Un Globo reventado
El noticiero de la TV abierta más poderosa de Brasil, que combate a Lula y el pedido popular de “elecciones directas ya”, había afirmado que los ex presidentes tenían cuentas offshore para recibir coimas.
23/05/2017 EL MUNDOEl noticiero de la TV abierta más poderosa de Brasil, que combate a Lula y el pedido popular de “elecciones directas ya”, había afirmado que los ex presidentes tenían cuentas offshore para recibir coimas. El escándalo popular fue tan grande que debió rectificarse y decir que no era verdad. Pero con disimulo.
En política puede ser letal que un grupo consiga entrar a la cocina del adversario: en la cocina no hay mentiras y todo es como se ve. Y por eso dejar al desnudo la propia cocina puede ser un acto suicida. Tal como anticipó ayer PáginaI12, es lo que hizo el gigante mediático Globo cuando dio indicios falsos sobre presuntas cuentas secretas de Lula y Dilma y generó tanto escándalo que debió reconocer el desastre.
Las falsedades habían sido propaladas nada menos que por el Jornal Nacional, el informativo más visto de Brasil, un país donde las noticias en televisión abierta pesan más que en el cable. El Jornal Nacional, o JN, es un fenómeno aún mayor que el Telenoche viejo, el de Mónica y César.
En el JN fue que la semana pasada Globo afirmó que el empresario de alimentos Joesley Batista dijo a la Justicia que el ex ministro de Hacienda de Dilma Rousseff había pedido un depósito de sobornos en una cuenta de la presidenta electa en 2014 y otro depósito en una cuenta secreta de Luiz Inácio Lula da Silva.
Este diario informó ayer a última hora sobre la pequeña corrección posterior de la cadena mediática más grande de Brasil con el título “Un ‘error’ de la Globo”. Quien quiera acceder a la escena puede hacer click en edición web de PáginaI12. Vale la pena repetir lo que hacen cientos de miles de brasileños escandalizados, que además se reenvían el link unos a otros.
Imprecisión
En escena aparece el periodista William Waak, que no es una de las principales figuras del Jornal Nacional, y anuncia que tiene que hacer “una corrección sobre una imprecisión que cometimos aquí en el Jornal Nacional”. Aquí la “imprecisión”: “Dijimos que en su delación premiada Joesley Batista contó que había abierto dos cuentas en el exterior a nombre de los ex presidentes Lula y Dilma. La verdad es que Joesley Batista dijo en su declaración testimonial que mantenía a nombre de él dos cuentas con dinero destinado a Lula y Dilma para ser usado en campañas electorales”.
Pasado en limpio:
Ni siquiera cuando el Jornal Nacional citó por primera vez a Batista éste ofreció pruebas o indicios de la existencia de cuentas offshore a nombre de Lula y Dilma.
El Jornal Nacional se basó en versiones sobre versiones. Dijo que la Justicia dijo que Batista dijo que el ex ministro de Hacienda Guido Mantega dijo que Lula y Dilma dijeron que querían cuentas secretas.
Globo no mostró ni un papel ni una grabación.
El presunto declarante al final habría afirmado que se pagaba a sí mismo, un hecho sin precedentes en la historia universal de la coima.
Lo que Waak llamó “imprecisión” es como mínimo un grave error. Si hubiese pruebas de que difundir esa “imprecisión” fue un acto intencional, se habría tratado de una operación de acción psicológica para instalar una falsedad. Es lo que Cristiano Zanin Martins, el defensor de Lula, denomina “lawfare”, la guerra con base en el poder judicial que recurre al uso indiscriminado de datos que no son datos y estereotipos que están desligados de la realidad.
La “imprecisión” fue reproducida por medios de Brasil y llegó a la tapa de diarios de todo el mundo, incluida la Argentina.
La aclaración de Waak fue tan leve que no impactó en los medios brasileños.
La secuencia entre la presunta filtración de un hecho tan grave y la posterior confesión de que no llegó a la condición de hecho, y por lo tanto no existió, y por lo tanto no pudo haber sido grave porque la nada no es nada, desnuda cómo trabaja la cocina del principal noticiero televisivo de Brasil y buena parte de los grandes medios de todo el continente. Hay dos posibilidades. O usa desaprensivamente los alimentos con los que elabora sus manjares o introduce veneno en ellos.
De alimentos sabe Batista porque es uno de los propietarios de JBS, que vende la mitad de los productos alimenticios que se comercian en el mundo. El imperio de Batista está en proceso de extranjerización y ya opera con sede en Holanda y 56 firmas en los Estados Unidos. Antes negoció con las autoridades monetarias de Nueva York. Batista no llegó a sufrir la sangría del grupo Odebrecht, uno de los más importantes de Brasil, América latina y el mundo entero en logística y construcciones.
