En Francia hablaron pensando en Trump
Setenta y cinco países y organizaciones internacionales asistieron a este encuentro que se realizó a días de la asunción del republicano. El objetivo principal es reactivar el proceso de paz con la solución de los dos Estados.
16/01/2017 EL MUNDOSetenta y cinco países y organizaciones internacionales asistieron a este encuentro que se realizó a días de la asunción del republicano. El objetivo principal es reactivar el proceso de paz con la solución de los dos Estados.
Bajo la incierta sombra de cómo procederá la próxima administración norteamericana en Medio Oriente, Francia organizó este fin de semana una conferencia internacional consagrada al desde hace mucho estancado proceso de paz israelí-palestino. Setenta y cinco países y organizaciones internacionales asistieron a este encuentro que tiene lugar a días de que asuma el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, y en donde están ausentes los dos principales concernidos por el conflicto: lo mismo que ocurrió el pasado 9 de junio con la primera ronda de esta cumbre celebrada en París, las delegaciones de Israel y Palestina no acudieron a esta cita cuyo principal objetivo consiste en reactivar el proceso de paz con la idea de una solución de dos Estados. El presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, no se desplazó a la capital francesa y el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, consideró que la conferencia era “fútil”. El responsable político israelí, aun ausente, cuenta con un respaldo de peso que dinamita todos los objetivos de la reunión: entre los compromisos asumidos por Donald Trump figura el de transferir la embajada norteamericana a Jerusalén.
Israel se opone desde el principio a aceptar cualquier solución que provenga de un marco multilateral y mantiene su opción por un diálogo bilateral. Este, sin embargo, lleva años estancado mientras, al mismo tiempo, Israel continúa apoderándose de los territorios palestinos. Todo apunta a demostrar que nadie calculó que Trump podía ganar la presidencia de Estados Unidos. La Conferencia Internacional sobre Medio Oriente tenía el oportuno propósito de formular ideas y poner en la agenda de la que se pensaba sería la presidenta de Estado Unidos, Hilary Clinton, una hoja de ruta. Trump dejó todo en la nada y por ello la mayoría de los llamamientos se dirigen a él. Cabe recordar que el hoy electo presidente norteamericano indicó varias veces que cambiaría radicalmente la política de Washington en la región. La intención de trasladar la sede de la Embajada y mudarla a Jerusalén sepulta varias décadas de trabajo de la comunidad internacional y pone en tela de juicio el pilar del proceso de paz apoyado en el principio de dos Estados. En este sentido, el jefe de la diplomacia francesa, Jean-Marc Ayrault, expresó el deseo de que la administración Trump “reconsidere esa idea” porque cambiar el lugar de la embajada tendría “fuertes consecuencias”. El canciller francés insistió en la fórmula de dos Estados cómo única vía posible al tiempo que recalcó que todo el proceso está hoy en peligro si se abandona es camino: “la solución de dos Estados está hoy tan amenazada que es urgente preservarla, tal y como lo reafirmó la resolución 2334 de las Naciones Unidas (fue adoptada el pasado 23 de diciembre con la abstención de Estados Unidos). No es el momento de detenerse. (…) Dicha solución es la única posible, la única que permite respetar las aspiraciones legitimas y los derechos de los dos pueblos”.
El texto final de la conferencia francesa no es vinculante. No habrá, de hecho, ningún resultado concreto. Sólo se trata de aprovechar lo que París considera una “dinámica favorable” sin abordar de frente las problemáticas más sensibles como el estatuto de Jerusalén, el agua, las fronteras o el retorno de los refugiados. El texto resalta los grandes parámetros de la negociación con, en el eje, las resoluciones internacionales existentes, la negociación sobre los dos Estados o el compromiso de ambas partes de no tomar decisiones que dinamiten el proceso. Sin embargo, aunque esté suspendida a los designios de Washington, la reunión de París es un éxito. Los setenta y cinco Estados y organizaciones presentes, más allá de sus diferencias, constituyen una prueba de que la comunidad internacional no piensa dejar el proceso al abandono o únicamente en las manos de la próxima administración norteamericana. Salman Elherfi, embajador de Palestina en Francia, recordó que “la iniciativa francesa produjo un gran efecto. Desde que fue lanzada, todos volvieron a ocuparse del tema, desde el Cuarteto para Medio Oriente, la ONU o los rusos, todos buscan avanzar con sus propuestas”. Pese a que la ausencia de israelíes y palestinos convirtió a la conferencia en un acto simbólico, la declaración final no se termina en París: la semana próxima está prevista una nueva reunión en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y se especula que al cabo de ésta el Consejo podría votar una declaración que recoge los temas de la Conferencia francesa. Ello no oculta la evidencia de que los tiempos que se avecinan son nuevos y su contenido depende de Donald Trump. Barack Obama fue una gran decepción. Después de implicarse un poco, Obama dejó de lado ese aspecto de la crisis en Medio Oriente. Otros trastornos –Libia, Siria– cambiaron el orden de las prioridades. En cuanto a Francia, la Asamblea Nacional y el Senado votaron en diciembre de 2014 una resolución con la que invitaban al gobierno francés a que reconozca Palestina. El entonces primer ministro Manuel Valls no tomó la decisión y París sigue sin reconocer a Palestina. Pese a ese referente dudoso, Francia logró movilizar a buena parte del mundo y sacar de las sombras un conflicto que sigue desestabilizando a toda una región. Los dos caminos, el del desastre o la paz, conducen a Washington.