierra. El problema es que se prevé que este archipiélago pierda el 16% de sus aguas subterráneas por una caída drástica de las precipitaciones en los últimos años.

Aunque la mayoría de los países del África subsahariana no enfrentan actualmente un estrés hídrico extremo, la demanda está creciendo más rápido que en cualquier otra región del mundo. Y con un mayor uso del agua podría haber un crecimiento económico importante, y se proyecta que África en general será la región económica de más rápido crecimiento en el mundo. Pero la creciente demanda, unida a una gestión inadecuada de los suministros, amenaza ese crecimiento. Los datos del WRI muestran que el 31% del producto interno bruto mundial (casi 65 billones de euros) estará expuesto a un estrés hídrico extremo en 2050.

La Global Water Partnership (GWP) reporta que casi un tercio de los recursos hídricos del planeta se encuentran en Sudamérica. Brasil, Colombia y Perú tienen la mayor cantidad de agua del mundo. Según el WRI la mayoría de los países latinoamericanos tienen un riesgo medio de vulnerabilidad a la sequía. Perú, Chile y México son los países más afectados por el estrés hídrico en América Latina y el Caribe (ALC) pues gran porcentaje de su población vive en zonas con estrés hídrico extremadamente alto, según informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) del 2020. Además de contar con vastos territorios desérticos, la crisis del agua se ha hecho evidente dada la fuerte demanda que existe en el consumo doméstico, industrial y agrícola del agua disponible.

Asimismo, cerca del 15% del territorio de ALC y el 35% de su población están situados en zonas con niveles de estrés hídrico moderado a extremo, de acuerdo al WRI. Cabe indicar que, para el 2040, Perú, Chile, México, República Dominicana y Argentina serían los países más afectados por el estrés hídrico y el 43% de la población de ALC viviría en zonas de estrés hídrico moderado a extremo.

Para 2040, un total de 5.400 millones de personas -más de la mitad de la población mundial proyectada- vivirán en los 59 países que experimentan estrés hídrico alto o extremo, incluidos India y China. Se estima que para 2050, el 31% del PIB mundial o 70 billones de dólares estará bajo estrés hídrico, frente al 24% (15 billones de USD) en 2010. Más de la mitad del PIB expuesto en 2050 corresponderá a cuatro naciones: India, México, Egipto y Turquía. Entre 2017 y 2021, las centrales térmicas de la India perdieron 8.2 TWh de energía debido a la falta de agua para enfriarlas, lo que equivale a las necesidades eléctricas de 5 años de 1.5 millones de hogares indios.

Investigaciones sobre los riesgos del agua nos dicen que la capacidad de los países para crecer económicamente está en riesgo y la producción de alimentos también se ve afectada. El 60% de toda la agricultura de regadío en todo el mundo, en particular la caña de azúcar, el trigo, el arroz y el maíz, se encuentra bajo un estrés hídrico extremadamente alto. Mientras tanto, para alimentar a los 10 mil millones de personas proyectadas para 2050, el mundo necesitará producir un 56% más de calorías alimentarias que en 2010. Sin embargo las intervenciones pueden evitar que el estrés hídrico provoque crisis, bastaría invertir el 1% del PIB mundial para garantizar la seguridad hídrica para todos en 2030.

Por ejemplo: Singapur y Las Vegas, han logrado prosperar a pesar de tener poco acceso al agua, utilizando la desalinización y otros métodos como el tratamiento y la reutilización de aguas residuales, las autoridades locales han logrado conservar el agua. Lo que demuestra que se requiere voluntad política para implementar la eficiencia hídrica y reducir el estrés hídrico. Para sobreponernos a esta problemática global, se hace indispensable transformar la forma en que el mundo produce alimentos, utiliza la energía y diseña sus ciudades para construir un futuro con agua segura.

Es necesario fortalecer y profundizar la cooperación internacional con gobiernos, comunidades y empresas para abordar las amenazas que enfrenta el sistema de agua dulce del mundo, como la gestión inadecuada del agua, la degradación de los ecosistemas y el avance del cambio climático, para garantizar abundante agua limpia para todos. Los tomadores de decisiones y formuladores de políticas deben comprender los riesgos hídricos actuales y futuros, identificar formas para lograr la resiliencia hídrica, prevenir conflictos relacionados con el agua e invertir en soluciones basadas en la naturaleza, como la restauración de bosques y cuencas hidrográficas.

Ya es hora de orientarnos a la gestión sostenible del agua y el establecimiento de objetivos con base científica, que pueden reducir los riesgos financieros y mejorar la seguridad hídrica colectiva. Y trabajar con las ciudades para ampliar el acceso al agua y abordar los problemas fundamentales de la inseguridad hídrica, para crear comunidades más resilientes.

Fuente: Uno