De Paraguay a Vaca Muerta: ¿cómo es la toma San Antonio, la primera escala laboral de los extranjeros?

El sector está a 10 minutos del centro de Neuquén, en el límite con Centenario. El barrio progresa al ritmo de la construcción y la venta de lotes. No hay agua y ya construyen una iglesia para su patrono.

El sector está a 10 minutos del centro de Neuquén, en el límite con Centenario. El barrio progresa al ritmo de la construcción y la venta de lotes. No hay agua y ya construyen una iglesia para su patrono.

En la toma San Antonio casi no hay ruido en las calles. No se ve gente caminando, y el paisaje es como de un enorme barrio popular en construcción, donde el color naranja de los ladrillos se mezcla con la pátina azul del cielo. Es un lugar solitario, una de las primeras escalas laborales de los extranjeros antes de llegar a Vaca Muerta.

Hay pocos perros y los senderos de subida y bajada de tierra están deformados, serpenteados por la lluvia. Apenas si pasa un colectivo en los umbrales de un barrio lleno de extranjeros, ubicado a menos de 10 minutos de los edificios más altos de Neuquén.

San Antonio es el santo y patrono de esta toma que nació hace casi una década, porque la mayoría de sus habitantes viene de esa ciudad homónima del Paraguay. Es una fiesta que se hace el 13 de junio en ese país, en medio del río Paraguay, con colores y barcos. Pero en la árida meseta neuquina, apenas llega el agua. La gente llena tanques de agua con manguereas negras, de esos que se consiguen en la industria petrolera.

En la última casa de la barda hacia el norte hay un cartel con una iglesia, que no es más que una carta de intención del templo, hecho de madera y algunos ladrillos en medio de un cañadón.

Sus habitantes son creyentes y sobre todo, trabajadores. La mayoría puso un pie en la región y trabaja en la construcción, en empresas o en forma particular.

En la mañana, el barrio está desierto y cuando cae el sol, los vecinos vuelven a sus casas que ellos mismos están construyendo.

Este lugar ubicado en la línea imaginaria entre Centenario y Neuquén por la meseta, es la primera escala laboral de los que prueban suerte en Vaca Muerta. Pero muchos no llegan y se quedaron a mitad de camino.

Es una zona difusa en el mapa, no registrada, donde cualquiera se puede encontrar con comercios, corralones de venta de materiales, chacaritas y un mercado paralelo desde tierras hasta vehículos

“Me gusta el barrio, es tranquilo. Soy albañil y estoy desde 2014 acá. Tengo familia en Paraguay”, dice a LMNeuquén Zacarías Salcedo, mientras cuelga la ropa al mediodía, con sol y frío.

El joven explica que trabaja en obras particulares y que, como muchos de sus compatriotas, recomienda a Neuquén y a la Argentina, como un lugar para trabajar.

En el barrio también hay familias bolivianas, colombianas y hasta de México, que tienen comercios y también venta de ladrillos.

En el sector, no hay un solo lote donde no se esté construyendo. Se venden terrenos por Mercado Libre y hasta se construyen casas para alquiler, a bajo costo.

No es una toma de palos y nailon, sino un verdadero barrio que crece, sin amparo legal ni normas.

San Antonio es parte de las zonas en conflicto, tironeado entre las fronteras políticas de dos intendencias, y la del gobierno provincial.

Todos echan mano electoral en esta zona, donde la luz no llega y mucho menos el agua.

Vaca Muerta: el lado B de la primera escala laboral
Es un sector que comprende el barrio El Trébol I y II, Ruca Antu y El Choconcito, este último en los alrededores de la planta potabilizadora Mari Menuco.

La mayoría de sus habitantes está conectado con mangueras negras que llenan tanques. No hay servicios, y el barrio está atravesado por el gasoducto de TGS, en medio de una avenida deformada, y también por la Alta Tensión que llega hasta Centenario.

En esta zona está todo por hacer, en la primera escala de los golondrinas en busca del sueño petrolero.

No hay dudas. La zona de la meseta es una batalla política y de responsabilidades. Para legalizarla, hace falta mucha inversión.

El barrio El Trébol, detrás de la cerámica Fasinpat, pertenece en buena parte al ejido de Centenario. Hace más de una década, una empresa iba a construir un complejo de viviendas en tira. Iba a ser un gran negocio inmobiliario. Pero llevar los servicios es costoso y el proyecto naufragó. A las tierras las tomaron y luego, toda la planificación quedó a la deriva.

Hace poco, vecinos de ese sector, de Ruca Antú, Los Fresnos y San Antonio, cortaron la Ruta 7, en pedido de un servicio de agua potable. No tienen nada.

Todos los días, las familias tienen que contratar camiones con agua cruda. El agua es para hacer obras, y pegar ladrillos. Pero también para bañarse.

La disputa del agua, los límites y la política
Hace años que este sector es el patio trasero de la ciudad de Neuquén y los vecinos están tironeados por la parte que le toca a Mariano Gaido (en su momento Horacio Quiroga), Javier Bertoldi (en su momento Esteban Cimolai), y los actores del gobierno provincial.

Todavía no se ponen de acuerdo sobre los costos y quién hará los servicios a familias que están construyendo casas, que ya no son de palo y nailon, sino duplex y casas amplias, aunque sin revocar. El tiempo es una bomba en una ciudad que crece sin control.

Fuente: La Mañana Neuquén