El Concejo intentará reglamentar la actividad de los “trapitos” en Pico
20/09/2014 MUNICIPIOSCuidacoches, trapitos o naranjitas, la identificación más o menos favorable junto a su complejidad social está presente en las grandes ciudades del país que de distintas formas buscan regular la actividad con medidas creativas. A la cabeza está Córdoba, que desde la década del 90 organizó el rubro a través de cooperativas y les proveyó de una pechera de color naranja, de donde tomaron el mote con el que hoy se los conoce allí: naranjitas. En el resto de las ciudades “grandes” del país, todo se resume a intentos. Claro que hay quienes, en ese marco de búsqueda de soluciones, proponen directamente la prohibición de la actividad.
Pero, como contrapartida, aparecen los que sostienen que la solución no debe pasar por la represión, “no se puede prohibir una actividad por su base informal, tal como los malabaristas, limpiavidrios, músicos callejeros o quienes se ofrecen a cuidar el coche con una franela o un palito en la mano, es una caza de brujas, hay gente que se gana el sustento sin molestar a nadie”, señaló, recientemente, un edil de la provincia de Córdoba. En la aldea local, como toda ciudad en pleno crecimiento, el nacimiento de los “cuidacoches” podría remontarse al año 2001, en plena crisis laboral.
Desde ese año hasta el presente, la actividad tuvo un crecimiento exponencial y la casi decena con la que se contaron los primeros cuidacoches, se multiplicó por 10. Hoy, según datos conocidos ayer en el seno del Concejo Deliberante, hay 100 personas como mínimo que se dedican al cuidado de coches en cada fiesta o evento que se realiza en la ciudad. El desborde es evidente y no son pocas las denuncias que se reciben en las sedes policiales, producto del enfrentamiento de los titulares de vehículos con las personas que llevan adelante una tarea que crece en adeptos al trabajo en la más pura informalidad.
En ocasión de celebrarse una nueva edición de la Exposición Rural de General Pico la situación, irregular por cierto, recobró notoriedad porque los “cuidacoches” en ese ámbito, terminaron haciendo una recaudación extraordinaria en base a la “¿venta, alquiler?” de un espacio para estacionar en el perímetro del predio. El escándalo que se desató al conocerse que por un lugar para estacionar en la “vía pública” debía abonarse una cifra similar al costo del acceso a la muestra tomó por sorpresa a todos, y hasta el propio intendente de General Pico, Juan José Rainone, se mostró contrariado con la circunstancia, y lo hizo público.
Ilegal
La concejal Rosa Cuello, del bloque Partido Justicialista, habló ayer del problema al término de la 15º sesión ordinaria respecto al proyecto, de su autoría, que “descansa” en el Concejo desde hace 2 años aproximadamente. “En realidad nunca fue presentado a una sesión porque faltaban, y faltan, cuestiones por definir. Pero ahora, removido el tema por lo sucedido en la Rural, reiniciamos las reuniones y acordamos trabajar en forma conjunta habida cuenta del acrecentamiento y agravamiento de la problemática, por lo que ahora el Ejecutivo también se involucró directamente en el tema” arrancó.
Así las cosas, Cuello reafirmó que los “trapitos” locales “trabajan” en total ilegalidad. “No tienen ninguna reglamentación que contenga su actividad, esto surgió hace muchos años como una organización, en un momento crítico para la ciudad y el país, pero hoy se transformó en un servicio que presta este grupo de gente actuando de una manera muy distinta a la del principio, donde requerían una colaboración voluntaria de los dueños de los autos. Hoy cobran un monto fijo, elevado, y eso genera mucha molestia y enfrentamientos, y el detonante fue la exposición rural” explicó.
La “informalidad” del grupo es también relativa porque, de hecho, prestan un servicio bajo el liderazgo de una persona de apellido Aguilera, hombre que marca la estrategia de los “trapitos” concurriendo a lugares públicos o privados donde se realizan eventos de importancia. “Es un grupo que está organizado y realiza estos servicios desde hace mucho tiempo, nosotros nunca dejamos de trabajar para regularizar esta situación porque evidentemente así como están funcionando es una irregularidad manifiesta, pero también hay que poner en la balanza distintas cuestiones, entre ellas considerar que mucha de la gente que trabaja como cuidacoches es agresiva o profiere amenazas contra el que se niega a pagar por ese “servicio” dijo Cuello.
La concejal oficialista fue contundente al momento de analizar que el grupo, nacido para enfrentar una contingencia coyuntural, pasó a ejercer un negocio con todas las letras, “sin dudas, para algunas personas ya es un negocio concreto que perjudica a mucha gente”. También fue clara al recomendar que cualquier vecino que se sienta afectado por la actitud de alguna de estas personas “debe concurrir a la sede policial a realizar la correspondiente denuncia”. Sin decirlo con todas las letras, Cuello dejó entrever que a través de este mecanismo el vecino termina siendo víctima lisa y llanamente de una extorsión por parte del grupo que cuenta con un líder totalmente identificable. Y que, por ahora, nadie parece poder ponerle el “cascabel al gato”