Dilma Rousseff afronta sus últimas horas como presidenta de Brasil

Todo indica que no habrá sorpresas y que la oposición contará en el Palacio Legislativo con más de 54 de los votos necesarios.

Todo indica que no habrá sorpresas y que la oposición contará en el Palacio Legislativo con más de 54 de los votos necesarios.

Dilma Rousseff se juega hoy su presidencia en el Senado de Brasil, que según todos los pronósticos se encamina a expulsarla del cargo por delitos contra la ley fiscal, en un juicio político calificado de «golpe» por sus seguidores y que puede confirmar como jefe del Estado a su vicepresidente, Michel Temer, un ex aliado que se unió a la antigua oposición. La sesión ayer en el Senado escuchó los testimonios de la acusación y de la defensa, que elevaron el tono para pedirles a los legisladores votar para cada una de sus posiciones, mientras que en las calles los movimientos sociales bloquearon accesos en San Pablo con quema de neumáticos con la consigna «Fuera Temer». También frente al Congreso protestaron partidarios de Dilma. Muchos de los 81 senadores se anotaron para hablar ayer, por lo que el presidente de la Corte Suprema Ricardo Lewandowski, quien preside las sesiones anunció que la votación no se realizaría como estaba planeado originalmente. Dijo que el juicio entraría en receso después de que todos los senadores concluyeran de hablar, y se reanudaría hoy.

Para que Rousseff sea removida, deben votar a favor de la medida al menos 54 de los 81 senadores. La prensa local reporta que al menos 52 legisladores dijeron que votarán por su expulsión, mientras que apenas 18 se oponen y 11 no revelaron su decisión. En mayo, el mismo cuerpo legislativo votó 55-22 a favor de suspender a la presidenta y abrirle un juicio político. El abogado de Rousseff, José Eduardo Cardozo, pidió a los senadores, previendo una votación que se pronostica irreversible, que «tengan en cuenta en el peso de la historia y la conciencia de quien condena a alguien inocente». Si Rousseff es destituida, será el fin de 13 años del gobierno de los Partido de los Trabajadores (PT), que llegó al poder en 2003 con Luiz Inácio Lula da Silva, que impulsó reformas sociales innovadoras y motorizó el ascenso social, pero la fuerza de izquierdas se transformó en ejes de escándalos de corrupción, como el Petrolao.

Ingentes esfuerzos. El vicepresidente en ejercicio desde el 12 de mayo, Michael Temer, del Partido del Movimiento de la Democracia Brasileña (PMDB), negoció hasta ultimo momento con senadores para que no haya sorpresas, ya que el interino espera que haya 60 votos, 6 más de los 54 necesarios para destituir a Rousseff. Por otro lado, el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva hizo los últimos intentos con llamadas a senadores, para convencerlos de cambiar el voto, teniendo en cuenta que a inicios de agosto el Senado acogió la denuncia con 59 votos contra 21, un resultado del cual se espera hoy algo parecido. Si Temer es confirmado, será la tercer vez que el PMDB ostente la jefatura del Estado, aunque nunca lo hizo por el voto directo: la fuerza, que domina el Congreso desde 1985, eligió a José Sarney por la vía parlamentaria tras la dictadura militar y gobernó con Itamar Franco entre 1992 y 1995, siendo este vicepresidente del renunciante Fernando Collor de Mello. Rousseff, de 68 años, defendió el lunes su pasado de presa política por luchar contra la dictadura y clamó su inocencia por los delitos de responsabilidad que se le atribuyen: tres decretos para redistribuir el presupuesto y las llamadas «pedaleadas fiscales» para usar dinero de los bancos públicos y subsidiar el plan agrícola 2015. Mientras el PT y sus aliados denuncian un «golpe parlamentario», la base de Temer, encabezada por el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) de Aécio Neves, derrotado por Rousseff en 2014, ya canta victoria en el Senado y remarca que el juicio político es un proceso constitucional.

«Mandato divino». En la sesión de ayer, la emoción y la indignación cubrió a los abogados de las partes. La abogada de la acusación contra Rousseff, Janaína Paschoal, apeló a un mandato divino para que los opositores a Rousseff se unieran frente al «fraude fiscal» y «fraude electoral». «Fue obra de Dios que al mismo tiempo varias personas percibieran lo que estaba ocurriendo en el país y se organizarán para iniciar el proceso de juicio político», dijo Paschoal. Le respondió, indignado, durante su alegado de defensa, el abogado Cardozo, ex ministro de Justicia y ex Abogado General de la Unión del gobierno de Rousseff: «El pueblo que eligió a la presidenta no sabe el delito por el cual puede ser condenada y expulsada del cargo». «Hoy Dilma se sienta en el banquillo como en la dictadura, cuando era una muchacha. Nadie se acuerda del delito por el que la acusaba específicamente, pero el delito era luchar por la democracia. Las acusaciones que recibe ahora como presidenta se olvidarán rápidamente como aquellas; son tan confusas que el pueblo no sabrá decir por qué fue destituida en caso de que lo sea», comentó.

Fuente: La capital Rosario