Catastro de Tucumán busca evasores con un drone

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Un vehículo aéreo no tripulado, que compró el Gobierno, recorre áreas urbanas para detectar nuevas construcciones o ampliaciones La pequeña nave registró en imágenes 20.000 metros cuadrados de edificaciones no declaradas en conglomerados urbanos

Con un vehículo aéreo no tripulado (VANT) -también conocido como drone-, la Dirección General de Catastro de Tucumán registra áreas urbanas de la provincia, para detectar nuevas construcciones o ampliaciones de edificaciones. Mediante fotos de alta resolución que el equipo captura con una cámara de 16 megapíxeles, la repartición puede actualizar los registros catastrales de Tucumán, y detectar evasores del impuesto Inmobiliario.

La pequeña nave, que le costó U$S 50.000 al Gobierno de la Provincia ($ 425.000, al tipo de cambio oficial), comenzó a operar la semana pasada. El director adjunto de Catastro, Alejandro Navarro, precisó, en diálogo con LA GACETA, que desde el inicio de los vuelos, el artefacto aéreo detectó, en imágenes, más de 20.000 metros cuadrados, entre construcciones y mejoras de propiedades, que no figuran en el registro catastral.

El funcionario explicó que la repartición provincial pagaba un servicio de imágenes provistas por un satélite extranjero, llamado Geoeyes, que les proporcionaba información de grandes extensiones de tierra. “Había que encargarlas con antelación, porque el satélite necesita ciertas condiciones, como un cielo despejado, para capturar imágenes precisas. Con el drone, la actualización del registro de construcciones es más específico”, señaló.

El pequeño avión de 90 centímetros de envergadura no funciona a radiocontrol, como los que se utilizan para captar fotos o videos en acontecimientos deportivos o en espectáculos. Navarro detalló que el drone de Catastro desarrolla un trabajo fotogramétrico, como el que hacen los aviones que se usan para confeccionar mapas tridimensionales.

Para ponerlo en funcionamiento, el artefacto se debe conectar a una computadora y, mediante un software específico, el personal de Catastro le indica sobre qué área debe sobrevolar para tomar las fotografías. Además, el programa permite indicarle dónde aterrizar. “Puede regresar al punto desde el cual despegó, pero también se puede indicarle un punto de aterrizaje diferente”, detalló Navarro. Además del software, el equipo utiliza una radio que emite una señal de GPS, y que permite a los operadores seguir el recorrido, e incluso corregirlo si llegara a ser necesario.

Para cumplir su función fotogramétrica, el drone captura imágenes superpuestas, que logra con un vuelo lineal sobre la zona señalada. Además, tiene la capacidad de compensar vientos de hasta 45 kilómetros por hora. “Cuando tiene mucha resistencia con el viento, la batería eléctrica se gasta más rápido. El aparato revisa la carga disponible para poder volver al lugar indicado”, detalló Navarro.

Precisión quirúrgica

Una vez que el vehículo aéreo cumplió su misión, el material fotográfico se descarga en la computadora y los técnicos de la repartición inician el procesamiento de esa información para actualizar el registro catastral. “Lo que se obtiene es un modelo digital de las construcciones nuevas, con una precisión que ronda los cinco centímetros. Esto permite calcular la altura de las elevaciones, es decir la distancia del techo hasta el piso de una construcción”, explicó el funcionario.

La altura promedio a la que vuela el drone ronda los 150 metros de la superficie. Consultado sobre la posibilidad de que el aparato invada la privacidad de los vecinos, Navarro aclaró que la cámara que el avión tiene incorporada no permite identificar a un individuo. “Por ejemplo, se puede contar cuántas personas hay, pero de ninguna manera invade la privacidad”, recalcó. Además, subrayó que hay un proyecto local para legislar el funcionamiento de estos artefactos. “Las cámaras que tienen incorporadas no invaden la privacidad. Pero es posible que en el futuro, con el avance tecnológico, haya cámaras de mayor resolución que invadan la privacidad. Con los equipos actuales esto no pasa”, reiteró el funcionario.

Por último, Navarro recomendamos a los contribuyentes que registren sus construcciones o ampliaciones en Catastro. “La ley obliga a que, dentro de los 30 días posteriores a la finalización de las obras, los contribuyentes deben declararlas, incluso sin los planos, hasta que puedan completar la documentación”, sugirió. “Una vez que se detecta un evasor, la repartición inicia un sumario que luego derivará en una multa”, concluyó el directivo.

Este año, la Agencia de Recaudación de Buenos Aires (ARBA) y la Administracion Tributaria Mendoza (ATM) comenzaron a usar drones para buscar construcciones nuevas o ampliaciones no declaradas al fisco. En Buenos Aires se detectaron 52.000 metros cuadrados sin registrar, mientras que en Mendoza la cifra es de 62.000 metros cuadrados.

Fuente: La Gaceta