Convirtió los pocos metros de fondo en una “verdulería natural” que abastece a su familia y vecinos salteños

Graciela Ferreira Ortiz vive en barrio Congreso Nacional, ubicado a la vera de la ruta nacional 68, Cerrillos. Sobre un terreno de 10 x 20 construyó su casa y en el fondo cultivó una huerta. Se trata de una “verdulería natural”

Graciela Ferreira Ortiz vive en Bº Congreso Nacional. Como voluntaria decidió parquizar el jardín del centro de salud de su barrio.

Graciela Ferreira Ortiz vive en barrio Congreso Nacional, ubicado a la vera de la ruta nacional 68, Cerrillos. Sobre un terreno de 10 x 20 construyó su casa y en el fondo cultivó una huerta. Se trata de una “verdulería natural” que le permite cubrir las necesidades familiares. El excedente lo vende entre los vecinos, que de esta manera pueden acceder a vegetales de primera calidad y a un precio muy accesible.

Toda esta producción emerge de unos pocos metros cuadrados de los que dispone, pero que aprovecha intensamente. Allí crecen enormes morrones, rúculas, lechugas, choclos, tres variedades de zapallos, acelga, zanahorias, tomates cherry y perejiles. “Todo esto me sirve para cocinar. Cuando tengo muchas plantas de hojas, las congelo en porciones, al igual que las rodajas de ancos con las que después puedo preparar milanesas, por ejemplo. El resto, le vendo a los conocidos y vecinos», contó la mujer.

Este año, contó Graciela a El Tribuno, se sintió la falta de lluvia. “Yo uso para regar el agua que utilizamos para otras cosas, como por ejemplo en la cocina o en el lavarropas, etc. Es decir la reciclo. Esta sequía me obliga a duplicar los esfuerzos. Además, aquí construyeron nuevas casas al lado de mi barrio al que le hicieron conexiones a nuestra red, quitándole presión. Eso es algo que debería revisar Aguas del Norte”, detalló.

Pese a las cuestiones climáticas, la vecina de Congreso Nacional logra llevar adelante su huerta, a la que hace producir todo el año.

“También tengo paltas, uvas y frutillas. Las plantas las tuve que poner en la parte del frente de la casa, porque en el fondo ya no me quedó lugar. Gracias a Dios son muy fértiles y dan muchos frutos”, explicó Graciela.

Consultada respecto a las semillas, señaló que utiliza las que van generando las plantas en cada temporada, también las que distribuye el INTA, aunque puso de relieve que se le hace cada vez más difícil conseguirlas, y otro tanto las compra.

Plantas ornamentales y conciencia ambiental 
Graciela también se da tiempo para las plantas ornamentales. Las produce en macetas recicladas, es decir usa recipientes en desuso como bidones o botellones de plástico. Pero esta tarea no se circunscribe a hermosear su casa, sino que decidió en el poco tiempo libre que le queda, parquizar el jardín del Centro de Salud de la barriada. Y lo hace como voluntaria. Ella tiene plena conciencia de la necesidad de colaborar activamente con la naturaleza, para minimizar el daño que el avance de la urbanización le infringe.

“Todos los días me doy un tiempito para regar el jardín del Centro de Salud, de ver las plantas y de colocar algunas que voy produciendo en casa. Soy una convencida que todos tenemos que colaborar con la comunidad y con la familia para poder salir adelante”, expresó la vecina.

Beneficios de cultivar en casa
Además del impacto positivo en la economía familiar que tiene cultivar una huerta en casa, en espacios reducidos tiene también un importante porque se obtienen hortalizas de altos valores alimenticios y sobre todo sanas:

Las plantas que se cultivan bajo este sistema, tienen una mayor cantidad de vitaminas y minerales que las que son producidas con agroquímicos.

Las hortalizas del huerto ecológico, por sus propiedades, fortalecen el organismo de la persona tornándola más resistente a enfermedades e infecciones.

Ayuda a evitar el deterioro del suelo. La siembra de determinadas especies de aromáticas funcionan como repelentes naturales contra los insectos.

Contribuye positivamente a la economía del hogar.

Fuente: El Tribuno