Yo miento, tu mientes, nosotros mentimos, ellos informan.

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Por Fabián Rodríguez

Forzados por primera vez en mucho tiempo a tener que explicar un par de definiciones políticas bastante incómodas, dos diputados de la oposición no tuvieron mejor idea que repetir a coro una respuesta tan tonta como fácil de refutar.

En el marco de las opiniones que distintos sectores políticos expresan sobre cómo deberían darse las inminentes negociaciones paritarias que sindicatos y empresarios tendrán en los próximos meses, dos diputados de innegable pedigree peronista, Facundo Moyano y Felipe Solá, decidieron hacer lo que comúnmente se llama «dar una señal» o «guiño» a un determinado sector político, empresarial o sindical.

No tiene nada malo hacer ese tipo de declaraciones si lo que se busca es caer bien o tranquilizar a un determinado grupo, que espera conocer cuál será la postura que un bloque político adoptará frente a una discusión concreta, en este caso, la puja salarial. Dar (o no) este tipo de señales, es parte del «juego» de la política, y si las opiniones que se expresan son realizadas con honestidad intelectual, no hay por qué hacerse mucho problema.

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Está claro que ambos dijeron lo que «ahora dicen» que no dijeron. Télam no mintió ni inventó nada. Lo que sí hizo fue editorializar los dichos de estos dos legisladores, que a priori se supone dijeron lo que pensaban en ese momento, aunque después hayan querido negarlo de manera muy poco honesta, es decir, acusando a Télam de tergiversar sus dichos.

Como cuando Clarín y La Nación imponen que el tema del día es la «Crisis Energética» si hay tres o cuatro barrios sin luz en la Capital Federal, la editorialización es parte de la noticia desde hace ya un tiempo, y quienes consumen información lo saben. El living de Telenoche no nos deja mentir.

Hablando de honestidad intelectual

Felipe Solá es un diputado que ostenta un raro récord de la última década, ya que es el legislador nacional electo por más partidos políticos: Frente para la Victoria en 2007; Unión-Pro en 2009, y Frente Renovador en 2013. Observando este recorrido es difícil saber a quién representa, pero por la parábola política que hizo en los últimos años -el año pasado llegó a compartir lista de diputados con José Ignacio de Mendiguren- , podemos inferir quienes son los sectores a los que el exgobernador quiere hacer un guiño cuando dice que «la gente está canchera y a lo mejor está dispuesta a que le bajen el salario».

El caso de Facundo Moyano es más complejo aún: ingresado al Congreso gracias a la lista del Frente para la Victoria que en 2011 acompañó la reelección de Cristina Fernández de Kirchner por más del 54%, el titular del sindicato de los trabajadores del peaje rompió con el oficialismo pero decidió quedarse con la banca que la gente votó para el kirchnerismo.

Aunque por una cuestión de decoro no se sumó al bloque del Frente Renovador, hace varios meses que el más joven Moyano se alinea en declaraciones públicas con Sergio Massa y no duda en elogiarlo cada vez que puede: eso fue lo que quiso hacer mientras lo entrevistaba Jorge Rial en radio La Red, cuando dijo que «en vez de un 30 pido un 24 y resigno algo. En un marco de diálogo y de consenso, que Sergio Massa denomina Consenso Económico y Social, que es lo que se tiene que convocar urgente, con todos los sectores, inclusive con los sectores políticos opositores, yo puedo resignar”.

En realidad, lo que molestó a Felipe y a Facundo no fue la editorialización de Télam sobre las cosas que ellos dijeron sino el efecto que sus palabras causaron en la propia tropa. Por el lado de Solá, salvo De Mendiguren, no hubo un sólo compañero de bancada que respaldara sus dichos. Más bien todo lo contrario. Mientras que en el caso de Moyano, si bien ningún compañero salió a responderle, tampoco hubo nadie que saliera a bancarlo, al menos públicamente.

También Jorge Lanata se ocupó la semana pasada de acusar a Télam por entender que esta Agencia de Noticias había tergiversado sus opiniones, que aunque fueron reproducidas en medios que no tienen nada de kirchneristas, como por ejemplo La Capital de Rosario, forman parte de una estrategia mediática diseñada -a su entender- por un grupo de «recontra mil hijos de puta» (sic).

Hablando de buscar consensos económicos y sociales, algunos parece que van encontrando la coincidencia en advertir que como la Agencia estatal los pone en evidencia, todo lo que diga siempre es mentira. Aunque después se sirvan de ella para aprovechar el despliegue informativo que ningún otro medio está en condiciones de abarcar.

Es público y notorio que para medios como Clarín, La Nación y Perfil, el trabajo que hacen los periodistas de Télam tiene validez sólo cuando a ellos les conviene: ya sea para citar una fuente que no los compromenta en la interpretación capciosa de un hecho, o directamente para suplir la mano de obra calificada que ellos no quieren mantener, porque es más barato y redituable hacer un diario con pasantes o robándose fotos de las redes sociales.

No existe en la Argentina un medio de comunicación (público o privado) con la heterogeneidad ideológica que tiene la Agencia Télam entre sus periodistas, muchos de los cuáles además tienen una extensa trayectoria en la profesión y son docentes en carreras universitarias de Periodismo y Comunicación.

Por último, los periodistas que trabajan en Télam pueden ejercer con total libertad sus derechos sindicales, algo que no se ve con frecuencia en los medios privados «independientes» que critican su línea editorial e intentan desprestigiarla de manera constante. Esto también es información.

Fuente: Télam