Bahía Blanca: ciudad dispersa, ciudad más cara y en plena crisis

El crecimiento hacia “afuera” disminuye la calidad en la prestación de los servicios y los hace más costosos.

El crecimiento hacia “afuera” disminuye la calidad en la prestación de los servicios y los hace más costosos.

Bahía Blanca está cada año más dispersa y extendida, dos de las características menos propicias para una ciudad, causantes de un sinnúmero de impactos negativos para su funcionamiento, desarrollo ambiental y calidad de vida.

Ha crecido, y lo sigue haciendo, dejando enormes superficies de tierra sin ocupar, potenciando el Norte y escapando del gran pozo marcado por el fuerte fundacional. Su baja densidad y la falta de planificación la aleja de toda posibilidad de conformar una urbe a la que los planificadores plantean como la más adecuada para garantizar buenos resultados en materia de seguridad, sostenibilidad y equidad.

La tierra

Quizá no le cabe otro destino a una ciudad nacida entre océano y pampa, dos llanuras cuyos límites es el mismo e inalcanzable horizonte. Bahía Blanca posee una de las más bajas densidades poblacionales de la provincia.

Es una ciudad dispersa, antagonista de la compacta, de alta densidad y concentrada en áreas mucho menores.

La primera crece hacia afuera, genera nuevos espacios residenciales, industriales y de ocio, como respuesta a nuevos estilos de vida, en contacto con la naturaleza. Una organización urbana cuestionada por los urbanista por su negativo impacto ambiental y la necesidad de grandes inversiones en infraestructura.

La compacta responde a conjuntos residenciales densificados, con énfasis en la sostenibilidad medioambiental, en la concentración de servicios y el movimiento comercial y civil.

Las formas

Bahía Blanca tiene, tomando la totalidad de su territorio, una densidad de 123 habitantes por kilómetro cuadrado (h/km2), cifra baja comparada con distritos del Conurbano. Avellaneda, por ejemplo, tiene 350 mil habitantes y 6 mil h/km2. Lanús, con 450 mil habitantes, alcanza los 12 mil y San Isidro 8 mil.

Con el interior la comparativa es más pareja. La Plata tiene 620 h/km2; Mar del Plata 386 y San Nicolás 202.

La arquitecta Rosana Vecchi, especialista en temas urbanos, menciona que el área «consolidada» ocupa 4 mil hectáreas, en las cuales vive casi la totalidad de la población bahiense. El Código de Planeamiento de nuestra ciudad considera un área urbana de 11.500 hectáreas, de las cuales 9.200 están prácticamente vacías.

Vecchi dice que todo modelo urbano de dispersión genera «graves problemas». A Bahía Blanca las políticas desarrolladas en las últimas décadas, o mejor dicho la carencia de las mismas, la partieron en dos.

«En lugar de buscar vínculos sustentables con el sur, cerca del estuario, se prefirió el camino más fácil de abandonar la ciudad real y crear una nueva, al norte, reservada a unos pocos», sostiene.

Una consecuencia de esa extensión es que exige mayores tiempos de desplazamiento. En “horas pico” el tráfico vehicular genera ambientes insalubres, complejos e inseguros.

El médico Pedro Silberman, estudioso de la situación vial, señala «desde el sentido común» la necesidad de contar con un proyecto urbanístico que considere, antes de construir en las afueras, los medios de transporte y las arterias que conectan con el centro.

«Hoy se puede ver cómo se sobrecargan calles sin estar preparadas para eso, al tiempo de aumentar la cantidad de motos y bicicletas por falta de transporte público», señala.

Nuevos barrios obligan a extender las líneas de ómnibus, generando una demanda que no guarda relación con la distancia que se recorre. Los empresarios mencionan la baja relación entre la cantidad de pasajeros transportados y los kilómetros recorridos, lo cual deriva en un valor más alto del pasaje.

Definición: “Lo inverso a la calidad de compacta”
La falta de infraestructura es otra consecuencia de un crecimiento periférico. La ley provincial 8912 señala que ningún nuevo loteo puede prescindir de los servicios de electricidad, agua y gas, pero no exige la pavimentación. Bahía suma hoy 6 mil cuadras de tierra. Revertir esa situación supone destinar el 100% del presupuesto para obras públicas por 15 años.

Otra situación preocupante es la recolección de residuos, que requiere la totalidad de la tasa del ABL (un 16% del presupuesto municipal), equivalente al que demanda el servicio en la Capital Federal, 10 veces más poblada.

El mes pasado tuvo lugar en Quito (Ecuador) la Conferencia de Naciones Unidas sobre Desarrollo Urbano Sostenible, en la cual se analizaron las condiciones para generar una ciudad propicia para sus habitantes. Las cualidades son: compacta, inclusiva, resistente, participativa, segura y sostenible.

Bahía aparece como «lo inverso a la calidad de compacta, pasando el límite de sostenible», explica Vecchi, quien participó del encuentro.

«La falta de estrategias y de objetivos planificados sobre la ciudad que queremos nos aleja de garantizar una sociedad mejor y más justa», finaliza.

Toda ciudad es un hecho artificial. Es la creación máxima del hombre en materia de hábitat y condiciona, potencia o complica la vida de sus habitantes. Todo pensamiento por ordenarla juega a favor de una vida mejor.

Fuente: La Nueva