Por los mágicos dominios de la Cordillera del Viento

Lejos de los destinos más promocionados de la región del Comahue aflora un paisaje impactante

Lejos de los destinos más promocionados de la región del Comahue aflora un paisaje impactante

Transitar las rutas del norte de Neuquén ya atrapa desde el primer momento. Es la puerta de entrada a un paisaje árido, característico de la zona, pero que, a medida que se acerca el destino elegido, los bosques de pinos y cipreses embellecen la vista. También seduce desde un comienzo la fuerte identidad cultural que aún perdura en «el norte del Sur», como por estas latitudes definen a este sector del mapa patagónico que aún no goza de la misma reputación que los más australes. Los crianceros y chivos, en medio de los caminos cuando bajan de la montaña para huir de la nieve, regalan una postal única. Así, como presentación más que agradable, Huinganco recibe a sus visitantes.

Dicen que este es «El jardín de Neuquén» y la definición parece acertada. Ubicado sobre la ladera oeste de la Cordillera del Viento -a 465 kilómetros de la capital provincial-, ofrece postales que mezclan las montañas con cientos de pinos implantados cuando el pueblo, amenazado por la caída de la actividad minera en 1960, debió virar hacia la explotación forestal. El color del otoño, el sol y las nevadas completan la linda escena.

Actividades para elegir

Hay actividades y recorridos que no se pueden dejar de hacer. La visita al Museo del Árbol y la Madera, donde hay troncos fosilizados, piedras con petroglifos y cortes de maderas de diferentes árboles de la región (pino ponderosa, álamo blanco, manzano, ñire y chacay), entre otros atractivos, ayuda a entender más sobre la historia de Huinganco. Lo mismo sucede en el Vivero Municipal. El proceso de producción de los pinos apunta desde hace algunos años a otras actividades, como la construcción y la carpintería. Pero la tarea más importante sigue siendo la reforestación. Y la fábrica de dulces y licores municipal es otro de los pilares de su economía.

También están las propuestas de trekking, como la caminata hacia el cerro La Corona, de 2.990 metros de altura. Son cuatro horas en las que el arroyo Huinganco acompaña el recorrido hasta el final. El premio es la vista panorámica de la región. Con mucho menos esfuerzo, también se puede apreciar el lugar a través del mirador San Pedro. Desde esa posición, Andacollo asoma sobre el margen izquierdo del río Neuquén. Otra opción es la salida a pie hasta la magia del Área Natural Protegida Cañada Molina, con sus cipreses milenarios. Es de dificultad media y dura 45 minutos.

La fuerte identidad cultural se percibe en los pirquineros, los mineros artesanales encargados de moldear las profundidades de la Cordillera del Viento en busca de oro. Guardan muchas anécdotas. Don Pereño, cuyas manos y piel son la evidencia del esfuerzo realizado para el progreso de Huinganco, comparte sus vivencias con la picardía que puede tener cualquier niño al contar una historia, desde los trabajos en las minas hasta su paso por el vivero y las duras plantaciones en la montaña. Y también se destaca en su restaurante La Corona, parada obligada para degustar las comidas típicas. El chivito al asador se lleva todos los aplausos.

Sesenta kilómetros (39 km de ripio) por la ruta 43 separan Huinganco de Varvarco, otro de los puntos clave del Corredor Norte neuquino. Aquí la mayor atracción está las alturas. En el Área Natural Protegida Sistema Domuyo se destaca el cerro del mismo nombre, el punto más elevado de la Patagonia, con 4.707 metros. Es el objetivo de los montañistas, mayoritariamente europeos. Los cajones del Atreuco y Covunco acumulan una belleza incalculable, tallados por la eternidad del viento y los arroyos homónimos. Y Villa Aguas Calientes, cuyas fuentes termales con temperaturas de hasta 85° y con propiedades curativas van de la mano con géiseres, fumarolas, arroyos y vertientes. Paisajes de ensueño en medio de la montaña.

Tierra de cantoras

Varvarco es la cuna de las cantoras, las mujeres que representan el folclore autóctono del norte neuquino con cuecas y tonadas muy particulares. Es una tradición oral, transmitida por generaciones. Las cantoras expresan sus propias vivencias, felicidades y tristezas. Una de las máximas exponentes es Esther Castillo. «Recuerdo de mi niñez, con gusto voy a contar, doce años nomás tenía, cuando empecé a cantar», entona Castillo rasgueando su guitarra. Ellas tienen su festival, que se realiza anualmente el último fin de semana de febrero.

A 2 mil metros sobre el nivel del mar y sobre el faldeo occidental de la Cordillera del Viento se ubica Colomichicó, un parque arqueológico, al que se accede recorriendo 10 kilómetros desde Varvarco por la ruta 39. Su importancia trasciende fronteras: es uno de los yacimientos rupestres más importantes del continente. Cuenta con 2.800 petroglifos sobre más de 800 bloques de unos 1.500 años de antigüedad, aunque algunos se animan a afirmar que son más antiguos.

Se puede llevar a cabo un recorrido, siempre con alguno de los doce guías habilitados. Son 13 kilómetros de ida y vuelta, con una duración aproximada de siete horas. En el camino se destacan los puestos de antiguos pobladores y las bondades de un paisaje único. Los petroglifos son variados y el estilo que predomina es el de «paralelas». Todos los bloques tienen la misma composición y pertenecen al mismo tipo de roca, la diorita, formada hace 62 millones de años.

La puerta de entrada al norte de la provincia es Chos Malal, a 400 kilómetros de la ciudad de Neuquén por las rutas 22 y 40. Fue la primera capital del territorio neuquino, por lo que una de sus mayores atracciones es su rica historia. El circuito que recorre los hitos del pasado incluye, entre otros lugares de interés, el museo José Manuel Olascoaga -en homenaje al fundadr del pueblo- y el intacto almacén de ramos generales Dewey, que funcionó entre 1903 y 1934.

La costanera de Chos Malal, a orillas de los ríos Curi Leuvú y Neuquén, está rodeada de álamos añosos. Es una zona de chacras, de imponente belleza, donde abundan diferentes tipos de plantas, como jarillas, sauces y limpia platas. También se observan aves características. Como en los otros puntos del corredor norte, la pesca deportiva de trucha es una práctica habitual.

En Chos Malal se emplaza también el Hito de la Ruta 40, que marca exactamente la mitad del recorrido del mítico camino que cruza once provincias. «La 40» lleva consigo los paisajes más lindos del país y el norte neuquino no parece ser la excepción.

IMPERDIBLES

Manzano Amargo

La cascada La Fragua – un salto de 40 metros de altura – es el principal atractivo de Manzano Amargo, otro pequeño pueblo que emerge en el norte neuquino. Con solo 350 habitantes, se encuentra enclavado en el cañón formado por el río Neuquén, ideal para la pesca deportiva y el rafting. Es un lugar buscado por los observadores de aves.

Zapala

En Zapala se puede visitar el Regimiento de Infantería de Montaña 10, el primer asentamiento militar de la Patagonia. El 9 de julio de 1816, durante la Declaración de la Independencia, sus soldados fueron los encargados de custodiar la Casa de Tucumán. Cerca de Zapala atraen el parque de nieve Primeros Pinos, el Parque Nacional Laguna Blanca y el cerro Michacheo.

Ruta del Vino

La Ruta del Vino de la Patagonia incluye ocho bodegas de Neuquén y Río Negro: MALMA, del Fin del Mundo, Familia Schroeder, Secreto Patagónico, Patritti, Museo La Falda, Agrestis y Humberto Canales. En todas se organizan visitas guiadas con degustación.

Fuente: Sin Mordaza