Agricultura urbana, la escuela donde se aprende a cultivar, envasar y producir
En el corazón del oeste neuquino. los vecinos cuentan con una sala para elaborar alimentos, además de una huerta y un vivero.
13/09/2019 MUNICIPIOSEn el corazón del oeste neuquino. los vecinos cuentan con una sala para elaborar alimentos, además de una huerta y un vivero.
Un equipo de profesionales lleva adelante la dirección de Agricultura Urbana, un área municipal donde los conocimientos y saberes se ponen a disposición de los vecinos para que puedan aprender a autoabastecerse en el cultivo y envase de sus propios alimentos, que pueden ser para consumo personal como para comercialización.
Se trata de un área de la Subsecretaria de Empleo y Economía Social, dependiente de la Secretaría de Desarrollo Humano de la Municipalidad, cuya sede está en Reconquista 670, a metros del Ruca Che, en el corazón del oeste neuquino. Ahí cuentan con una sala de elaboración de alimentos, una huerta y un vivero.
El director de Agricultura Urbana del municipio e ingeniero agrónomo Alfonso Guasco explicó que tienen dos ejes de trabajo con la comunidad. Por un lado, poner a disposición la sala de elaboración de alimentos, que cuenta con la habilitación no sólo del laboratorio de Bromatología Municipal, sino que está pronta a contar con la habilitación nacional, para que puedan utilizarla emprendedores de conservas y panificación. Por el otro, están las huertas familiares desde donde se promueve la autoproducción de alimentos en casa, para que se aproveche el uso del suelo, de canteros o cultivos verticales.
El funcionario explicó que, dentro de la sala, con la ayuda de técnicos bromatológicos, de 10 a 12 emprendedores realizan el proceso de elaboración y conserva de alimentos que luego serán comercializados en las ferias. Reciben ayuda técnica para garantizar que se cumplan con las normativas de la ley de bromatología para que sea inocuo y seguro y se garantice el control de calidad de la elaboración. Observan la manipulación de la materia prima, la cocción, el envasado y el etiquetado de los productos, punto donde interviene el área de Economía Social con capacitaciones.
Elaboran productos tales como torta galesa, aguas saborizadas, barras de cereales, mermeladas de frutas finas, pickles y escabeches, entre otros. Un amplio abanico de mercaderías para las que se turnan con el fin de poder reponerla y que sea comercializada. No emplean ningún tipo de conservante por lo que se acorta su vida útil.
“Todo producto debe tener la habilitación correspondiente. Actualmente, la sala tiene su Registro Municipal de Establecimiento (RME), estamos tramitando el Registro Nacional de Establecimiento (RNE). Los productos que hoy desarrollamos tienen su Registro Municipal de Producción de Alimenticio (RMPA), y los que requieran expandir el mercado fuera de la ciudad gestionan el Registro Nacional de Producción Alimenticio (RNPA)”, explicó Guasco, quien indicó que la habilitación nacional de la sala está en trámite.
La sala funciona desde hace ocho años, al principio los vecinos se acercaron para aprovechar el excedente y hacer conservas para consumo personal. Luego el uso de fue para aquellos que tenían excedentes de la huerta y querían legalizar lo que estaban haciendo para formalizar su producción.
Así, la sala pasó de brindar un espacio para elaborar productos de consumo propio a tener un enfoque más emprendedor. Para ello, cuenta con el apoyo de Economía Social en capacitaciones y líneas de financiamiento. El funcionario sostuvo que la sala quedó chica e insuficiente el equipamiento, dado que los 12 emprendedores cuentan con dos turnos por mes y la capacidad de producción es baja. Por eso presentaron dos proyectos a Nación para conseguir el financiamiento para ampliar la capacidad de producción y que les resulte más rentable, con más espacio y más equipamiento.
“Hoy la sala funciona como una escuela lo que se pretende es lograr es que se independicen”, señaló el ingeniero.
Más que autoconsumo
“Se había perdido el hábito de tener una huerta en casa para consumo familiar. Fueron los jóvenes quienes empezaron a mostrar interés y se acercaron para aprender a preparar el suelo y cultivar. Además del beneficio económico, se aseguran que el producto sea sano porque no tienen agregados agroquímicos”, ponderó Guasco.
Desde Agricultura Urbana brindaron charlas y capacitaciones en centros de salud, vecinales, NIDO y centros integrales y recibieron alumnos para mostrarles cómo es el proceso de cultivar la huerta, apoyados con técnicos del INTA, quienes proveen los kits de semillas de estación en el marco del Programa Pro Huerta de Nación. “En 2017 contabilizamos 660 personas en nuestros talleres, en 2018 fueron 555. Por día se reciben unas cinco consultas”, puntualizó.
Entre los talleres que suelen dictar se encuentran los de planificación de la huerta para cada estación; los de construcción de microtúneles y de invernaderos; automatización del riego; autoproducción de semillas, para aprender a autoabastecerse; producción de aromáticas orgánicas; poda de frutales; producción de gírgolas (el 18 de septiembre); de control de plagas; y de injertos de vid.