Buenos Aires ofrece un sinfín de propuestas para ver arte al aire libre
En el recorrido artístico por la ciudad se hilvanan propuestas para ser disfrutadas por aquellos que ante la persistencia de la pandemia aún no se animan a volver a apreciar el arte en espacios cerrados.
03/08/2021 FIESTAS Y CONGRESOSEn el recorrido artístico por la ciudad se hilvanan propuestas para ser disfrutadas por aquellos que ante la persistencia de la pandemia aún no se animan a volver a apreciar el arte en espacios cerrados.
Como contraparte a los museos abiertos de manera intermitente en esta larga pausa cultural entre cierres y aforos limitados, el circuito urbano de Buenos Aires invita a recorrer obras de arte y propuestas estéticas expuestas en el espacio público y al aire libre, un itinerario que incluye desde la instalación efímera «Rojo Flor» de Alejandro Propato a estatuas emblemáticas como la de Juana Azurduy en la plaza frente al Centro Cultural Kirchner o el huevo en homenaje a Federico Peralta Ramos que exhibe una acotada plaza triangular en Retiro.
En el recorrido artístico por la ciudad se hilvanan propuestas para ser disfrutadas por aquellos que ante la persistencia de la pandemia aún no se animan a volver a apreciar el arte en espacios cerrados: así, vidrieras, obras escultóricas, murales o simplemente edificios emblemáticos de la arquitectura porteña conforman en su conjunto una oferta contemplativa que se vuelve presente ante los ojos del transeúnte dispuestos a explorar y posar su mirada atenta.
Tal vez, un buscador de tesoros ocultos pueda encontrar más mojones urbanos que bifurcaciones a la normalidad cotidiana, al transitar y derivar por una ciudad que por un momento puede dejar de ser un no-lugar -como plantea el filósofo Marc Augé-, un mero tránsito, para ser un espacio a habitar.
Barrios míticos como el de La Boca, con su circuito artístico e histórico marcado por el Riachuelo e inscripto en el Distrito de las Artes, el extenso Palermo, Retiro, Costanera Sur y otras adyacencias, poseen un repertorio a ser apreciado sin que la homogeneización urbana haya bloqueado sus distancias.
Tal es el caso de la obra de Vicente Walter (1940-2004), albañil, muralista y escultor que modeló más de 400 relieves en cemento, que custodian los populares caminos aledaños al Riachuelo y acotan a La Boca como un espacio de arte popular callejero, más allá del importante circuito de las artes, que reclama temas tan identitarios como la de los inmigrantes italianos, el puente, los barcos -plasmados por ese referente inmenso de Benito Quinquela Martin-, sirenas y personajes, el Caminito y la pasión boquense. Lo interesante es que sus trabajos están siendo señalizados por el colectivo @vicentewalterpresente, que busca preservar el patrimonio del artista.
Otra atracción, en la otra punta de la ciudad, es la instalación de sitio específico del arquitecto y artista Alejandro Propato, «Rojo Flor», emplazada en el Parque de los Niños, hacia zona norte. Se trata de una gran estructura escultórica de caños y 15 km de tanza de color rojo, que instalada sobre una hilera de ceibos aporta un diseño cuidado, estudiado, geométrico, al tiempo que abstrae la forma de la flor de ese árbol estableciendo un juego con la luz natural en las distintas etapas del día, con los reflejos del río y el entorno parquizado al aire libre.
Y entre homenajes, más allá de los legendarios próceres y personalidades, está el huevo gigante y blanco depositado sobre una base oscura de 2014, ubicado en la plazoleta Ginastera, en Retiro, frente a la Plaza San Martín. Esta escultura ovoide es un homenaje de la legislatura porteña al artista marplatense afincado en Buenos Aires Federico Manuel Peralta Ramos (1939-1993), quien presentó un huevo de grandes dimensiones -260 x 450 cm construido in situ con material desplegado y yeso- al Premio Di Tella de 1965 que denominó «Nosotros afuera», una obra que se fue resquebrajando delante del público presente y luego fue destruida por el propio artista.
Algunos otros mojones ciudadanos son el «Torso masculino desnudo» realizado en bronce del artista colombiano Fernando Botero (Av. del Libertador al 2000), quién lo donó a la ciudad y fue instalado en 1994 en el Parque Thays; o la «Floralis Genérica», esa «obra ambiental» obsequiada a la ciudad por el arquitecto argentino Eduardo Catalano (1917-2010) y situada en la Plaza de las Naciones Unidas (Avenida Figueroa Alcorta y Austria), donde el espacio cobra expresión poética. Inaugurada en 2002, la obra de acero y aluminio, plateada y brillante, con sus 23 metros y 18 toneladas, tiene un sistema hidráulico y células fotoeléctricas que regulan su movimiento y que por las noches, como homenaje a todas las flores, recoge sus seis pétalos y descansa.
