Colón y la música del río Uruguay
"Imposible aburrirse" debería ser el lema de este destino de Entre Ríos que despliega propuestas todo el año.
02/09/2016 TURISMO«Imposible aburrirse» debería ser el lema de este destino de Entre Ríos que despliega propuestas todo el año.
Subimos al gomón, Pablo enciende el motor y el río Uruguay pasa, de repente, de ser una postal bella, el escenario de las fotos, a convertirse en un camino de descubrimiento y «desurbanización». Nos envuelven los surcos que deja la lancha, el movimiento del agua, los árboles que cuelgan a un lado, el martín pescador que observa y se escapa en el momento en que hacemos clic. La naturaleza nos abraza. Ferviente apasionado del medio ambiente, Pablo transmite una energía especial. «No se ilusionen: no vamos a acercarnos al puente internacional General Artigas (que une Colón con Paysandú y se ve a lo lejos). Iremos exactamente en el sentido opuesto», advierte. «Hoy vamos a sumergirnos en lo que construyó la naturaleza, no el hombre», agrega Pablo, «ex porteño que vivía en el 8°F», mientras nos muestra una imagen satelital en la que se ve un «mar de clorofila» -como define al territorio virgen-, rodeado por los cultivos.
Estamos en Colón, provincia de Entre Ríos, y nuestra aventura recién comienza. Hay río y palmares, hay historia y hay gente, hay música y cordialidad. Artesanías, rondas de mate, restaurantes con estilo, calles con movimiento, aguas termales, sabores locales, relatos de inmigrantes y de caudillos. Un puerto y la costanera.
Los circuitos que proponen en la Secretaría de Turismo -imperdible el edificio de 1927 donde funciona este organismo, ex Estación Fluvial donde esperaban los pasajeros- son numerosos y atractivos.
Un mapa los reúne todos como para que cada uno decida a dónde quiere ir: las obras que dejó Herminio Quirós, el legado de los Masones, la arquitectura religiosa, el circuito comercial de la calle 12 de abril, la gastronomía, los espacios dedicados al arte, el Molino Forclaz, las playas, las plazas y parques.
Y hay mucho más, sea dentro de los límites estrictos de la ciudad como adentrándose en otros caminos de la provincia: por ejemplo, el Palacio San José, cerca de Concepción del Uruguay, o el Parque Nacional El Palmar, 45 km hacia el norte.
Temporada de termas
En las cabañas Morada del Arroyo hay música. No, no, no hay música sonando por todos lados. Hay un espíritu musical, alma de canción, sensibilidad devenida en canto y laúdes. Lilia y Esteban, al frente del emprendimiento turístico -cinco cabañas ubicadas a orillas del arroyo Artalaz, con cocina, parilla, espacio cubierto para los autos, pileta y juegos para los chicos- llevan la música como ingrediente esencial de sus vidas y se transmite en este espacio.
Lilia es directora del Coro Municipal y le apasiona recorrer Latinoamérica en busca -o al rescate- de sus voces y sonidos originales que vuelca en preciosos discos que permiten difundir la riqueza y la pluralidad del continente. Suele tocar el saxo con su banda de jazz los jueves a la noche en Che Pancho, en la calle San Martín casi Maipú (en este mismo espacio los viernes hay rock). Esteban es un reconocido luthier en cuyo taller pasa horas ideando, construyendo y probando instrumentos como los delicados laúdes. Y en las cabañas, en el parque, se respira cierta calma y armonía.
Cuesta dejar la charla con los anfitriones. Pero las termas de Colón esperan en la costanera. Como otros destinos en Entre Ríos, Colón tiene agua termal mineralizada -bicarbonatadas, sódicas, cálcicas- que se puede disfrutar en forma de nueve piscinas algunas externas, otras techadas, un parque acuático y una espectacular vista al río Uruguay y al Golf Club.
Para los que llegan únicamente con la malla, se alquilan batas y sillas plegables. Después de una larga sesión de aguas cálidas -o mientras esperamos que los chicos se decidan a salir del agua-, el parque del complejo resulta el mejor rincón para tomar unos mates de cara al río.
Mundo palmera
Hacia el norte de Colón, muy cerca de Ubajay hay un imperdible: el Parque Nacional El Palmar, que protege los palmares de yatay. Impacta el manto de palmeras que se abre a medida que uno avanza con el auto por los caminos de tierra.
Aparecen zorros a los costados que miran curiosos. Sáqueles fotos, disfrute con la mirada, pero por favor, ¡no los alimente! Lo dicen los carteles y el sentido común. Siempre hay alguno que tira una galletita para que se acerquen y apunta con su celular: quizá por eso se ven tantos a la vera del camino.
Hay también gatos monteses y hurones que se escabullen en la vegetación, corzuelas pardas, ositos lavadores, carpinchos, lobitos de río. En los humedales temporarios, dicen, se ven garzas, jacanas, teros y tortugas acuáticas.
En la entrada, a cada auto se le entrega un mapa en el que se marcan los diversos caminos para descubrir los tesoros del parque. Hay caminatas entre vegetación cerrada junto a arroyos y también miradores que revelan la grandeza del lugar. Se pueden hacer paseos a caballo, en bicicleta y dejarse tentar por alguna artesanía en los puestos junto al Centro de Visitantes.
Te cuento una historia
Ineludible. Quien no conoce el Palacio San José, donde vivió y donde mataron a Justo José de Urquiza, presidente de la Confederación Argentina y varias veces gobernador de Entre Ríos, debe reservarse unas horas. Si engancha una visita guiada (varios horarios), mejor.
