China, el nuevo número uno del mundo
07/01/2015 EL MUNDO
El gigante asiático superó a EE.UU. en términos reales de poder adquisitivo. Pero en otros rubros sigue detrás de los norteamericanos.
Beijing. ¿Superó China a Estados Unidos como nuevo número uno del mundo? Sí y no.
Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), la economía del gigante asiático adelantó en 2014 por primera vez a la de la potencia norteamericana en términos reales de poder adquisitivo, es decir, si comparamos lo que un chino o un estadounidense tienen que gastar para tomarse un café, por ejemplo. Y eso, más allá de la inflación o el tipo de cambio.
Sin embargo, contabilizando todo en dólares, Estados Unidos supera a China en un 70 por ciento, aunque ambas potencias siguen siendo las dos mayores economías del planeta.
Y tomando como referencia la renta per capita , el rendimiento económico de Estados Unidos es, con sus 53.001 dólares, cuatro veces superior.
Estos datos llevan a muchos expertos, sobre todo norteamericanos, a considerar las conclusiones del FMI como “no demasiado importantes”, mientras que muchos chinos celebran haber adelantado a la superpotencia norteamericana al menos en ese punto.
Lo cierto es que China crece. Y pese a la débil coyuntura, con un siete por ciento, mientras que en Estados Unidos sólo se espera un dos por ciento. El gigante asiático es actualmente más importante que nunca para la economía global, que aún no se ha recuperado por completo de la crisis financiera.
Crecimiento más lento
Pero los tiempos en que las tasas de crecimiento tenían dos dígitos quedaron atrás, y hoy el jefe de Estado chino, Xi Jinping, habla de “nueva normalidad”. La economía china creció el año pasado entre 7,3 y 7,4 por ciento, unas cifras tan bajas como no se veían desde los ’90 y que se sitúan por debajo del objetivo marcado en torno al 7,5 por ciento. Para 2015, este objetivo podría reducirse hasta el siete por ciento.
Pero, ¿qué significa “nueva normalidad”? Significa un cambio de un crecimiento exponencial a un crecimiento medio y rápido que se concentra más en la calidad que en la cantidad. En lugar de ampliar la producción, el reto es mejorarla; en lugar de despilfarrar, hoy se habla de ser más fuertes y más eficientes, y de sustituir los motores convencionales de crecimiento por otros nuevos.
A comienzos de diciembre pasado, durante la conferencia anual de economía, se expusieron los planes para el nuevo año: la “prudente política monetaria” deberá “concentrarse más en encontrar un equilibrio adecuado entre ajustes y relajación”, mientas que la política presupuestaria debe ser “proactiva” para impulsar la transformación de la economía.
Según los expertos, estos objetivos se traducirán en una relajación de la política monetaria, con un presupuesto ligeramente expansivo y un elevado déficit. Se endurecerá la lucha contra burbujas como la del sector inmobiliario y se seguirá persiguiendo a la banca en la sombra. Las reformas podrían llegar en todo caso para el sector financiero, pero no se esperan en el sector público.
China quiere pasar de ser la “fábrica del mundo” a convertirse en inversor y operador en otros mercados extranjeros.
Los riesgos
Esta “nueva normalidad” entraña también riesgos para la economía china.
“La presión bajista sigue siendo bastante elevada”, advertían los cerebros de la conferencia económica anual. La demanda global es débil, las exportaciones ya no crecen con tanta fuerza y el hasta ahora sobredimensionado mercado inmobiliario chino se estancó y plantea peligros. Una montaña de créditos dudosos podría desembocar también en China en una crisis de la banca.
Expertos sostienen que el crecimiento chino podría incluso caer hasta entre un seis y un siete por ciento. Y aunque la posibilidad de un “duro aterrizaje” con un crecimiento menor al seis por ciento se considera poco probable, cada vez son menos los economistas reputados que la descartan.
Si eso sucediera, sus consecuencias serían palpables más allá de las fronteras del gigante asiático: un debilitamiento tal del crecimiento chino empujaría aún más hacia abajo a la economía mundial.
Canal de Nicaragua
Malestar en Washington. El gobierno de Estados Unidos expresó ayer su preocupación por “la falta de información y transparencia” en torno a la construcción de un canal interoceánico por Nicaragua, e instó a que todas las etapas de ese proyecto, previsto para concluir en cinco años, “se hagan de forma abierta y transparente”. La firma china HKND Group es la encargada del enorme proyecto, que costará 50 mil millones de dólares.