Cerca de allí, se encuentra emplazada desde 2019 «Aires de Buenos Aires», del escultor y diseñador radicado en París Pablo Reinoso (1955), en la Plaza Ramón Cárcano (Avenida Alvear y Presidente Eduardo V. Haedo, Recoleta). Una obra en metal sobre tres postes que se transforman en su parte superior en hilos gruesos unidos entre sí conformando una copa de árbol, y que mide unos 6 metros. Reinoso es creador de objetos utilitarios como sillas, bancos o marcos de madera o metal, entre otros, que se transforman y pierden la rectitud de las formas, curvándose, separándose y enredándose.
Esculturas que homenajean a figuras míticas de la cultura popular
En Boedo se encuentra el Paseo de las Esculturas, con más de 20 emplazadas en la avenida homónima al 1000, y en San Telmo el Paseo de la Historieta, que nació en julio de 2012 con más de 20 personajes dispuestos entre Monserrat, San Telmo y Puerto Madero, hasta finalizar en el Museo del Humor con personajes como la entrañable Mafalda de Quino (Chile y Defensa) y sus amigos.
Por otro lado, en Defensa al 1100 (Solar de French), San Telmo, una instalación de paraguas de colores cubren antojadizamente un paseo de compras sin techo, muy cerca del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires que hace unos meses inauguró un mural de Elián Chali (Córdoba, 1988) «Plano inesperado», dispuesto como olas de colores sobre parte de su fachada.
Para los memoriosos del espectáculo popular televisivo, una de las atracciones está en Corrientes y Uruguay con las figuras de Alberto Olmedo y Javier Portales, escenario de muchas fotos y parte del Paseo de los artistas que incluye a Jorge Porcel y Tato Bores, por ejemplo.
Muy cerca de allí, frente al Congreso de la Nación, está la fuente de agua que acompaña la música y los colores y el monumento, obra del escultor belga Jules Lagae y el arquitecto Eugenio D’Huicque , inaugurado en 1914.
Tributo al tango, el deporte y a la heroína libertaria Juana Azurduy
Para los amantes del deporte, Costanera Sur tiene lo suyo con el Paseo de la Gloria, donde Emanuel Ginóbili, Roberto de Vincenzo, José Meolans, Gabriela Sabatini, Luciana Aymar, Hugo Porta, y un Juan Manuel Fangio sin auto, son homenajeados, a metros de la Reserva Ecológica y de la «Fuente de las Nereidas» de la escultora Dolores Candelaria Mora Vega conocida como Lola Mora (1867-1936).
El importante conjunto escultórico de la artista está custodiado por paneles de vidrio, e invita a demorarse en sus volúmenes. Creada en 1902 en París en mármol de carrara, granito y piedra basáltica, tiene algo más de 12 metros de altura, y se inauguró en 1903, teniendo este emplazamiento actual desde 1918, ante el escándalo producido por las figuras desnudas para la época.
Continuando con las mujeres, el monumento a Juana Azurduy, heroína de la independencia, se inauguró en Buenos Aires en 2015 detrás de la Casa de Gobierno en lugar de la de Cristóbal Colón y fue un obsequio del gobierno de Bolivia al país. Se trata de una obra en bronce de gran tamaño, encargada al artista argentino Andrés Zerneri, emplazada actualmente frente al CCK.
Por otro lado, la música tiene en el tango su monumento nacional con «Virulazo» en Azucena Villaflor 501 (Puerto Madero) obra de la escultora Estela Trebino y el ingeniero Alejandro Coria inaugurado en 2007, aunque hay otro bandoneón a metros del Abasto (Pasaje Carlos Gardel y Anchorena), obra de Lucía Pacenza de 2014, o porque no, toda una orquesta en la esquina de Corrientes y Scalabrini Ortiz, en Villa Crespo en homenaje a ese otro grande, Osvaldo Pugliese. La artista Paula Franzi muestra al maestro sentado al piano junto a los músicos de su orquesta.
Y el año pasado se inauguró «Fuelle» -de 3 metros realizada en hierro- en honor a Aníbal Troilo (Diagonal Roque Sáenz Peña, entre Carlos Pellegrini y Suipacha), una obra de Daniel Brandimarte, el mismo escultor del grupo escultórico «Los infernales de Güemes» (Salta).
Para aquellos que extrañan los viajes, la ciudad ofrece en Barrancas de Belgrano una réplica pequeña de la Estatua de Libertad, la dama con una antorcha en la mano y corona, cuya original de 46 metros se encuentra en Nueva York (Estados Unidos) desde 1886 y fue creada por el escultor francés Frédéric Auguste Bartholdi (1834-1904) ayudado, para la estructura interna, por el ingeniero Alexandre Gustave Eiffel (1832-1923). Muy cerca de allí se puede admirar sobre la calle Arribeños el arco de entrada simbólico al Barrio chino.
Todos estos puntos son pequeños esbozos que abren posibilidades para habitar una ciudad que, a veces, se hace extraña.