Santo Tomé planifica cómo quiere crecer a futuro

La Municipalidad invita a participar de un ciclo de charlas abiertas para acordar las modificaciones. La norma vigente es de 1979. La ciudad enfrenta desafíos en infraestructura urbana, con la expansión hacia la zona de countries, el deterioro de su red vial y la demanda de servicios.

La Municipalidad invita a participar de un ciclo de charlas abiertas para acordar las modificaciones. La norma vigente es de 1979. La ciudad enfrenta desafíos en infraestructura urbana, con la expansión hacia la zona de countries, el deterioro de su red vial y la demanda de servicios.

Por estos días, Santo Tomé volvió a preguntarse quién quiere ser. A la vera del río Salado, donde nació como paso y luego como pueblo, la ciudad inicia un proceso inédito de reflexión colectiva: la Reforma de su Plan Director Urbano, una revisión participativa de la norma que desde 1979 guía su crecimiento. Cuatro décadas después, con barrios que se expanden hacia el sur, nuevos countries, parques industriales y el horizonte del futuro puente a Santa Fe, la ciudad abre sus puertas para pensarse otra vez, de la mano de sus vecinos.

El Plan Director vigente, aprobado durante los últimos años de la dictadura, acompañó el desarrollo urbano de una comunidad que entonces contaba con menos de la mitad de sus actuales habitantes. Desde entonces, Santo Tomé cambió de escala: ya no es sólo una ciudad residencial junto al río, sino un nodo metropolitano en expansión, con una identidad que oscila entre lo histórico y lo moderno, entre el silencio de sus barrancas y el tránsito creciente que une las dos orillas del Salado.

Por eso, este 2025, el municipio convoca a un Ciclo de Charlas Abiertas, que se realizará los jueves 20 y 27 de noviembre y el 4 de diciembre, a las 19, en la Vieja Usina, Rivadavia 1660. Allí, los vecinos, instituciones y profesionales podrán aportar ideas, diagnósticos y propuestas. “Queremos construir juntos una ciudad más integrada, sustentable y preparada para los desafíos del futuro”, expresaron desde la Municipalidad al presentar la iniciativa.

Una historia de crecimiento espontáneo
Santo Tomé tiene una historia de expansión singular. Nació sin fundación formal, creció sin un puerto consolidado y se desarrolló gracias a la iniciativa privada, a la tenacidad de sus vecinos y a su ubicación estratégica. En 1872, el gobernador Simón de Iriondo firmó el decreto que la reconoció oficialmente como pueblo. Desde entonces, su trama urbana se fue tejiendo alrededor de los caminos, los puentes y las vías del ferrocarril.

El río Salado fue su primer eje, con la costa y la plaza como centro fundacional. Luego vinieron los barrios que nacieron al calor del ferrocarril Central Argentino, como el Iriondo, y los que se levantaron sobre el camino al Rosario, hoy avenidas 7 de Marzo y Luján, que marcaron la expansión comercial y social del siglo XX.

En las últimas décadas, la ciudad se extendió con nuevos barrios residenciales, loteos y countries que transformaron el paisaje urbano. El crecimiento del área metropolitana de Santa Fe la incorporó de lleno en un corredor regional en plena transformación. Y en el horizonte, el futuro puente Santo Tomé–Santa Fe, plantea un nuevo desafío en términos de tránsito, infraestructura y planificación territorial.

Santo Tomé enfrenta hoy serios desafíos en materia de infraestructura urbana, marcados por el deterioro de su red vial, la insuficiencia del sistema de drenaje pluvial y la falta de obras estructurales que acompañen su crecimiento. A ello se suman problemas en el abastecimiento de agua, el tratamiento de efluentes y la necesidad de ampliar la conectividad vial con Santa Fe -que está en marcha con la construcción del nuevo puente-. El rápido desarrollo urbano, sobre todo en las zonas norte y oeste, expuso las limitaciones de servicios y planificación que la ciudad arrastra desde hace décadas.

Un debate que vuelve medio siglo después
La necesidad de revisar el Plan Director no es nueva: ya en los años noventa se habló de su actualización, pero el proceso nunca se concretó. Hoy, la ciudad lo retoma con un espíritu diferente, impulsando la participación ciudadana como eje. El objetivo, explican desde el municipio, es “actualizar las herramientas de gestión urbana para un crecimiento ordenado, equitativo y sostenible”, que contemple el desarrollo productivo y residencial, la preservación ambiental y la calidad de vida de los vecinos.

El desafío es grande. En poco más de cuarenta años, Santo Tomé multiplicó su población -tiene más de 75 mil habitantes-, vio crecer barrios enteros donde antes había quintas o campos, y se transformó en un punto neurálgico del Gran Santa Fe. Las nuevas dinámicas —el turismo, la movilidad metropolitana, el impacto ambiental, la presión inmobiliaria— exigen una planificación moderna, capaz de equilibrar progreso y naturaleza.
Santo Tomé planifica su futuro. Fernando Nicola.

La ciudad que vuelve a escucharse
En un contexto donde muchas ciudades crecen sin pausa y sin rumbo, Santo Tomé busca abrir un debate colectivo sobre su propio destino. No se trata sólo de urbanismo, sino de identidad. Porque planificar también es recordar: el viejo paso jesuítico, la estanzuela del siglo XVII, la capilla que dio nombre al lugar, los barrios que nacieron junto a los obreros del puente carretero y los nuevos loteos donde hoy se levantan escuelas, clubes y centros comunitarios.

Casi un siglo y medio después de aquel decreto de 1872, la ciudad vuelve a reunirse para decidir cómo quiere habitarse. En la Vieja Usina —símbolo de su pasado industrial y cultural— se encenderán nuevamente las luces del debate. Allí, Santo Tomé comenzará a escribir una nueva página de su historia: la de una comunidad que mira hacia adelante, pero sin olvidar que su futuro, como su río, sólo puede fluir si se construye entre todos.

Fuente: El Litoral