Bañado La Estrella, un valioso santuario de vida silvestre
Una excursión en canoa en medio de un impactante universo, enmarcados por la exuberante vegetación y las culturas originarias.
30/11/2016 TURISMOUna excursión en canoa en medio de un impactante universo, enmarcados por la exuberante vegetación y las culturas originarias.
La piragua de madera se desliza por las aguas quietas del Bañado La Estrella cortejada por una hilera irregular de champales (árboles secos semisumergidos), que recuperan su vitalidad envueltos en enredaderas, de las que se desprende una multicolor multitud de mariposas, abejas y pájaros. El guía apela el sentido común y deja de golpear el agua con los remos, para que sólo las aves se encarguen de quebrar el silencio. Una vistosa cigüeña jabirú sacude su plumaje bajo una esbelta palmera y desplaza a un segundo plano la compacta cortina de algarrobos, quebrachos, mistoles, guayacanes, palos blancos y duraznillos.
Las piezas infaltables del impactante paisaje natural de Formosa se reúnen aquí, en el tercer humedal más grande de Sudamérica, un reservorio de biodiversidad extendido sobre 400 mil hectáreas. El Bañado La Estrella recorre una gruesa franja de 220 kilómetros de largo por 20 kilómetros de ancho de la ecorregión del Gran Chaco, comprendida entre los ríos Bermejo y Pilcomayo.
De a poco, la excursión gana en interés con la salida a escena de un somnoliento yacaré overo, que retuerce parsimoniosamente su cuerpo de dos metros de largo, para quedar estirado sobre la orilla, expuesto a la atmósfera templada prodigada por el sol de la mañana. Un portentoso oso hormiguero aguarda su turno, agazapado junto a las ramas crujientes de un chañar. Todo indica que la espera tiene para rato: es probable que el espectáculo de las aves acuáticas, captado al detalle por las cámaras y los prismáticos de los turistas, tenga continuidad hasta la caída del sol. De todas maneras, el agua verdosa -en el que bailotean algas y se esconden cardúmenes de peces de toda clase y tamaño- se agita de a ratos por los saltos de los sábalos y la ruidosa irrupción de carpinchos, nutrias y lobitos de río.
Repentinamente, los lentes dejan de apuntar hacia los vuelos rasantes que ensayan las bandadas y buscan el mejor ángulo para registrar el movimiento ondulante de una curiyú, la serpiente más grande de la Argentina. El intimidante ofidio acaba de poner en apuros a una cría de carpincho, pero ya desistió de su propósito poco amistoso. Su cuerpo amarillo se desprende del suelo fangoso y ahora permanece inmóvil, anudado en un tronco seco. Para los forasteros, la boa acaba de transformarse en el punto de atracción colectiva. La observan absortos los turistas conducidos por baqueanos, aficionados al safari fotográfico y hasta ornitólogos, que encuentran una buena excusa para desentenderse de las 300 especies de aves registradas en esta zona.
Pero también hay quienes siguen de largo sumidos en la indiferencia. Son los pobladores que portan los usos y costumbres de las culturas originarias y llevan generaciones conviviendo con este valioso ecosistema. En los precarios asentamientos de las etnias nativas se desarrollan actividades de subsistencia, basadas en la agricultura, la ganadería, caza, pesca, explotación forestal y recolección de especies de plantas. Los wichí se valen de la fibra del chaguar para fabricar bolsos, prendas de vestir, caminos de mesa y cortinas. Por su parte, las comunidades toba se muestran hábiles en la preparación de tapices con lana de oveja y ofrecen delicadas piezas de cestería a base de totoras y palmas. Las fama de los artesanos locales se extiende a las culturas nivaclé (también conocida como chulupí) y pilagá, cuyas expertas manos también están dedicadas a producir canastos -aunque, en este caso, recurren al carandillo como materia prima- y al tallado de madera de palo santo y algarrobo.