Directas
De intoxicaciones sabe el diario Globo, que en el editorial del jueves pasado donde pidió la renuncia de Michel Temer se abstuvo de reclamar elecciones directas. En la misma línea utilizada por el presidente argentino Mauricio Macri al final de su gira, cuando mostró su esperanza en la actuación de las instituciones brasileñas, O Globo llamó a cumplir la Constitución. Es una exigencia capciosa, porque en caso de renuncia del presidente interino la Constitución prevé la elección indirecta de un nuevo mandatario por parte de una mayoría calificada de las dos cámaras del Poder Legislativo.
Lo que Globo hizo fue descartar la opción –compleja, por cierto, debido a los tiempos que requiere implementarla– que entre otros pide Lula: elecciones directas ya mismo.
La idea de las directas está muy lejos de un rebuscamiento de Lula y el Partido de los Trabajadores. Una encuesta de Datafolha, empresa que pertenece al diario antipetista Folha de Sao Paulo, preguntó si en caso de que Temer acabe su presidencia interina antes de tiempo los ciudadanos prefieren votar al próximo presidente o dejar que lo elija el Congreso.
Sólo el 5 por ciento dijo que no sabía.
Nada más que el 10 por ciento escogió la alternativa del Congreso.
El 85 por ciento marcó la respuesta “quiero votar para presidente”.
El domingo la parte más activa de ese 85 por ciento se congregó en ciudades de todo Brasil para exigir “diretas já”.
Mañana miles volverán a reunirse en Brasilia.
Brasil tiene menos tradición de protesta callejera que la Argentina, de modo que la sucesión de manifestaciones es un fenómeno que se dio pocas veces en su historia. ¿Cómo soportan, entonces, una hiperactividad para la que no están ejercitados? La novedad de los últimos tiempos es que cada uno sigue con su vida cotidiana. No hay una ruptura de todos los hábitos. Quien tiene trabajo, trabaja. Quien estudia va a clase. Entonces es posible protestar y a la vez (perdón por la palabra) resistir: la continuidad de sus actividades regulares los potencia. Lo cual termina haciendo que las protestas no solo sean cada vez más imponentes sino que puedan continuar en el tiempo y se articulen con el uso cada vez más fino de las redes sociales. Al principio circulaban insultos. Hoy es el momento de los memes, del ingenio, de los datos comprobados, de la información propia y del intercambio de experiencias de lucha contra Temer y, al margen del presidente de facto, contra los proyectos de flexibilización laboral y destrucción de la jubilación pública.
Mea culpa
La Red Globo sigue marcando la agenda de muchos periodistas, jueces y políticos pero, como lo revela la encuesta sobre las elecciones directas en contraste con la línea editorial del grupo, ya no construye el sentido común en soledad.
En Facebook, Twitter y WhatsApp crece la instalación del hashtag #OcupaBrasília, primero mediante la concentración en el estadio Mané Garrincha y a las 17 de mañana con una marcha hasta el Congreso nacional.
Se populariza como sinónimo de afrenta una frase del ultraconservador Rodrigo Maia, del partido DEM, una de las fuerzas políticas asimiladas como propias por los grandes bancos, las megaempresas, los gigantes mediáticos y sectores del Poder Judicial que incluyen a la Corte Suprema, el jefe de los fiscales y el juez especializado en lulicidio Sergio Moro. “El Congreso no está obligado a escuchar al pueblo”, dijo Maia, hijo de un comunista que se convirtió en derechista. “No es un registro donde certificamos lo que el pueblo pide.”
Maia es uno de los precandidatos a suceder a Temer si el presidente de facto renuncia o es sometido a un juicio político. Otro es el actual ministro de Hacienda, Henrique Meirelles, que entre 2012 y 2016 fue el principal directivo del grupo JBS de Batista. Simple casualidad, naturalmente.
El ex ministro de Justicia y de Educación de Lula, Tarso Genro, dijo al diario El País de España que Globo es un “partido político”. Trabaja, en su opinión, articulado con franjas del Poder Judicial. “Usan simultáneamente la legalidad y el estado de excepción, y en esa oscilación puede caer mucha gente, justa e injustamente”, dice.
El “partido político” llamado Globo le quitó sustentación a Temer porque estaba sucio por las denuncias de corrupción y porque en un año entero no logró alcanzar ni el 10 por ciento de imagen positiva. Algo más: según Genro, que también fue gobernador del Estado de Rio Grande do Sul, Temer se desgastó ante O Globo porque no logró hacer aprobar las reformas sobre jubilación y régimen laboral, bloqueadas en el Congreso por la crisis política.
El problema es que al revés de lo que sucede con Lula y Dilma, donde solo hay versiones, Batista habló sobre Temer y sobre el senador Aécio Neves con grabaciones, o sea que hizo confesiones combinadas con pruebas. Los grandes medios están obligados a un acto contra natura: deben tomar como algo normal denuncias “infinitamente más sustentables que las que pesan contra Lula, que viene siendo el blanco del noticiero”. Ese acto termina siendo de hecho, sin que lo busque Globo, “una especie de mea culpa”.