Bloques de tierra comprimida: investigan cómo producir en serie en una planta piloto de Santa Fe

La fabricación a mayor escala y su comercialización son dos de los objetivos que se pretenden resolver en los laboratorios de la UTN Santa Fe.

La fabricación a mayor escala y su comercialización son dos de los objetivos que se pretenden resolver en los laboratorios de la UTN Santa Fe.

Hace aproximadamente 27 años que en la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) Santa Fe, el Grupo Tierra Firme viene trabajando e investigando con un material que se volvió a redescubrir por parte de aquellos que pretenden edificar desde una mirada ecológica y sustentable: la tierra. Ahora, después de adquirir la maquinaria necesaria, en los laboratorios de la facultad se montó una Planta Piloto para la Fabricación Industrializada de Bloques de Tierra Comprimida (BTC).

«El objetivo del proyecto es poder dar un salto de escala: pasar de fabricar a nivel de laboratorio a poder producir a gran escala. Ya hemos demostrado y es perfectamente sabido que se pueden fabricar bloques de tierra comprimidos (BTC) con los materiales locales. El desafío ahora es producirlo en cantidad y a un precio razonable», explicó a El Litoral, Santiago Cabrera, docente e investigador de la UTN Santa Fe e integrante del Grupo Tierra Firme.

La idea de la planta piloto es empezar a estudiar el efecto de la productividad, los tiempos, cuánto tiempo lleva fabricar 1.000 bloques, cuánto espacio se necesita, cuántos operarios, cómo producir todos los BTC con la misma calidad, a qué precio final se pueden vender los bloques para que el emprendimiento sea rentable a largo plazo, entre otros interrogantes. «Estudiar todo esto en esta planta piloto, nos abre un mundo de posibilidades», remarcó Cabrera.

Una mezcladora industrial de gran potencia de eje vertical, una moledora de tierra y una prensa para moldear los bloques, son las tres máquinas incorporadas. «Se adquirieron en 2022 y logramos montarlas en el Laboratorio de Geotecnia hace un mes y medio, con todas las dificultades que tuvimos, por los montos de hace dos años y lo que las terminamos pagando en 2024; y porque son maquinarias de gran escala que necesitan instalaciones trifásicas. Hubo que adaptar la conexión eléctrica de todo el espacio, pero ya están funcionando», explicó.

Los elementos se compraron con el aporte del Programa de Fortalecimiento de Capacidades de la Secretaría de Industria del Ministerio de Producción, Ciencia y Tecnología de la Provincia. Y las gestiones fueron realizadas por la Subsecretaría de Vinculación de la UTN Santa Fe.

Equipo y capacitaciones
«Ahora estamos estudiando los tiempos de producción y los rendimientos para saber, por ejemplo, cuántos bloques salen de una camionada de tierra, con 5 metros cúbicos», dijo el profesional, e indicó que en la UTN la capacidad instalada es para producir aproximadamente 1.200 bloques por jornada de trabajo con 5 operarios.

La planta piloto depende del Grupo Tierra Firme y es llevada adelante por 3 investigadores financiados por Conicet en diferentes niveles: en el caso de Cabrera con una beca postdoctoral y otros dos profesionales con becas doctorales. También con el aporte de 3 estudiantes de grado de la UTN, que tiene un programa que les permite trabajar en proyectos de investigación.

«Esto nos permite pensar en brindar capacitaciones en técnicas de construcción con tierra a cooperativas y trabajadores que estén abocados a fabricar estos bloques», añadió Cabrera.

Otro de los problemas que detectaron los investigadores es la comercialización de los BTC porque hay oferta pero no tanto mercado. «En los últimos 5 años hemos trabajado al menos con 10 fabricantes de bloques y hemos relevado más de 40 en toda Argentina que se han lanzado a producir estos bloques y han construido casas, pero el impacto comercial que han tenido fue mínimo», planteó.

En ese sentido, consideró: «Hoy el desafío que tomo como investigador sobre esta temática no es la parte técnica: damos por sentado que se pueden fabricar muy buenos bloques. El problema real es la comercialización. Es muy fácil decir que los ladrillos convienen, pero después que la gente los elija para sus casas es distinto porque entran a jugar muchos factores como la seguridad, el esfuerzo económico que implica construir una vivienda».

Diferencias entre un BTC y un ladrillo común
La gran diferencia es que los bloques de tierra comprimida no están cocinados. «El BTC es tierra apenas húmeda que se aprieta muy fuerte y eso lo hace denso y resistente. El ladrillo común es tierra que se mezcla con agua para hacer un barro y luego se cocina, como la cerámica. Pero esto es simplemente la tierra con un poquito de agua y se la prensa. Entonces, la resistencia se logra no por cocción, sino por apretado con una máquina especial», explicó Cabrera.

En la construcción de una casa, se pueden usar los BTC de manera muy similar a los ladrillos comunes para levantar las paredes. «La gran ventaja es que tienen menos impacto ambiental en la producción porque requiere muy poca energía incorporada para poder fabricarlos, a diferencia por ejemplo del retráctil. Por eso es uno de los materiales más sustentables que se pueda fabricar», argumentó.

Otra ventajas es su capacidad de aislación térmica. «Ante un mismo espesor de pared, una casa construida con los bloques de tierra comprimida es más aislante que una casa hecha con ladrillos comunes y, por lo tanto, va a ser más eficiente ante el calor o el frío», adujo.

Valor de mercado
En cuanto a los costos entre un BTC y un ladrillo común, Santiago Cabrera señaló que «son similares, o un poco más caro el bloque». Aclaró que «hay que considerar la competencia desleal porque el ladrillero es una de las manos de obras más informales y que trabajan en contextos totalmente precarios. Eso hace que el ladrillo hoy sea muy barato».

Fuente: El Litoral