Alcalde de Nueva York quiere arreglar el deteriorado subte con una suba de impuestos al 1% más rico de los ciudadanos
El alcalde, Bill de Blasio, propuso recaudar unos US$ 700 millones adicionales de los contribuyentes más ricos para financiar la modernización del subte y subsidiar el boleto a las familias de menores ingresos
09/08/2017 EL MUNDOEl alcalde, Bill de Blasio, propuso recaudar unos US$ 700 millones adicionales de los contribuyentes más ricos para financiar la modernización del subte y subsidiar el boleto a las familias de menores ingresos
nfestado de ratas. Sucio. Ruidoso. Viejo. Corroído. A veces, impredecible: sufre demoras que parecen eternas, descarrilamientos o suspensiones inesperadas en el servicio, que se suman a las “programadas” (por reparaciones o mantenimiento). Y en horas pico está atestado.
El subte de Nueva York, “capital del mundo” y la ciudad más poblada de Estados Unidos, dista de ser un faro de progreso y desarrollo. Está en crisis, y es vital para la vida en la Gran Manzana. Cada día, de lunes a viernes, mueve a más de cinco millones y medio de personas. Y no descansa nunca: funciona los siete días de la semana, las 24 horas del día.
Para resolver la crisis y, de paso, apuntalar su cruzada contra la desigualdad, el alcalde, Bill de Blasio, propuso subir impuestos a unos 32.000 neoyorquinos, integrantes del “1%” más rico de la ciudad, y utilizar la recaudación para financiar la modernización del subte y subsidiar los viajes de las personas de menores ingresos.
“Estamos pidiendo a los más ricos de nuestra ciudad aportar un poco más para ayudar a llevar nuestro sistema de tránsito al siglo 21”, dijo De Blasio, al presentar su propuesta. “No es sólo una crisis del subte. Es una crisis humana, y los neoyorquinos la viven todos los días”, continuó.
El alcalde propuso que las personas que ganan más de US$ 500.000, o las parejas con ingresos superiores al millón de dólares, paguen medio punto más de impuesto a la renta estatal -en Estados Unidos, las personas y las empresas pagan ganancias dos veces, al gobierno federal y a los estados- para recaudar unos US$ 700 millones adicionales a partir del año próximo.
La mayor parte de esos fondos se utilizarían para modernizar el subte y los autobuses que recorren la ciudad, mientras que unos 250 millones de dólares se destinarían a reducir a la mitad la tarifa que pagan unos 800.000 neoyorquinos. Un boleto para un viaje cuesta tres dólares, o poco más de $ 53, contra los $ 7,5 que cuesta en Buenos Aires. La tarjeta mensual, que permite utilizar el servicio sin límites, cuesta 121 dólares, o unos $ 2150.
La ofensiva de De Blasio resucitó una debate añejo en Nueva York: cómo mejorar el sistema de transporte, un interrogante que lleva inexorablemente a otro: cómo mejorar el funcionamiento y las arcas de la Autoridad Metropolitana de Transporte (MTA, según sus siglas en inglés), un gigante bajo la órbita del estado de Nueva York que, entre otras cosas, controla también trenes suburbanos y algunos de los puentes y túneles de la ciudad.
La crisis del subte creó otro punto de fricción entre De Blasio y Cuomo, que se han enfrentado por una punta de temas. Ahora, la pelea es por quién se hace cargo de la cuenta. El aumento de impuestos propuestos por el alcalde debe ser aprobado por la legislatura y firmado por el gobernador. Nada sugiere que ocurrirá.
La MTA acarrea problemas financieros. El último presupuesto, que prevé gastos anuales por encima de los 15.000 millones de dólares, anticipa un déficit operativo creciente tapado con “ajustes” que aún dejarán un déficit de casi 400 millones para 2020. A principios de este año, el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, la declaró en “estado de emergencia”.
El director de la MTA, Joseph Lhota, pidió que De Blasio y Cuomo pagaran a medias un fondo de emergencia de 800 millones de dólares para tapar la sangría. Cuomo ya dijo que sí, pero De Blasio no quiere poner más plata de la ciudad. Optó, en cambio, por ofrecer un plan alternativo para financiar el plan.
De la resolución de esa puja política depende el futuro del subte de Nueva York. Alicaído y todo, el subte marca el pulso de la ciudad, conecta a millones de personas, ofrece espacio par el arte y, también, para la catarsis: a fines del año anterior, la estación de Union Square quedó tapada de mensajes escritos en post-it contra el entonces presidente electo, Donald Trump.
Como dijo una argentina que vivió años en la ciudad: “Podrá ser sucio y todo lo que todo el mundo quiera. Pero te lleva a todos lados a toda hora”.