Comer del basural, el drama del hambre de muchas familias neuquinas
“Lo más preocupante es que haya chicos ahí, ya sea porque buscan comida o porque pasan varias horas en ese lugar”, señaló Mónica Gatti, a cargo del equipo de la Línea 102 de Atención al Maltrato y Abuso Sexual Infantil.
10/09/2020 MUNICIPIOS“Lo más preocupante es que haya chicos ahí, ya sea porque buscan comida o porque pasan varias horas en ese lugar”, señaló Mónica Gatti, a cargo del equipo de la Línea 102 de Atención al Maltrato y Abuso Sexual Infantil. El miércoles por la mañana en el basural de la meseta neuquina, mientras decenas de familias se abalanzaban con extrema ansiedad sobre el camión de residuos que volcaba los alimentos vencidos recolectados de distintos supermercados y casas de comidas rápidas, un chico de 13 años era atropellado por el vehículo. Por fortuna, solo sufrió politraumatismos y se encuentra en su casa del sector Los Hornitos, fuera de peligro.
El episodio no es el primero que ocurre en la zona. Desde hace varios años que se repite cuando, cada día, cientos de personas llegan al lugar para conseguir algo que comer o para rescatar y juntar todo tipo de elementos para revender y así subsistir.
“Es una postal que se repite”, señaló Gatti a LM Neuquén. La especialista recordó algunos hechos anteriores ocurridos en el basural de la meseta, como el de Nicolás, de 14 años, que en enero de 2011 fue aplastado por el camión mientras buscaba comida y murió una semana después; o el del chico de 11 que quedó atrapado por la compactadora del vehículo y tuvo una fractura en la pelvis; y el del adolescente de 15 años que los primeros días de enero de 2015 sufrió la amputación de un dedo cuando se colgó del camión y la compactadora le apretó la mano.
Desde la empresa que realiza el servicio de limpieza urbana definieron al hecho del miércoles como un problema histórico y que quienes ingresar al predio lo hacen eludiendo los controles o bien saltando o cortando los alambrados.
“Lo más preocupante es que haya chicos en el basural, ya sea porque buscan comida o porque pasan varias horas en ese lugar”, expresó Mónica Gatti de la Línea 102 de Atención al Maltrato y Abuso Sexual Infantil
Gatti comentó que según testimonios que pudieron recoger, la familia del menor recibe una ayuda. Sin embargo, Gatti comentó que “la ciudad se ha extendido mucho hacia la zona de bardas, y toda la periferia es un lugar de mucha pobreza y exclusión”. “Los niños y niñas se encuentran en un estado de máxima vulnerabilidad, y su derecho a una alimentación digna no está garantizado”, destacó.
“Esto demuestra, una vez más, que hay familias enteras en Neuquén que comen lo que consiguen del basural”, enfatizó Azucena Godoy, integrante del Foro de Defensa de la Ley 2302 de Protección Integral de la Niñez y Adolescencia. “Nada ha cambiado, y en el marco de esta pandemia todo se ha profundizado”, agregó Godoy.
La integrante del foro señaló que según dijo el policía, la familia del chico recibe una de las ayudas del Estado. “Pero lo que nosotros nos tenemos que preguntar es qué hace un chico de 13 años en un basural. No hay explicación alguna que justifique su presencia allí”, sostuvo.
Godoy afirmó que la situación de estas familias cada vez es más “grave” porque “no están recibiendo los módulos alimentarios y con las escuelas cerradas por la pandemia los chicos no reciben ese almuerzo o merienda que antes tenían”.
“La meseta es un sector retirado de la ciudad, es fácil invisibilizarlo, no molesta porque no se ve”, dijo Sebastián íbalos de la organización Barrios de Pie.
Por su parte, Sebastián Íbalos, de la organización Barrios de Pie, sostuvo que el hecho ocurrió “en un sector retirado de la ciudad y es más fácil invisibilizarlo, no molesta porque no se ve. A la clase gobernante parece que le cuesta reconocer que hay un montón de familias neuquinas de bajos recursos que tienen que ir al basural a resolver la comida del día”. Y agregó que “el Estado tiene que ponerse a trabajar para sacar a los chicos de esta situación de necesidad de tener que ir a buscar comida entre la basura”. Recordó que uno de los últimos informes realizados por la organización arrojó que más del 50% de los chicos de cero a 19 años de los barrios más populares de la provincia presenta “algún problema de alimentación vinculado a los bajos recursos”.
“Podrán amurallar el basural, pero eso no soluciona el problema de fondo que es la vulneración de los derechos de los niños que no reciben la alimentación necesaria”, concluyó Godoy.
“El niño contó que, cuando sufrió el accidente, hacía tres días que no comía”. La confesión de la maestra de la Escuela 311 del barrio Hipódromo resonó con extrema dureza aquella mañana de agosto de 2003, porque demostraba la realidad de un chico de 9 años que sufrió una fractura de pelvis al quedar atascado en la compactadora de un recolector de basura cuando intentaba buscar algo para comer.
Esta semana, otro chico, como aquel alumno que no fue a la escuela porque estaba hambriento, sufrió un accidente en el basural de la meseta neuquina, ese lugar en el que cientos de necesitados, de todas las edades, concurren para arrojarse en ese colchón de desperdicios para conseguir la supervivencia con lo que otros arrojan, desechan o dejan de comer, ya sean restos de hamburguesas, papas fritas, mercadería vencida de los supermercados. En el drama del hambre están los que, como si fueran exploradores, revuelven los desperdicios para cazar reliquias para vender.
Hacen de la basura su tabla de salvación. Entonces deciden sumergirse en ese infierno de desechos, producto de la indiferencia de quienes deben garantizarles el alimento.