Bolsonaro se queda sin el apoyo de las élites que lo llevaron al poder

La pésima gestión de la pandemia ha terminado de alejar a industriales, banqueros, ruralistas y a la clase media profesional

La pésima gestión de la pandemia ha terminado de alejar a industriales, banqueros, ruralistas y a la clase media profesional

La pésima gestión de la pandemia de Covid de parte del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, le está costando tanto el repudio de amplias franjas sociales como, también, de las élites empresarias y académicas. Una columna de análisis del diario O Estado de Sao Paulo recoge el clima de malestar que se ha creado entre quienes en muchos casos votaron a Bolsonaro en noviembre de 2018.
«Esa lancha ya se fue», dice un empresario de peso, dedicado a la política, sobre el apoyo de colegas al presidente Bolsonaro. Una parte relevante de la élite industrial, del sector financiero, de los servicios e incluso del comercio minorista considera inútil esperar cambios en la conducta de Bolsonaro respecto a la lucha contra la pandemia y la economía. Esta postura se puso de manifiesto con la adhesión de estos sectores, especialmente el financiero, a un manifiesto político bautizado como «Carta de los economistas». El texto público fue firmado por más de 1.500 economistas, banqueros, empresarios y funcionarios de gobiernos anteriores, con duras críticas a la actuación del presidente en la gestión de la pandemia. «Nunca tuve dudas sobre la incompetencia de Bolsonaro», dice Mailson da Nóbrega, ministro de Hacienda durante el gobierno de José Sarney y uno de los firmantes del manifiesto.

Pero todavía no se sabe a dónde se va después de ese paso, resalta el columnista William Waack. La disidencia se impulsa a través de grupos informales de WhatsApp. En este momento, a quién estarían dispuestos a apoyar es algo desconocido para los propios empresarios, miembros de una élite que abrazó con entusiasmo la caída del PT y la elección de Bolsonaro en 2018 y que hoy se considera profundamente decepcionada. Este estado de ánimo se está extendiendo y ya ha llegado a sectores de la agroindustria -recordemos que la candidatura de Bolsonaro creció en el próspero arco productor de granos y proteínas antes de convertirse en un fenómeno en los grandes centros urbanos.

«Le dimos el 75% de los votos aquí en Santa Catarina», dice el líder de la entidad que representa a los productores rurales de ese estado. «Hoy nos preguntamos para qué hicimos esto». La despedida del gobierno de Bolsonaro de segmentos relevantes de la economía se produce un poco después de la de élites académicas y profesiones liberales no identificadas con la izquierda. Incluso antes de la victoria de Bolsonaro, alertaban sobre el componente corporativista, populista, extremista e ideologizado que _y el diagnóstico resultó certero_ se impondría a cualquier proyecto de agenda liberal en la economía.

Hay un componente en la «cosmovisión» populista de Bolsonaro perfectamente en línea con fenómenos comparables en Europa, Asia y Estados Unidos. Es el desprecio a las élites en su sentido más amplio, incluyendo a científicos, especialistas y expertos. Bolsonaro se considera poseedor de una especie de «sabiduría popular» que no es otra cosa que la celebración de la ignorancia, los prejuicios y las propuestas aparentemente «simples e ingeniosas» que sólo contribuyen a agravar los problemas, como se evidenció en el caso de la resistencia a las medidas restrictivas para combatir la pandemia y la promoción de medicamentos ineficaces o incluso peligrosos.

Un factor reciente que contribuyó al divorcio de segmentos relevantes del empresariado en relación con el presidente es la convicción de que Bolsonaro, además de ser un incorregible corporativista e intervencionista y un pésimo operador político. El análisis de los empresarios sobre el gobierno consolida la noción de que la vulnerabilidad política del jefe del Ejecutivo aumenta con cada paso en falso. Y a los empresarios y al «Centrão» (la formación de legisladores de centro que respalda a Bolsonaro en el Congreso) no les gusta alinearse con los perdedores.

La evidencia más reciente fue la apelación, firmada por el propio presidente, para conseguir que el Tribunal Supremo prohibiera las medidas restrictivas adoptadas por los gobernadores del Distrito Federal, Bahía y Río Grande do Sul, calificadas por el ministro ponente del asunto en el STF de «craso error».

Estos mismos sectores de la economía se han convencido, aunque tardíamente, de que no hay jugadas brillantes en el cajón esperando la «ventana de oportunidad» de la que tanto habla el ministro de Economía Paulo Guedes, en quien pusieron sus esperanzas y ahora escuchan con incredulidad apenas disimulada (la voz más respetada hoy es la del presidente del Banco Central, para disgusto de Bolsonaro). Prefieren tratar directamente con los presidentes del Poder Judicial, del Senado y de la Cámara, como acaba de ocurrir para abordar la lucha contra la pandemia y la recuperación de la economía.

Dos fueron los resultados inmediatos de este desembarco, un golpe que Bolsonaro acusó y calificó de «movimiento» contra su gobierno. Corriendo detrás de los hechos, anunció la creación de una comisión con el Poder Judicial, el Legislativo y algunos gobernadores que es evidente demostración de su pérdida de capacidad de coordinación y la dilución de sus poderes. Acuciado por el creciente número de muertes por Covid, que el miércoles superaron el umbral de las tres mil, hizo un raro pronunciamiento concentrado sólo en el tema de las vacunas, el gran foco de toda la atención y las esperanzas.

En cuanto a las élites económicas en estado de rebelión por un desastre que ayudaron a crear, aparentemente no les falta autocrítica. Uno de los autores de la «Carta de los economistas» lo resumió así: «Tenemos la tradición de apoyar a gobiernos alocados».

Fuente: La Capital