Chile frente a su bisagra histórica

Como un espejo de la experiencia argentina, el candidato de derecha hace campaña prometiendo un recorte de 6 mil millones de dólares y sube en las encuestas.

Como un espejo de la experiencia argentina, el candidato de derecha hace campaña prometiendo un recorte de 6 mil millones de dólares y sube en las encuestas.

– ¿Y qué quedó del estallido en Chile?

– Kast

La dramática bisagra que amenaza abrirse en el país trasandino en las elecciones del 14 de diciembre se expresa por estos días en un clima social tan explícito que casi puede tocarse: “La inseguridad”, “los extranjeros”, “el peso del Estado”, cierta idea de estar “al borde de un precipicio” y de tener que asumir “sacrificios”, son los temas que machacan los noticieros y que repiten las conversaciones.

Hay más en el caldo social que se cuece estos días. Un gobierno de Boric cuestionado por dentro y por fuera por su inacción y por los casos de corrupción descubiertos en diferentes áreas. La fallida experiencia de las reformas Constitucionales y el triunfo del “no apruebo”. La disolución de las inéditas esperanzas que abrió el estallido de 2019, cuyas demandas siguen insatisfechas (el metro, por citar el ejemplo de la chispa que lo encendió, siguió aumentando exponencialmente).

Aquella explosión social no parece haber dejado más rastro que una abrupta caída en el precio del metro cuadrado del centro histórico, donde las protestas y las feroces represiones paralizaron la actividad por largos meses.

Así están las cosas en un Chile que en muchos sentidos se percibe como un alarmante espejo de la experiencia argentina, y que en quince días decidirá en medio de una extrema polarización.

A la ganadora de la primera vuelta, la comunista oficialista Jeannette Jara, no la acompañan en principio las matemáticas, entre el segundo puesto del derechista ultra José Antonio Kast, la sorpresa del “outsider” empresario Franco Parisi en un cercano tercer lugar y la derecha tradicional de Evelyn Matthei.

En medio de este contexto crucial, la Unidad de Memoria y Derechos Humanos del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio chileno organizó el encuentro “Mujeres con memoria”. Algunos testimonios que allí se escucharon pusieron banco sobre negro todo lo que se juega en estas muy próximas elecciones.

La impunidad acecha
Conmovió allí el relato de Gladys Díaz, sobreviviente de la siniestra Torre de Villa Grimaldi, el ex centro clandestino de detención por el que también pasó la expresidenta Michelle Bachelet. Después de repasar el modo en que fue sometida durante tres meses, día y noche, a torturas físicas y psicológicas, incluido el horror de ver sufrir a sus compañeros -ser llevada a presenciar, por ejemplo, el asesinato a cadenazos de un joven campesino de 25 años y la lenta agonía hasta su muerte-, la mujer, con toda la gran lucidez de una exposición en la que se escuchaba el relato de una víctima, pero sobre todo a un gran cuadro político, volvió a este presente.

“Kast ha dicho muy claramente que es su intención liberar a los presos de Punta Peuco (el penal que aloja a condenados por delitos de lesa humanidad). Entre ellos, está cumpliendo su condena allí mi torturador”, resumió la periodista que en 1974, cuando fue secuestrada por la DINA, tenía a su cargo la dirección del periódico del MIR El Rebelde.

Consultado sobre el tema -e incluso puntualmente sobre la situación del ex brigadier del Ejército y miembro de la DINA Miguel Krassnoff, un caso emblemático entre los genocidas chilenos- el candidato del Partido Republicano no dudó en declarar recientemente que ”se puede hacer un análisis caso a caso» sobre el indulto de los genocidas, “considerando criterios como la edad o la salud mental”.

Por derecha explícita
Las cosas parecen estar en general muy en blanco sobre negro en este Chile, si se escuchan las declaraciones de los candidatos.

