Cómo es vivir en un barrio de Santa Fe con calles de tierra en pleno siglo XXI
Está en el oeste de la ciudad. Allí hay casi 15 cuadras sin siquiera ripiado desde hace décadas. Los propios vecinos tiran piedras para hacer posible la circulación vehicular. Cuando llueve, todo se convierte en un lodazal: ni las ambulancias ni los taxis pueden ingresar.
21/03/2022 MUNICIPIOSEstá en el oeste de la ciudad. Allí hay casi 15 cuadras sin siquiera ripiado desde hace décadas. Los propios vecinos tiran piedras para hacer posible la circulación vehicular. Cuando llueve, todo se convierte en un lodazal: ni las ambulancias ni los taxis pueden ingresar.
«Es como vivir en las épocas de las carretas», describe una vecina en una carta de lectores remitida a este diario. La mayoría de los santafesinos se quejan por los baches -hay 10 mil en toda la ciudad, según reconoció el propio municipio-, pero en Ciudadela Norte, al oeste del ejido urbano, ni siquiera tienen «esa suerte» de lamentarse por un cemento roto: es que allí hay 14 cuadras de tierra, sin siquiera ripiado. Y más de una vez los propios vecinos hicieron un «mejorado artesanal» con restos de escombros para volver más o menos transitables esas calles.
Con sus casas bajitas y simples, con sus perros durmiendo al sol y las vecinas mateando en la vereda, Ciudadela Norte se queja del olvido y el abandono al que lo han empujado. El Litoral relevó el sector de las calles de tierra: son Ruperto Godoy al 38 y 39; Huergo al 38, 39, 40; y sus transversales, que son Santiago de Chile al 56, 57 y 58; Roque Sáenz Peña al 56, 57, 58 y 59; y Juan Díaz de Solís al 57 y 58.
Pero, ¿cómo es vivir todos los días con las calles de tierra? Para la mayoría de los vecinos, un trastorno. Es que cuando llueve, el lodazal es inevitable y sus consecuencias también: si hay una emergencia médica, la ambulancia no puede entrar. Lo mismo para el transporte particular, como taxis y remises. Además, quienes circulan en autos sobre esas cuadras convertidas en un manto de barro generan pozos.
Ciudadela Norte es como un «cruce» en medio de Villa Hipódromo, Los Hornos y San Pantaleón: «Estamos como ‘atrapados’ y como somos un barrio chiquito, nadie nos escucha ni da respuestas a nuestros reclamos», le dice a El Litoral Cintia, vecina.
Las zanjas y la inseguridad
Pero hay otros problemas: las zanjas están tapadas de yuyos, como puede observarse en una de las fotos que acompaña este artículo. «Cada vecino paga el desmalezado de los zanjones, y al que no tiene plata lo ayudamos nosotros, porque el problema es que se tapan y no escurre el agua. Además, las alimañas…», añade la ciudadana. En la esquina de Huergo y Santiago de Chile, se ve un matorral verde y alto, y el agua estancada que acumula mugre.
¿Y la inseguridad? «Nosotros nos encerramos temprano… El último episodio delictivo fue un ladrón que había robado una moto, salió corriendo y la policía no lo pudo capturar; pasó hace más o menos un mes», apunta Mirta. El patrullaje policial es «casi inexistente»: «Circulan por Peñaloza en los horarios pico, pero acá no entran. Y las camionetas de la GSI, lo mismo», asegura.
Y respecto de los colectivos, las paradas de las Líneas 18 y 3 ahora están en Ruperto Godoy y Llerena (cerca de Peñaloza). «Con todo, en Huergo ya no hay más parada. La gente tiene que caminar más cuadras; se va temprano a tomarse el colectivo para ir a trabajar, o los chicos para ir a la escuela, y todos quedan a la buena de Dios de que los roben», coinciden Norma, Marcela y Rosa.
Iluminación y «mejorado»
Nunca hay luz en las esquinas, aseguran las vecinas. «Mirá allá: a ese foco lo compramos y ponemos entre los vecinos. Pero en el mismo día lo rompen de ‘gomerazo’…», vuelve a hablar Mirta. Ese foco es el que se muestra en una de las fotos de esta nota, y está «custodiado» por un nido. Hay otras luminarias totalmente rotas, relevó este medio.
Por Huergo hacia el oeste, hay dos muchachos parados. «¡Decime que venís a asfaltar!», bromea uno. Lucas González y Maximiliano Baldomir también dan sus testimonios: «Las piedras que ves en los pozos las tiramos nosotros mismos, los vecinos. Son restos de escombros de alguna obra, por lo general. Porque cuando llueve esto es un barrial, y se puede caer alguno que ande en moto o en bici», dicen. En Ciudadela Norte, pareciera que la modernidad tiene un par de materias adeudadas.
«Nos da bronca»
«Estas calles figuran como que están asfaltadas desde la época de (el ex gobernador fallecido Carlos) Reutemann. Pero como verás, no están asfaltadas. Más adelante (Llerena, Lavaisse), sí está asfaltado, pero nosotros seguimos esperando», declaró a El Litoral Mónica Acosta, otra vecina de Ciudadela Norte consultada.
«Además del asfalto estamos pidiendo cordón cuneta. Nos sentimos olvidados e ignorados. Nos da bronca porque estamos a 15 cuadras del Centro, estamos a dos cuadras de Peñaloza y a dos a Blas Parera: acá es un desastre. Cuando llueve, los chicos tienen que faltar a la escuela, porque no pueden salir de sus casas por el tremendo barro y el agua acumulada en las calles», advirtió.