La economía boliviana, una de las que más crece en la región
21/04/2014 EL MUNDOLos índices de pobreza e indigencia bajaron desde un 62,9% a un 40,9% en la población rural, mientras que en las áreas urbanas pasó de 24,3% a 12,2% el año pasado.
De todos los gobiernos progresistas que inundaron el mapa político sudamericano en la última década, el de Evo Morales en Bolivia aparece como una de las versiones más sólidas de crecimiento económico sostenido con una reformulación profunda de las bases institucionales que marcan el paso de los estados. El FMI ubica al país andino como la segunda economía en crecimiento de América latina.
Como casi todos sus vecinos, a la hora de marcar la cancha de la economía el MAS (Movimiento al Socialismo) boliviano conjugó la histórica tradición extractivista de la región con políticas redistributivas amplias que bajaron de manera notable los índices de pobreza e indigencia: desde un 62,9% a un 40,9% en la población rural, mientras que en las áreas urbanas pasó de 24,3% a 12,2% el año pasado.
La versión boliviana del “Estado compensador neoextractivista” (según la definición del investigador Eduardo Gudynas) no se apartó radicalmente de las leyes del capitalismo, pero sí le cambió buena parte de las reglas a través de una nueva Constitución y otra legislación en áreas clave como la de los hidrocarburos.
El resultado de esto fue que la economía de Bolivia registró en 2013 un crecimiento del 6,83%, por encima de las previsiones hechas por el propio gobierno de ese país así, como de las estimaciones de los organismos internacionales.
Para este año, el crecimiento del PBI proyectado desde el Fondo Monetario Internacional es del 5,1%, una tasa impresionante que ubica al país andino como la segunda economía en crecimiento de América latina.
Apalancada en el desarrollo de su mayormente nacionalizado sector energético (petróleo crudo y gas) y de la mano del alza de los precios globales de los commodities, Bolivia atraviesa un boom económico que además del PBI puede presumir de otros logros como el incremento de las reservas, la apreciación de la moneda nacional y el superávit de las cuentas fiscales.
A modo de ejemplo, el vicepresidente Alvaro García Linera vaticinó hace poco que en 2025 la economía boliviana se equiparará con la de Chile: “en 2005 el país trasandino tenía 13 veces más riqueza que Bolivia; en 2013 esa diferencia era de ocho veces, pero de seguir este ritmo en 2025 la diferencia será uno a dos, o uno a uno”.
Con estos antecedentes en la mano, en octubre próximo el MAS irá a las presidenciales (muy probablemente con Evo como candidato otra vez) para convalidar por tercera vez los resultados del llamado “Nuevo modelo económico social, comunitario y productivo” que se implementa en esa nación desde 2006.
Un modelo nuevo
Evo Morales ganó las elecciones presidenciales de 2005 con el 54% de los votos y asumió el poder el 22 de enero de 2006 para convertirse así en el primer presidente indígena de la historia de Bolivia.
Hasta ese momento, el Estado de esa nación andina controlaba un 15% de la economía, algo que comenzó a cambiar con la puesta en marcha por parte del partido en el gobierno de un programa de nacionalizaciones focalizado en las áreas de hidrocarburos, telecomunicaciones, minería, electricidad, aeronáutica y producción cementera.
El cambio en la matriz económica fue tan profundo que menos de diez años después, el Estado controla un 35% de la actividad productiva.
Durante las dos gestiones de Morales, el PIB se duplicó para pasar de 11.500 a 24.600 millones de dólares, un salto que estuvo acompañado por una mejora del Producto per cápita de 1.200 a 2.200 dólares.
Las reservas internacionales también alcanzaron niveles récord con 13.000 millones de dólares, mientras que la “bolivianización” de los depósitos bancarios alcanzó el 69% debido a la mejora de la expectativa de los ahorristas sobre la moneda local.
Según cifras oficiales, la pobreza extrema se redujo desde un 62,9% a un 40,9% en la población rural, mientras que en las áreas urbanas pasó de 24,3% a 12,2% el año pasado.
Un factor importante a la hora de explicar estas cifras es la política de redistribución de la riqueza, ya que casi un tercio de los bolivianos (poco más de tres millones) recibe algún tipo de ayuda estatal: la renta “Dignidad para los adultos mayores”; el bono “Juana Azurduy para las gestantes”; o el “Juancito Pinto” que incentiva la regularidad de la asistencia escolar en el área rural y en zonas pobres de las ciudades.
Según el investigador y periodista Pablo Stefanoni, Evo Morales experimentó con muchas cosas —especialmente con el diseño institucional del país— en estos últimos años, “pero nunca se apartó de una política macroeconómica cuidadosa de los equilibrios fiscales” como demuestra el haber sostenido hasta el día de hoy al mismo ministro de Economía desde 2006, Luis Arce Catacora, “un técnico moderado tanto en sus políticas como en su estilo personal que es uno de los intocables junto al canciller David Choquehuanca”, escribió en Le Dipló edición argentina en octubre del año pasado.
En abril de este año, Morales promulgó la ley de promoción de inversiones, que ofrece incentivos a las empresas y establece que las controversias con los inversores se resolverán solamente en tribunales bolivianos. La normativa fue elaborada durante dos años en consultas con el sector privado.
Tal como dice Gudynas, en los estados neoxtractivistas sudamericanos el empresariado trasnacional no desaparece, “sino que reaparece bajo otros modos de asociación”, tales como la migración a contratos por servicios en el sector petrolero o joint-ventures para la comercialización (tal como sucede, por ejemplo, en Bolivia).
“En general, pese a ciertos discursos, se observa que la nueva izquierda gobernante ha aceptado ser reformadora dentro del capitalismo”, escribió Gudynas en su artículo “Estado compensador y nuevos extractivismos: las ambivalencias del progresismo sudamericano”.
Precios
Nuevo índice para nuevos consumidores. La forma de medir la inflación también está bajo revisión en Bolivia.
El Instituto Nacional de Estadística (INE) de ese país prepara una encuesta sobre gastos personales y del hogar para modificar el cálculo del Indice de Precios al Consumidor (IPC) en 2015.
El estudio se hace en atención a recomendaciones internacionales, informó el director del Instituto Nacional de Estadística (INE), Luis Pereira, quien puntualizó que la tecnología, producción, las necesidades alimenticias y los niveles de ingreso cambiaron durante los últimos años, lo que determinará y dará a conocer la estructura de gastos en cada hogar. “Se cambiará el cálculo de la estructura de gastos de los hogares. En el patrón de consumo de las familias y de la economía en general aparecen cada vez nuevos productos, nuevas necesidades, surgen nuevas modalidades de transporte y aparecen nuevas tecnologías, y eso se tiene que actualizar”, sintetizó Pereira. •