La reforma laboral, por ejemplo, es un tema que aparece en la campaña. La derecha habla abiertamente de la necesidad de eliminar la indemización. Ese monto que se calcula al momento del despido por los años de servicio tiene en Chile un tope máximo de once años: aunque se hayan prestado más años de servicio, se reconocen solo hasta los once. En el llamado “finiquito” hay también un seguro de cesantía que el propio trabajador paga mes a mes con su salario, y que queda depositado en una cuenta. La idea de cambio es dejar sólo este último cálculo para los despidos. Es la propuesta de la derecha como forma (oh, sorpresa) de “atraer inversiones”.

La salud pública es uno de los temas que Jara está tomando en su campaña, con la promesa de una reforma que permita un acceso más igualitario. Hace pie en uno de los pocos cambios profundos con los que Boric sí logró avanzar: el celebrado “Copago Cero”, la política de salud pública que en 2022 eliminó los cargos que históricamente los ciudadanos chilenos tenían que abonar para acceder a cualquier prestación de salud de la red pública, desde atenciones de guardia o chequeos a cirugías y tratamientos prolongados.

“¿Fuiste al médico y te salió gratis? Eso se llama Copago Cero y te lo dejó el actual gobierno. Si no te gustó, no te preocupes, con Kast volverás a pagar particular», dice la campaña oficialista. Aseguran que, aunque no lo explicite, la propuesta de Kast de eliminar 6.000 millones de dólares del gasto público -con la que, según la prensa, ha ascendido en las encuestas- incluye por lógica este recorte. “No merecemos este Kastigo”, remarca la campaña.

“Aquí en Chile todo funciona, pero todo se paga”, resume un profesor de historia que completa su salario haciendo servicios de traslados. En la universidad pública chilena, una carrera “de las baratas” como licenciatura en Historia (es la que eligió su hijo, que sigue sus pasos) cuesta 450 dólares por mes. Si la elección es medicina, el costo es de unos 1.100 dólares mensuales, más matrículas.

El salario mínimo en Chile es hoy de 567 dólares. Más del doble que los 225 en los que hundió a los argentinos Javier Milei, pero aun así muy lejos de que el hijo de un trabajador pueda darse el lujo de elegir carrera, e incluso acceder a estudiar en la universidad pública.

Mujeres chilenas con memoria
A cargo de la Unidad de Cultura, Memoria y Derechos Humanos, del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio de Chile, y con la participación de la sociedad civil a través de la fundación Vuelan las Plumas –un espacio que pone de relieve la literatura y los autores latinoamericanos- el encuentro Mujeres con Memoria abrió un espacio de especial contundencia en este presente de Chile.

Junto al testimonio de la ex detenida desaparecida Gladys Díaz -que acaba de publicar su luminoso libro Aferrada a mi balsa, pensado “para dejar testimonio a las nuevas generaciones”- varios proyectos y experiencias se pusieron en común en la bella Biblioteca Municipal de Pudahuel, uno de los 56 municipios de la región metropolitana.

Un espacio de reconocimiento a luchadoras sociales puso de relieve las figuras de mujeres que fueron dirigentes sociales comunitarias y que conformaron la Vicaría de Solidaridad en el periodo de resistencia a la dictadura, entre otras Clara Cano Pinto, Edith Cañas, Hortensia Valenzuela. Incluida la mujer que bailó con Sting la “cueca sola”, el baile tradicional chileno que las mujeres de los detenidos desaparecidos comenzaron a bailar en solitario como forma de duelo y protesta contra la dictadura, y que inspiró la canción “Ellas bailan solas”. Su sobrina nieta, presente en el encuentro, está haciendo un documental sobre ella.

Hubo también un espacio dedicado a Palestina, en un país que tiene la tercera comunidad palestina más grande por fuera del mundo árabe. Son palestinos católicos que emigraron masivamente de Jersualén en la nakba, y se concentraron en este país. La intervención artística de Bernardita Nassar, entre la poesía, la música y el teatro, conmovió especialmente.

En un Chile que, en general, no deja de conmover mirado desde el espejo argentino, en este presente de futuro explícito.

Fuente: Página 12