Añelo, el pueblo de Vaca Muerta: millones disponibles pero pocas calles
Hay 15 mil plazas disponibles para petroleros, se alquilan casas, módulos para una persona y hasta patios. En La Meseta, la gente busca su propia identidad.
23/06/2025 MUNICIPIOSHay 15 mil plazas disponibles para petroleros, se alquilan casas, módulos para una persona y hasta patios. En La Meseta, la gente busca su propia identidad.
En Añelo no se duerme tranquilo. A pesar del silencio de las calles en hora de la siesta, el boom del mercado inmobiliario por la fiebre petrolera, hace que haya máquinas y hormigoneras encendidas todo el tiempo; en cada rincón de tierra sobre la barda se construye una casa, un módulo para poder albergar a miles de trabajadores que necesitan un lugar -permanente o temporal- para poder vivir y trabajar en Vaca Muerta.
Desde el aire, Añelo cambió algo su geografía comparada con la de hace una década cuando empezó el boom del shale con Loma Campana. Es apenas sutil desde el aire, donde se pueden observar edificios-dormitorios sobre la Ruta 7, y una pátina gris de casas y barrios, para albergar a las miles de personas que están de paso en esta ciudad, que tiene millones de pesos, pero pocas calles.
A pocos kilómetros antes de llegar a la ciudad, hay camas modulares, en habitaciones para una persona, casonas convertidas en residencias para operarios, y trailers o contenedores adaptados para viviendas. Añelo no es la nueva Dubai, está muy lejos de eso, porque el edificio más alto tiene cinco pisos.
En total, según confirmó el intendente Fernando Banderet, ya hay más de 15.000 plazas disponibles, una cifra que resume el boom inmobiliario más explosivo de la Patagonia. Sin embargo, Añelo todavía no tiene infraestructura para soportarse a sí mismo. «Hay otro proyecto para hacer otras 450 camas, el Estado siempre va atrás, pero tenemos que hacerlo», sostuvo a LMNeuquén.
Añelo: máquinas, camionetas y ruido
En cada cuadra hay obras en construcción, carteles de “Se alquila” o “Se Vende” a precios siderales, por 300 metros cuadrados a la vera de la ruta, todo un movimiento. Negocios que abren y cierran, nuevas licencias comerciales, empresas constructoras que trabajan día y noche, y viviendas que se transforman en hospedajes con carteleras. “Acá el que tiene una pieza libre, la alquila», dicen.
En Añelo hay mucho circulante, pero también hay dos ciudades: una que busca el negocio a corto plazo, de comprar y vender propiedades el alto alquiler y otra que pretende construir un futuro para el post Vaca Muerta, para el día en que toda esta fiebre baje de temperatura.
Todo lo que se construye y se alquila antes de ser terminado. El precio del metro cuadrado sube y un terreno bien ubicado puede costar hasta USD 100.000, y muchos se venden en efectivo. “Acá lo que sobra es plata, pero no muchos quieren vivir en Añelo. Lo que falta es infraestructura”, dijo un vecino que está hace tres años y tiene un comercio.
Los habitantes históricos de Añelo también entraron en el juego. Muchos alquilan sus casas, una o dos habitaciones, o incluso el patio para instalar contenedores habitacionales. Otros ofrecen sus residencias como domicilio legal, una suerte de “servicio” para aquellos trabajadores o contratistas que llegan con la necesidad de contar con una dirección local y así mejorar sus chances frente a las empresas que priorizan el arraigo.
Afloran los nuevos negocios
«Es una forma de sobrevivir, ellos consiguen laburo, nosotros un ingreso más”, dijo otro vecino, que alquila el fondo de su casa a un obrero de la construcción, mientras que acotó: «Acá si venís con un oficio, tenés posibilidades. Si venís sin saber nada, te vas».
Los hoteles tradicionales no dan abasto, y por eso el nuevo paisaje urbano de Añelo se completa con módulos habitacionales, pequeñas torres de hasta cinco pisos construidas por empresas, gremios como la UOCRA, contratistas, sindicatos y hasta comerciantes locales.
Se hacen en terrenos angostos, prefabricados o con materiales económicos, pensados para una persona por habitación. Es como un lugar como dormis, para darse una ducha rápida, cama, aire acondicionado, no más que eso.
Muchos de estos desarrollos se levantan sobre la Ruta 7, la vía troncal que atraviesa Añelo y que hoy parece una avenida petrolera de dos vías, colapsada de camiones en los horarios pico, y donde cruzar la calzada para llevar a los chicos a la escuela es un verdadero peligro. Hacia el norte está La Meseta y los nuevos desarrollos; y hacia el sur, el viejo Añelo, donde casi no hay personas en las calles. Solo camionetas Hilux, trailers, grúas, corralones y obradores. Las familias están en sus casas y los trabajadores en los yacimientos.
La Meseta: un barrio petrolero con aspiraciones
En medio de esta ebullición, aparece La Meseta, un barrio petrolero que busca consolidarse como comunidad, con identidad propia. Es un desarrollo mixto entre el Estado y empresas, con viviendas más amplias, calles ordenadas y servicios básicos que llegan de a poco. Pero sigue siendo una isla dentro del caos, pese a que tiene una maravillosa vista del viejo Añelo y un Parque Lineal (aún sin asfaltar) en medio de los caminos arcillosos.
Forma parte de la ciudad que empieza a pensar en quedarse y buscar una identidad, más allá del petróleo, y donde todo cuesta, sobre todo instalarse y ganarle la batalla al clima, a la accesibilidad y al esparcimiento.
En Añelo todo se transforma en recurso. Una cama, un espacio vacío, una dirección, una pieza sin uso, un lote en desuso. Es la Nueva Añelo, impulsada por el gas, la necesidad y la lógica de la supervivencia en un contexto de oportunidades fugaces.