Colectan alimentos para saciar el hambre en una escuela de Casilda

La preocupante situación social para contener la demanda se manifestó con crudeza ante una colecta del Centro de Estudiantes del EET 383

La preocupante situación social para contener la demanda se manifestó con crudeza ante una colecta del Centro de Estudiantes del EET 383

La crisis en la industria metalmecánica y la retracción de la actividad económica a causa de la caída del consumo no sólo atenta contra el trabajo local sino que se traduce en necesidades sociales cada vez más evidentes en la ciudad de Casilda.

Esta localidad fundada por Don Carlos Casado del Alisal y a la que suelen llamar la Villa Más Bonita también muestra con cierto asombro para propios y extraños su costado flaco de la pobreza que ya supera acciones del Estado y busca respuestas en la solidaridad de la población.

Comedores y merenderos, entre otros espacios para intentar contener la creciente demanda, reflejan una preocupante situación socioeconómica. Pero el indicador de más impacto lo aportó el Centro de Estudiantes de la Escuela de Educación Técnica (EET) Nº 283 «Doña Ramona Sastre de Casado» al organizar una colecta de alimentos no perecederos para hacer frente a necesidades de alumnos que van a la escuela y «tienen hambre».

La altruista actividad dejó al desnudo la gravedad de una problemática que nunca se había manifestado, al menos con tanta crudeza, en esta ciudad cabecera del departamento Caseros que forma parte del núcleo sojero del país. «La (difícil) situación económica es el problema que afecta a muchas familias que no le alcanza para comer y entonces los chicos vienen (a la escuela) y piden». Con esa contundente y reveladora frase el director del establecimiento educativo, Diego Mora, describió el angustiante panorama.

Aseguró que «entre un 25 y 30 por ciento» de la población estudiantil, compuesta por 350 alumnos entre turnos mañana y tarde, padecen «en mayor y menor medida» necesidades alimentarias. «A medida que se reciben alimentos se lo entregamos a los chicos y ya queda poco por las necesidad que hay», contó Mora,

Como nunca antes

Y agregó el directivo del establecimiento educativo: «Nunca antes vi una situación así en la institución». Asimismo el docente advirtió sobre «casos extremos» de alumnos que se descompusieron en la escuela por problemas de alimentación, y admitió además que «hay chicos que a veces no vienen porque tienen hambre y prefieren quedarse en la casa».

Al reflexionar sobre el tema, sostuvo que «si un estudiante no tiene garantizadas las necesidades básicas es difícil que pueda concentrarse en el aula cuando un profesor explica» al tiempo que ponderó el criterio de que «siempre transmitimos a los chicos que estudiando van a tener mayores posibilidades para desarrollarse».

Mora rescató la «solidaridad» del centro de estudiantes al llevar adelante la iniciativa de recolectar alimentos, lo que evaluó como un importante paliativo para afrontar necesidades al menos hasta que la EET pueda poner en marcha el servicio de copa de leche que gestionó ante la provincia en agosto y aún no fue satisfecho.

En tal sentido explicó que «el pedido lo hicimos porque lo sugirieron autoridades de la región del Ministerio de Educación a las que le planteamos la complicada situación que ya había y ahora se agravó», al verse afectada la calidad de vida de muchas familias casildenses ante la crisis que azota a toda la Argentina y se tradujo en despidos, suspensiones y recortes de jornadas de trabajo en varias empresas de la ciudad.

Y la Escuela Técnica 283 es un fiel reflejo de ello más aún al recibir una franja importante de estudiantes cuyos padres dependen de trabajos eventuales o empleos de bajos ingresos.

«Uno no pierde las esperanzas pero lamentablemente si la situación económica del país no cambia el panorama social que vivimos no mejorará», dijo el director de esta escuela secundaria casildense cuyas terminalidades son técnico electrónico y orientación en artes visuales.

Una actividad similar a la desarrollada actualmente se realizó en invierno donde se recolectó ropa de abrigo. «Si me preguntas en marzo si imaginaba esta realidad seguramente hubiese respondido que no porque creí que ya se había llegado al tope pero lamentablemente la situación fue empeorando», dijo Mora.

Y el golpe más duro suele sentirse en la «pancita» de algunos estudiantes que a media mañana o durante las primeras horas de la tarde no ocultan su necesidad ante la sensibilidad docente que también aparece para saciar el hambre.

Fuente: La Capital