Al sur de Colón, cerca de Concepción del Uruguay, el palacio es Monumento Histórico Nacional y Museo. Comenzó a construirse en 1848, tiene bellos jardines, dos patios centrales y 38 cuartos que se acomodan a su alrededor.
Las distancias a veces engañan y llegamos sobre el filo de las 10: Susana, la guía, acaba de arrancar con la primera visita guiada de la mañana y los (nos) tiene a todos embelesados con sus historias. La gente hace preguntas y ella contesta todo, con paciencia y entusiasmo. Nos lleva de salón en salón, imaginando la vida allí hace 150 años. Tiempos en los que la tierra valía menos que una vaca: una hectárea cotizaba un peso, mientras que una vaca costaba 8, asegura Susana.
El dato: fue la primera vivienda del país en tener agua corriente. Es más, en la habitación de huéspedes donde durmió Sarmiento, Urquiza se ocupó de que tuviera canilla con agua corriente, para hacerle notar que los caudillos del interior no eran tan bárbaros como Sarmiento suponía; incluso lo recibió con un camino de pétalos de rosas.
Pasamos por la cocina con su pava descomunal sobre la enorme salamandra y las vitrinas con los juegos de vajilla en los que se lee la firma de quien lo obsequiaba al general. Los cuartos con las camas y los muebles originales. Los cuadros. La sala de juegos (hay un billar, pero Urquiza prefería el ajedrez).
Y el lugar más inquietante: la sala donde balearon y acuchillaron hasta la muerte a Urquiza. La marca de sus dedos ensangrentados aún se distingue en la puerta, hay agujeros de bala en la pared, la placa que colocó su mujer, Dolores Costa -quien transformó el lugar en un oratorio-, la prótesis de oro de Urquiza, un mechón de pelos.
Si el legado histórico es lo suyo, Concepción del Uruguay está ahí nomás y tiene varias perlitas. El Colegio del Uruguay, primer colegio laico del país, la residencia del General Urquiza y la Basílica Inmaculada Concepción, entre otros. Y una costanera impecable.
De espíritus y ecología
Volvemos otra vez con Pablo, al gomón, al río. Una de las primeras paradas es un banco de arena, conocido como De las Ánimas. La lancha se detiene y bajamos. Es arena y piedritas de colores. Se distinguen huellas de pájaros. Nuestras pisadas empiezan a invadir y a uno le da no sé qué. Allá a lo lejos hay un arbolito. Un banco con futuro de isla.
Siguiente parada, una laguna escondida dentro de una isla. Literalmente. Pablo zigzaguea con destreza entre los arbustos que tapan la entrada, avisa cuando hay que agachar la cabeza para que las ramas no arañen y de pronto, allí estamos, en medio de la laguna.
Comenzamos a regresar a Colón. Jugamos un rato con las lianas de la isla San Francisco, vemos las marcas en los árboles que muestran hasta dónde llegó la inundación del verano pasado y nos detenemos unos instantes antes de volver a subir a la lancha. Los colores del cielo van cambiando, se desata el atardecer. Tomamos fotos. Selfies también. Y volvemos en silencio, con los ojos cargados de río, de aves y selva.
MINIGUIA
Cómo llegar. Colón está a 334 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires. En auto, tomar ruta 9 (Panamericana ramal Escobar), Zárate-Brazo Largo, ruta 12 hasta Ceibas y ruta 14. Hay que abonar un total de tres peajes: $ 80.
Dónde alojarse. Hay muchas opciones. Cabañas Morada del Arroyo (José Artalaz s/n): cuatro dúplex con capacidad para cinco huéspedes, aire acondicionado, TV por cable, vajilla y batería de cocina completa, heladera y cocina con horno, wi-fi.
Cuesta $ 990 la noche e incluye desayuno en la cabaña. Hay, además, una «cabaña exclusiva», separada de las otras, con living-cocina y dos dormitorios. La noche cuesta $ 1.090 (03447-15454473; www.moradadelarroyo.com.ar)
Cuánto cuesta. Termas de Colón. Entrada general, $ 150 (www.termascolon.gov.ar; www.termasdecolon.com.ar).
Paseo embarcado por el río Uruguay, bancos de arena e isla San Francisco, $ 350. Los menores pagan la mitad. Paseos a los bancos del Caraballo (3 horas y media), $ 600. Informes: (03447) 423360; (03447) 15414816; itaicora@gmail.com PN El Palamar. Entrada para argentinos, $ 90. Menores de 16 y jubilados, gratis (www.parquesnacionales.gob.ar). Excursión guiada en bicicleta, $ 120 por persona.
Palacio San José. Está ubicado en la ruta 39, km 128. La entrada cuesta $ 20. Abre de lunes a viernes de 8 a 19.30 y los sábados, domingos y feriados, de 9 a 18.30. Visitas guiadas gratuitas todos los días y visitas nocturnas en fechas especiales (03442 – 432620, psjmuseourquiza@hotmail.com; www.palaciosanjose.com).
La Cosquilla del Ángel (San Martín 304). Además de la carta, tienen menúes para todos los bolsillos, incluyendo promociones de comida para llevar y, por ejemplo, hacer picnic en la playa. Desde un menú turista por $ 175 con bebida, hasta un menú degustación premium todo incluido por $ 389.
Viejo Almacén (Urquiza y Paso). Pastas desde $ 89; lomo al champignón o bife de chorizo con papas, $ 209; pollo a la provenzal o a la portuguesa, $ 92, milanesa de soja, $ 55; pescados desde $ 93 (surubí, dorado, pejerrey, pacú, salmón de río); vacío a la parrilla, $ 149.