Catamarca: Cocinas Solares Solidarias

El profesor Jorge cruz se embarcó en un proyecto de construcción de cocinas solares, un modelo sencillo que se realiza con algunos elementos reciclados y otros nuevos. Con ella se puede cocinar hasta 4 kilos de alimentos. Este proyecto, también denominado “Solidario”, surgió para una feria de Ciencias, ya llegó a las escuelas de Antofagasta de la Sierra y aspira a llegar a Santa María.

El taller de “Cocinas Solares Solidarias” se dicta en la escuela Hipólito Yrigoyen y la escuela de Santa Rosa, y próximamente en la escuela Apolo.

Todo comenzó con la oportunidad de participar en el primer Congreso de Ciencia y Tecnología, en el año 2005, cuando en uno de los talleres se trataba sobre el aprovechamiento térmico de la energía solar. “Ahí conocí sobre el tema y nos hicieron participar de una experiencia. Me acuerdo que me llamaba mucho la atención el tema del frío que hacía en el exterior, y la temperatura que estaba desarrollándose en el interior del recipiente que se cocina, eso me convenció de que era algo que se podía realizar”.

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A prueba y error

A partir de esa feria, nació la iniciativa de ir experimentando: “Tratando de descubrir nuevos materiales que sean más adecuados”.

La primera cocina que hizo fue en octubre de 1995, y desde entonces son los chicos los que fueron experimentando. “Ellos mismos impulsaron para que yo avance. Ellos mismos insistieron en que ayude a armar modelitos más sencillos”.

En un primer momento, trataban de cocinar con la olla sin la protección del vidrio, al descubierto, lo que generaba que el calor se pierda y demore más tiempo en cocinarse. “Después fuimos buscando el efecto invernadero con el vidrio, para conservar el calor. Encontré este vidrio apto para el horno, térmico, templado, para cocinar al horno, y eso resiste las altas temperaturas que logramos alcanzar en la cocina.

Así también probaron con cocinas de 60 cm, para cocinar poco. Midiendo la funcionalidad de los tamaños se convencieron que de 90 cm de diámetro es el tamaño, justo porque “nos convenció que es lo suficiente para una familia”.

Sin embargo, en la escuela de Santa Rosa hay una cocina solar de 1.20 de diámetro.

“En las distintas experiencias de cocción comprobamos que demoran el mismo tiempo en cocinar la misma cantidad de alimento”. Lo único que requiere es que la persona se adapte y se organice en los tiempos de lo que quiere cocinar. El calor es gradual, no centrado como en la llama, por eso no se queman los alimentos.

“La idea es que sirva de iniciación para los chicos”

Jorge comentó que este tipo de proyectos “pueden servir como un disparador para que los chicos luego lo desarrollen, lo profundicen y logren cosas mayores”, ya que esto sirve como una forma de atraerlos hacia una actividad más entretenida, que despierta en ellos el deseo de hacer algo diferente.

“Soy profesor de matemática y es difícil llegar a ellos y mantener el interés por aprender. En cambio, mediante una actividad de este tipo, han visto que para algo sirve la matemática”.

Por ejemplo, que los cálculos que se ve en la teoría se lo pueden aplicar a esto. Así como la función cuadrática, el dibujo de la parábola, las mediciones, cálculo de superficie. De física también tiene muchas aplicaciones, como es la parte óptica, reflexión, la conservación del calor.

En este sentido, explicó que aplicado en el recipiente cocción, el mayor rendimiento se logra cuando logra atrapar el calor y se lo conserva. “Si uno está destapando la olla o está desprotegida, así como ingresa se escapa y no termina por alcanzar una alta temperatura adecuada para cocinar. Entonces, ahí están los principios de conservación del calor, en la absorción”.
 

Cocinas Solidarias

“Esto si lo trabajase más en grande se puede hacer mucho”, indicó Jorge. Hace cuatro años se entregaron modelos de cocinas para diferentes escuelas, con la intención de que esto se expanda y despierte interés, ya que solo basta con tener las piezas y darle forma.

Además, realizaron campañas de donación de cocinas solares, llegando al comedor y a la escuela para Adultos del barrio Santa Rosa. Pero se sintieron desilusionados y apuntaron llegar al interior provincial.

“Nos desilusionó un poco el hecho de que no la usan, o no le ven mucha utilidad porque dispone de otro tipo de cocción más rápida, y por la cantidad que ellos necesitan no es un tamaño muy adecuado. Pero resulta que si uno tiene varias cocinas, ya puede más o menos conformar o satisfacer necesidades mayores”.

Visto de ese modo, la clase se propuso llegar a la Puna, “que es donde tienen más dificultades, por la falta de leña, de gas, electricidad, combustibles”.

Ante la propuesta de llegar a las escuelas de Antofagasta de la Sierra, llegaron a armar 12 cocinas solares para seis escuelas de la Puna.

De un grupo de trece, cuatro alumnos pudieron viajar. “Los que fueron se sintieron plenamente satisfechos, a pesar del cansancio, porque tuvieron que armar las cocinas, todavía siguen comentando de la actividad que realizaron”. Y agregó: “Seguramente con el tiempo van a ir tomando conciencia de lo útil que puede llegar a resultar a la gente”.

“De Antofagasta de la Ssierra, un hombrecito en particular se quedó mientras estábamos armando la cocina, desde el mediodía hasta la noche. El después volvió al otro día y me pidió las piezas, porque estaba totalmente entusiasmado y quería armar, porque eso lo iba a favorecer en las estancias, donde tenía que cuidar los animales”.

Manos a la olla

El armado de la cocina solar se realiza en tres partes; el paraboloide, la estructura de hierro y la base para cocinar. El profesor lleva a sus alumnos todos los elementos elaborados. “Los voy dirigiendo en cómo tienen que cortar y articular las piezas”.

Para comenzar, se corta de la plancha de cartón prensado en forma de trapecio, la cual tiene una longitud de medio metro, una base menor 4 cm y una base mayor 15 cm, con 50 cm de largo. Se los curva para que adquiera la forma de la parábola.

Con las piezas cortadas, curvarlas, se las pega una al lado de la otra en un disco de chapa, pegados con cemento de contacto, en forma de flor.

Luego de completada la flor, se coloca la chapa de arriba y se remacha para que quede toda una sola pieza.

Una vez que está armada la parte central, se unen los cartones de la parte superior, remachando con un perfil de aluminio que forma una circunferencia.

Luego de fijado el cartón en el centro y el borde superior, se coloca la planchuela en el centro, a una distancia donde va a ir el recipiente de cocción, esto ubicar a la altura del foco de la parábola, y ahí se ubica el recipiente de cocción.

El paso siguiente: pintar la parte trasera del planchón con esmalte sintético, para que quede impermeable. De esa manera, ya queda listo para forrar con bolsas aluminizadas, que pueden ser bolsas de leche en polvo, pegadas con cemento de contacto.

Restaría la estructura de hierro que soporta la olla y la cocina, y los recipientes de cocción que pueden ser de distintos materiales, depende de lo que se quiera cocinar, olla a presión, enlozada, aluminio, acero inoxidable, que deben estar pintados de negro para permitir que ingresen los rayos solares.

Las ollas van cubiertas con dos bols de vidrio de 4 litros, que van sellados, y sirven de aislante para conservar mejor el calor.

Fuente: La Unión Digital