Sánchez vuelve a liderar el PSOE

Pedro Sánchez ganó la interna socialista española con 50,24 por ciento de los votos frente al 39,9 por ciento de Susana Díaz, la presidenta regional de Andalucía. “Quiero que el PSOE sea el partido de izquierda de este país”, dijo.

Pedro Sánchez ganó la interna socialista española con 50,24 por ciento de los votos frente al 39,9 por ciento de Susana Díaz, la presidenta regional de Andalucía. “Quiero que el PSOE sea el partido de izquierda de este país”, dijo.

Lo tumbaron pero se levantó para volver por la puerta grande. Casi ocho meses después de descender a los infiernos cuando lo obligaron a renunciar al frente del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), Pedro Sánchez volvió a tocar el cielo con las manos: ayer fue elegido por los militantes socialistas como secretario general de esa fuerza en la votación interna más reñida que se recuerde en los últimos tiempos. Sánchez obtuvo el 50,24 por ciento de los votos, frente al 39,9 por ciento de su rival Susana Díaz, la presidenta regional de Andalucía, y el 9,86 por ciento del vasco Patxi López. La diferencia entre el primero y el segundo fue de 14.000 votos.

“¡Se nota, se siente, Pedro presidente!”, coreaban los partidarios de Sánchez en la sede central del PSOE en la calle Ferraz de Madrid, cuando el escrutinio avanzaba y la ventaja entre el ex líder y Díaz, responsable de la maniobra que intentó acabar con él, aumentaba.  Sus compañeros le arrebataron el poder, pero la militancia –que en 2014 convirtió a Sánchez en el primer líder socialista de la historia elegido por el voto directo de la bases–, se lo devolvió brindándole un respaldo inapelable.

En octubre, cuando dejó su banca en el Congreso de los Diputados, muchos lo daban por muerto políticamente. Pero tres meses después, anunció su candidatura a las elecciones internas del PSOE y ayer superó en apoyos a su gran adversaria: Susana Díaz. “Quiero que el PSOE vuelva a ser el partido de la izquierda de este país”, ha repetido durante la reciente campaña.

Sánchez aboga por un PSOE de izquierda que no sea cómplice del Partido Popular (PP) en el poder, sino que busque alianzas con otras fuerzas progresistas para derribar las políticas de la derecha y desbancar a Mariano Rajoy, un líder al que considera inhabilitado por los escándalos de corrupción de su partido.

De hecho, el próximo secretario general de los socialistas, de 45 años, centró su discurso en una oposición abierta al líder conservador, al que ya rechazó ayudar en septiembre cuando quiso ser investido presidente del gobierno pese a su falta de mayoría absoluta. A Sánchez, que se mostró desafiante ante quienes lo presionaban, le pasaron factura por su negativa a un gobierno del PP y su empeño por someter a votación entre las bases del PSOE las diferentes posturas surgidas en la formación en elecciones internas.

Luego que se desatara una rebelión interna –de la que algunos sectores responsabilizaron a Susana Díaz–, Sánchez se vio obligado a dimitir dos años y medio después de convertirse en el referente del PSOE. Su crisis de liderazgo, sin embargo, no era del todo nueva. Había comenzado casi en el mismo momento en que llegó a la secretaría general, con Susana Díaz como máxima rival interna. En diciembre de 2015, Sánchez concurrió por primera vez a elecciones generales bajo una gran presión. La formación obtuvo el menor número de escaños de su historia, pero se mantuvo segunda tras el PP de Rajoy, que también sufrió un gran retroceso.

Pero su intento de convertirse en presidente del gobierno en marzo con el apoyo de los partidos emergentes Podemos y Ciudadanos fracasó y España se vio forzada a repetir de elecciones. En los nuevos comicios, el PSOE cayó todavía más en apoyos, aunque, contra todo pronóstico, resistió el embate de Podemos, que amenazaba con superarlo. Los recelos internos sobre Sánchez, sin embargo, no aflojaron. “Pedro, el guapo”, como lo apodaron algunos medios, pasó de ser un completo desconocido a ponerse al frente de un partido centenario en julio de 2014 gracias al apoyo de sus militantes.

Su sonrisa de actor de Hollywood y su rostro atractivo, enmarcado por las primeras canas, se convirtieron en señas particulares de un partido que no conseguía remontar tras el golpe recibido en las elecciones generales de noviembre de 2011, cuando el PP arrebató a los socialistas el gobierno.  “La política ya estaba en mi casa porque a mi madre, que no es militante pero es más socialista que yo, y a mi padre, que sí es militante del PSOE, les encantaba debatir en la sobremesa”, contó en una ocasión. A los 21 años se afilió al PSOE. Licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales y doctor en Economía, trabajó en organismos internacionales como Naciones Unidas (ONU) y el Parlamento Europeo antes de ser diputado. Ahora, su principal reto será tratar de unir a un PSOE herido y dividido, una labor a la que se enfrentará prácticamente sin apoyos entre la cúpula del partido centenario.

Fuente: Página 12