El admirable equilibrio entre hombres, plantas y animales que atraviesa de punta a punta este ecosistema impulsó a la Fundación Biodiversidad Argentina, el Centro de Investigaciones de Vida Silvestre de Japón, la Agencia de Cooperación Internacional de Japón y el Gobierno de la Provincia de Formosa a presentar en 2012 el Proyecto La Estrella. La región registra la tasa de deforestación más baja del Noreste argentino y no es cuestión de dejarla a expensas de los depredadores: la iniciativa apunta al desarrollo sustentable, a través de la valoración de los ecosistemas nativos, el manejo racional y la educación ambiental. Por el momento, este territorio virgen para los amantes del ecoturismo permanece a salvo en el noroeste de Formosa, mientras en otras regiones no se detiene el proceso de erosión y degradación, empujada por la tala, el monocultivo y la ganadería extensiva.
Otras reservas imperdibles de Formosa
Parque Nacional Pilcomayo
Parte de la región del chaco húmedo, esta área protegida de casi 52 mil hectáreas suele ser visitado a través de excursiones que combinan el Parque Nacional con el Bañado La Estrella. Sus mayores atractivos se aprecian en los esteros, cañadas y lagunas, donde crece abundante vegetación flotante, como camalotes. Sin embargo, el paisaje característico reúne pastizal y palmeras caranday. Otros ejemplares de árboles son el lapacho, quebracho colorado, algarrobo y guayacán. Entre sus 324 especies de aves, 85 variedades de mamíferos, 42 tipos de reptiles y centenares de anfibios y peces, se destacan dos especies de yacaré, la boa curiyú, el mono carayá, lobito de río, tapir, aguará guazú, carpincho, coatí y oso hormiguero.
Junto al riacho Pilagá, a 25 km de Formosa capital, esta estación de animales silvestres se especializa en la recuperación y recría de fauna en riesgo de extinción. Los senderos que recorren las 150 hectáreas pueden ser transitados con entrada gratuita. Los guardaparques brindan información sobre la flora nativa, animales pequeños que se mueven en libertad y las fieras de mayor tamaño, protegidas en cautiverio. Tucanes, búhos y jacanas conviven aquí con reptiles, anfibios, tortugas terrestres y acuáticas, pecaríes, jabalíes, nutrias, monos y osos meleros.
Cómo llegar
De Buenos Aires al Bañado La Estrella son 1.450 kilómetros por ruta 9 (Panamericana ramal Escobar), autopista Rosario-Santa Fe, ruta 11 hasta Formosa capital, ruta 81 hasta Las Lomitas y ruta 28; 9 peajes, $ 145.
Aerolíneas vuela directo a Formosa capital (1 h. 45′) todos los días a las 8.35 y 16.05; ida y vuelta con impuestos, desde $ 4.242.
Bus semicama Godoy de Retiro a la ciudad de Formosa (17 hs.), $ 1.235 ida; coche cama El Cometa (16 hs.), $ 1.320 ida.
De Formosa capital a Las Lomitas (5 hs.), micro común Nueva Godoy o El Norte Bis: $ 275 ida.
Dónde alojarse
Habitación doble con desayuno, cochera, TV cable y wi-fi en el hotel Regina, en Formosa capital, $ 560; triple, $ 760; cuádruple, $ 960 (www.regina-hotel.com.ar).
Habitación doble con desayuno, TV cable, wi-fi, minigimnasio y estacionamiento en el hotel Asterion, $ 1.185; triple, $ 1.454 (www.asterionhotel.com.ar).
Cuánto cuesta
Excursión de día completo de Formosa capital a La Estrella, con guía, traslado, almuerzo, navegación en lancha (30′) y visita a apicultores en Ibarreta, $ 900 (www.formosareceptiva.com.ar).
Dónde informarse
En Buenos Aires, Casa de la Provincia de Formosa: Hipólito Yrigoyen 1429, tel. 4383-0376.
En Formosa, (0370) 442-5192/0442.
turismo@formosa.gob.ar
www.formosa.gob.ar
www.bañadolaestrella.org.ar