La marginalidad genera un rancho por día en Santa Fe
La estadística la brindó el Movimiento Los Sin Techo. En Santa Fe existen 2.000 viviendas precarias.
01/04/2019 MUNICIPIOSLa estadística la brindó el Movimiento Los Sin Techo. En Santa Fe existen 2.000 viviendas precarias.
En la semana se dieron a conocer cifras alarmantes vinculadas al aumento de la pobreza no solo en el país sino también en el Gran Santa Fe.
Por un lado, el informe difundido por el Observatorio de la Deuda Social dependiente de la Universidad Católica Argentina reveló que la pobreza multidimensional urbana pasó del 26,6 al 31,3% de la población entre 2017 y 2018.Además marcó que eso se dio en un contexto en el que se redujo la cantidad de hogares sin acceso a cloacas, bajo contaminación o con vivienda precaria. Los pobres multidimensionales son aquellos que se encuentran bajo la línea de pobreza porque no cubren la Canasta Básica Total (CBT).
Este informe mide las carencias no monetarias, es decir alimentación y salud, servicios básicos, vivienda digna, medioambiente, educación, empleo y seguridad social, y las relaciona con ingresos.
Por su parte las cifras publicadas por el Instituto Nacional de Estadísticas (Indec) reflejan que la pobreza en el Gran Santa Fe creció al 34,4% en el segundo semestre del 2018. Se trata de un incremento de 8 puntos si la comparación es con igual período del 2017. Según los datos del propio organismo nacional, la pobreza alcanzó en el gran Santa Fe (durante la segunda mitad del 2018) el 23,1 por ciento de los hogares.
Más allá de los indicadores y variables que se utilizan para determinar estos porcentajes, el crecimiento de la indigencia y el aumento de las necesidades por parte de los que menos tienen es visible. El aumento de personas pidiendo no solo en las calles y las familias que a diario caminan los hogares de los barrios más pudientes, en bicicleta, con sus hijos en changos o en carritos, pidiendo puerta a puerta “lo que pueda doña” es una realidad.
Es sabido que en la ciudad una de las organizaciones que convive a diario con los más necesitados es el Movimiento Los Sin Techo. Desde la organización se manifestaron preocupados por el crecimiento de la pobreza y la indigencia en la ciudad.
“Nosotros lo que vemos con respecto a los informes es que en Santa Fe el Indec había reflejado en su último informe casi 3.200 familias indigentes”, aseguró José Luis Salazar, responsable del área de Hábitat de Los Sin Techo al ser consultado sobre las estadísticas.
Desde el Movimiento confirmaron que las condiciones de pobreza y marginalidad se traducen en la instalación de un rancho por día en la ciudad de Santa Fe, en donde se contabilizan un total de 2.000.
“Casi 360 a 380 ranchos anuales se instalan como consecuencia del crecimiento de la marginalidad”, aseguró Salazar. En los últimos dos años el Movimiento evidenció un crecimiento sostenido de la indigencia, el cual se traduce de una forma muy simple: familias que no tienen para comer, que no les alcanza.
“Hoy siendo conservador una familia con dos chicos y dos adultos necesita para alimentarse $10.500 pesos, solo para comer”, afirmó el referente del Movimiento que desde hace 32 años trabaja en los barrios más vulnerables de la ciudad. La cifra se desprende de un estudio que la entidad realizó en base a los alimentos que se necesitan para llegar a cubrir las calorías necesarias para cada grupo etario, en donde los menores necesitan cubrir las 1.880 calorías y los adultos 2.770. Ese costo no incluye transporte, ni calzado o educación. “Solo lo necesario para alimentarse y no lo tienen”, destacó Salazar.
La situación de escasez que atraviesan hoy aquellas personas que se dedicaban a hacer changas o trabajaba por día va en aumento. “Esas familias hoy no saben si sus hijos van a comer en el comedor de la Municipalidad, de Cáritas o de Los Sin Techo. Eso es peligroso, porque es un caldo de cultivo que tarde o temprano explota”, vaticinó.
Esta situación se evidencia, en parte, en la demanda que tienen hoy los comedores que poseen Los Sin Techo en donde a diario 5.500 chicos reciben un plato de comida.
Otro de los factores que observan y preocupa es la creciente demanda de alimentos que se registra en la sede del Colegio Mayor Universitario, espacio en el que funciona la oficina del Movimiento. “Tenemos todos los días entre 40 a 50 personas que piden de comer, a los que antes les daba vergüenza pedir”, agregó el integrante de Los Sin Techo.
Decisión política
Tomando como punto de partida las cifras que brindó el Indec en torno a las 3.200 familias que se encuentran en la indigencia, Salazar aseguró que Los Sin Techo tiene localizados un total de 1.800 ranchos, con los cuales trabajan para poder sacarlos de la situación en la se que se encuentran.
Los aportes que brinda la provincia de Santa Fe y el trabajo del Movimiento colaboran para paliar las necesidades. «Con los recursos mensuales se garantiza que 2.000 ranchos tienen indigencia cero. Entonces no es imposible, no es una cuestión económica, son decisiones políticas que hay que tomar en este campo», destacó el referente.
Un aspecto que la organización trabaja a diario con los distintos estamentos de gobierno es el vinculado a la vivienda. “Erradicamos todas las viviendas precarias que estaban sobre el Reservorio, estamos trabajando en Santo Domingo, en todo Barranquitas, en Villa Oculta. Pero estamos haciendo 100 casas por año y la realidad nos exige que hay que hacer 450 por año para poder resolver el problema del hábitat”, afirmó.
Si bien sostuvo que los servicios que se deben brindar a la comunidad son importantes, Salazar hizo hincapié en que la primera necesidad actual es alimentar a la población. “Si no les damos de comer, no les aseguramos la alimentación al sector marginado que es el más excluido, esto no tiene solución. Porque nadie puede instruirse en un ranchito sino tienen las 1.880 calorías. Así no se pueden instruir y ni siquiera pueden terminar la primaria”, recalcó.
En un contexto al que calificó como complejo Salazar no dudó al momento de citar las enseñanzas del fundador del Movimiento, el sacerdote Atilio Rosso: «El padre siempre nos decía que cuando un ciudadano no ve al hombre de arriba del carro que puede ser su papá, que la vida nos regaló que estemos de este lado; y sino vemos que el chico que rompe la bolsa de basura y está comiendo de esa bolsa, que puede haber sido mi hijo, el problema no se va a resolver porque la sociedad lo toma como un número».
«En cambio –continuó– si lo tomamos como a un hermano, tenemos que darle todos los derechos y ahí sí tenemos que ajustarnos el cinturón y decir «ese tipo es igual a mí», pero para eso tiene que haber aprehensión espiritual. «Acá falta un poco de amor», solía decir el padre».