Bellas Artes tiene su propia fábrica de juguetes ecológicos y solidarios

UNO DE LOS “RODADOS” ECOLÓGICOS DISEÑADO POR ALUMNOS DE BELLAS ARTES PARA NIÑOS DE ENTIDADES DE BAJOS RECURSOS

UNO DE LOS “RODADOS” ECOLÓGICOS DISEÑADO POR ALUMNOS DE BELLAS ARTES PARA NIÑOS DE ENTIDADES DE BAJOS RECURSOS

A partir de materiales reciclados arman objetos lúdicos y educativos para niños de bajos recursos

Enseñar, aprender, cuidar el medio ambiente y ayudar a niños de bajos recursos. El círculo cierra sin dejar resquicios. Y si a ello se suma que el proyecto académico-solidario incluye el trabajo conjunto entre alumnos universitarios y secundarios, se parece a un círculo ‘perfecto’. Se trata de una iniciativa que encabezan profesores y estudiantes de la carrera de Diseño Industrial, de la facultad de Bellas Artes, que se basa en la fabricación de juguetes artesanales con materiales reciclados, para que luego sean utilizados por chicos de barriadas humildes.

Así, en los últimos años, en muchas aulas de la casa de estudios de 7 y 60 ha ido ganando terreno el concepto de “aprender ayudando”. En ese sentido cabe recordar que en 2010 ganó un premio nacional el proyecto “aprendizaje solidario” que lleva adelante desde hace más de un lustro la cátedra Lenguaje Visual 3 (común a varias carreras de esa unidad académica), que al final de cada curso lectivo dona toda la producción de sus alumnos -libros, cuentos y otros materiales didácticos- a distintas organizaciones de la Región que trabajan con pequeños socialmente vulnerables (ver aparte).

Volviendo a los docentes y estudiantes de Diseño Industrial y a los juguetes “ecológicos y solidarios”, los responsables del proyecto explicaron que “la premisa del mismo es que todos los niños tienen derecho a jugar”, de manera que desde principios de año empiezan a trabajar pensando en prácticas que posibiliten un proceso de enseñanza-aprendizaje de calidad que, desde la idea primaria, contemple un producto final que será realmente utilizado por un pequeño de dos a seis años.

Julio Longarzo, uno de los docentes de la cátedra que desarrolla la propuesta, el Taller de Diseño Industrial 1-A, realzó que “es muy importante para los alumnos poder materializar los conocimientos teórico-prácticos adquiridos en prototipos que verifiquen los proyectos y, de ese modo, permitan realizar una crítica de replanteo”.

En otras palabras, el estudiante, ya desde la facultad, ayuda a un niño diseñándole y fabricándole un juguete didáctico (o recreativo), y el uso que le da el pequeño y las observaciones de sus tutoras le posibilitan corregir errores o directamente mejorarlo.

RECICLANDO, ARTICULANDO

Por otra parte, como se indicó, un pilar de la iniciativa es el cuidado del medio ambiente, para lo cual todos los juguetes y rodados se realizan con materiales reciclados.

El director del proyecto, Sergio Veliscek, opinó que “la actividad de jugar emparentada con el concepto de sustentabilidad de los objetos contribuye a una educación ecológica”.

“Cada uno de los diseños se produce bajo la lógica de la sustentabilidad, a partir del reciclado de materiales desechados. En ese contexto, en algunos casos la materia prima la conformaron objetos descartados por los vecinos de la Ciudad luego de la trágica inundación de abril del 2013”, comentaron en 7 y 60. Y añadieron: “Se buscó rescatar la memoria colectiva recuperando materiales de los afectados para un fin socio-educativo”.

En cuanto a la metodología, en la cátedra apuntaron que la idea de crear objetos lúdicos y entregarlos a entidades educativas de bajos recursos “está asociada a la forma de trabajo”.

“A partir de la metodología de enseñanza que se implementa, consistente en afirmar los conceptos básicos propiciando que los alumnos empiecen diseñando y desarrollando productos de muy baja complejidad, surgió la idea de inventar juguetes para destinarlos a instituciones que realmente los necesitan”, expresaron, y aclararon que “los mismos deben cumplir los requisitos de ser adecuados y convenientes para el desarrollo psíquico-educativo de niños que van desde los dos hasta los seis años”, es decir, el período que comprende desde la última etapa de los jardines maternales hasta el inicio de la primaria, pasando por todo el jardín de infantes.

Esa idea de enseñanza-aprendizaje se extendió hacia otros niveles del sistema educativo; la articulación forma parte de la propuesta.

Fue en ese marco que la experiencia contó -en un principio- con la estructura de recursos materiales y humanos del colegio industrial San Vicente de Paul, generando así una vinculación pedagógica de mutuo interés.

El proyecto nació con el objetivo de “articular dos niveles educativos, el universitario, a partir de la carrera de Diseño Industrial de la facultad de Bellas Artes, y el medio, a través del colegio técnico San Vicente de Paul”, subrayaron los profesores de la unidad académica de Plaza Rocha, y agregaron que “de ese modo se buscó que los trabajos prácticos elaborados por nuestros alumnos fueran materializados por chicos de la secundaria, siempre con el asesoramiento y dirección de los estudiantes del nivel superior”.

Aunque en esta primera instancia esa articulación no pudo completarse como estaba pensada -por una cuestión de distintos tiempos académicos-, seguirá “en la base del proyecto”, enfatizaron en la facultad.

SUEÑOS HECHOS REALIDAD

La iniciativa involucró a la entidad de bien público y sin fines de lucro “La máquina de los sueños”, que desarrolla su actividad en el periférico barrio platense de Las Quintas.

“Brinda contención educativa y recreativa, así como aprendizaje de oficios, a una vasta comunidad de bajos recursos de la zona. Y durante esta primera experiencia proporcionó espacio físico y mano de obra para la construcción de los objetos diseñados por los universitarios, que quedaron para la institución”, se detalló.

Veliscek resumió: “La donación como meta principal del proyecto, y la posibilidad de generar un ámbito de aprendizaje del oficio en base a recursos sustentables, son los objetivos de este grupo de trabajo”.

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Fuente: El Día