Mendoza: Estudian y trabajan, pero viven en un refugio por los problemas para acceder a una vivienda

Las personas en situación de calle arrastran distintas historias. El problema de acceso a una vivienda se profundiza.

Las personas en situación de calle arrastran distintas historias. El problema de acceso a una vivienda se profundiza.

Muchas personas que están en situación de calle y organizaciones que trabajan esa problemática se reunieron en la Plaza Independencia, en el marco del Día de Lucha por los Derechos de las Personas en Situación de Calle en Latinoamérica y el Caribe. Compartieron café, tortitas y sus historias.

Al lugar se acercaron personas de los refugios y también algunos curiosos. Entre ellas, un grupo de mujeres que actualmente residen en la ONG Remar compartió con este medio sus experiencias y reflexiones sobre la vida en la calle, las dificultades para acceder a refugios y la imposibilidad de conseguir un alquiler en Mendoza. A continuación, los testimonios de quienes hoy no tienen techo, pero sí tienen voz.

Situación de calle vivida por ellas
Silvia destacó la importancia de los espacios comunitarios y los talleres como lugares de contención. “Voy con los chicos de Red Puentes al taller de boxeo, al de plantitas y huerta, y los miércoles a desayunar. Compartimos con los chicos y con las chicas también. Somos amigos, todos unidos, y cuando nos encontramos en la calle compartimos algo, una gaseosa o un sanguchito. Los chicos son muy buena onda y los quiero mucho”, relató.

Daniela señaló que la principal traba para ella es alquilar, pero no por la falta de ingresos sino por las condiciones que se exigen. “Trabajo y estudio, pero como trabajo en negro no tengo un bono de sueldo para acceder a un departamento. Sin embargo, sí podría pagarlo. La mayoría de los que trabajan también podrían”, explicó. En su caso, estudia diseño gráfico y realiza reemplazos cuidando personas mayores en clínicas y domicilios.

Las entrevistadas coincidieron en que la solución no pasa únicamente por los refugios, sino por políticas habitacionales que permitan acceder a una vivienda propia. “La gente lo que quiere es una casa digna para vivir con su familia. No queremos que nos regalen nada, lo que pretendemos es pagar una cuota mensual accesible. Hay muchos lotes fiscales que nos podrían dar para pagarlos y armar una piecita, algo digno. Eso es lo que merecemos, no estar en la calle”, subrayó Silvia.

El acceso al alquiler: una barrera que crece día a día
Los testimonios cobran mayor fuerza cuando se los contrasta con los datos recientes sobre el mercado inmobiliario en Mendoza. En junio, los alquileres en Cuyo aumentaron un 5,6 %, más del triple de la inflación mensual en Argentina, que fue del 1,6 %. En términos interanuales, mientras que la inflación acumulada fue del 39,4 %, el costo de alquilar una vivienda se disparó un 164 %.

Esta escalada ha llevado a los inquilinos a denunciar abusos. “Están aumentando en un despropósito y no acorde a lo que tendría que ser. Está el abuso ante la necesidad de la gente que precisa una vivienda, un techo para llevar a su familia”, advirtió Adriana Peña y Lillo, del Movimiento Inquilinos Desamparados. Los contratos suelen renovarse con aumentos trimestrales o cuatrimestrales, lo que obliga a muchos a mudarse a propiedades más pequeñas. “Si esto no tiene una regulación y control, estamos perdidos”, insistió Peña y Lillo.

Además, el índice ICL (Índice de Contratos de Locación) —que pondera inflación y salarios— dejó de ser un alivio para los inquilinos: sus ajustes ya se ubican por encima de la inflación, agravando aún más la situación.

Un sistema habitacional en emergencia
Estos datos muestran que el problema no afecta solo a quienes viven en la calle, sino también a una parte significativa de la población trabajadora que alquila y no encuentra soluciones habitacionales sostenibles.

De acuerdo con un informe de la fundación Tejido Urbano, en la provincia hay 143.000 inquilinos, lo que representa el 21 % de la población, llegando hasta el 30 % en algunos departamentos del Gran Mendoza. El mismo estudio, citado por el investigador Matías Araujo, advierte que la inquilinización afecta cada vez más a familias enteras, y no solo a jóvenes en busca de emancipación.

En contraste, alrededor del 60 % de los hogares mendocinos (unas 400.451 viviendas) son propietarios. Esta brecha refuerza lo que los especialistas definen como un “proceso acumulativo”, en el que las nuevas generaciones no logran acceder a la vivienda propia y continúan engrosando el universo de inquilinos.

Nadie se salva solo/a
La frase popularizada por El Eternauta se ha hecho carne en muchos sectores y las actividades en esta jornada no fueron la excepción: nadie se salva ni se cuida solo o sola. En este marco, Liliana una mujer que es madre de dos y abuela de cinco, sintetizó su pedido con un mensaje directo al poder político: “Que nos apoyen, que nos cuiden, que nos protejan. Y pedirle algo al presidente: que se ponga las manos en el corazón, nada más”.

Roxana, más reservada, se sumó con una reflexión fundamental: “Es importante pensar en los chicos que están en situación de calle. Que puedan tener un lugar a donde estar”.

La situación de las personas en calle en Mendoza se ha vuelto más compleja en los últimos años. Según distintos relevamientos, muchos refugios funcionan con cupos limitados y presentan condiciones de convivencia difíciles o cierran en primavera. Durante el invierno, el frío extremo, las plazas cerradas y los riesgos de la calle incrementan la vulnerabilidad de quienes no logran conseguir un techo.

En ese contexto, las voces de quienes atraviesan esta realidad dejan en claro que la principal deuda no está en la asistencia inmediata, sino en garantizar alquileres accesibles, empleo genuino y registrado y políticas públicas que aseguren una vivienda digna y sostenible.

Fuente: MDZ