El centro de Rosario está bajo una tormenta perfecta

La pandemia y su capacidad cuestionadora de todo ponen bajo interrogante qué pasará con el casco histórico de Rosario, que vive un 2020 negro. ¿El centro podrá resetearse tras el control del Covid-19?

La pandemia y su capacidad cuestionadora de todo ponen bajo interrogante qué pasará con el casco histórico de Rosario, que vive un 2020 negro. ¿El centro podrá resetearse tras el control del Covid-19?

La crisis económica desatada en el comercio minorista por el Covid-19 tiene una zona cero en Rosario: el centro. El área está viviendo un 2020 negro. Sobre el centro se descargó una tormenta perfecta que viene golpeando su histórico dinamismo: la recesión económica producto de la pandemia que se suma a la que arrastra de años anteriores, la caída de la demanda como consecuencia de las actividades suspendidas (escolar, deportivas, celebraciones de cumpleaños, casamientos y graduaciones, y hasta tibios festejos y consumo por los días del Niño, del Padre y de la Madre), el menor flujo de gente de los barrios que evita desplazarse por miedo al coronavirus, la falta de miniturismo y huéspedes en los hoteles, la ausencia de estudiantes universitarios del interior y de sus familias que los vienen a visitar, el cierre de los teatros y centros culturales, la gente que teletrabaja y no asiste diariamente a oficinas y empresas radicadas allí, y los obstáculos para la movilidad a raíz de los 82 días de paro de colectivos en lo que va del año. Más condimentos negativos para estrangular la actividad comercial de la zona, imposible. La pandemia y su capacidad cuestionadora de todo ponen así también bajo interrogante qué pasará con el casco histórico de Rosario. ¿El centro podrá resetearse tras el control de la pandemia?
No es la primera vez que el centro se encuentra en estado crítico. En la crisis de 2001 los locales más importantes de la zona estaban directamente sin actividad. De las cuatro esquinas de Córdoba y Sarmiento, tres estaban ese año con sus locales desocupados, al igual que los enormes salones donde estuvo Casa Tía (Córdoba al 1100, ahora Sport 78) y Zara (Córdoba al 1300, ahora Juleriaque). Hoy la situación no llega a ese extremo. Al menos hasta el momento. Aunque el Covid está dejando sus huellas en el tejido comercial. Proliferan locales con el cartel de “Se alquila”, lógico en medio de una profunda crisis, pero son los de dimensiones pequeñas, los emblemáticos siguen en funcionamiento. Así el centro sobrevive como puede al desafío que plantea el Covid-19. El corazón de la ciudad ya lleva casi ochos meses con un aspecto desconocido producto del reducido movimiento de gente. Y los comerciantes están al límite esperando la salida al final del túnel.

Esa fue la luz que apareció a partir de 2003 tras la debacle de 2001: con la reactivación económica el panorama en esta zona de la ciudad comenzó a revertirse rápidamente. Y eso es lo que ocurrirá ahora, según los pronósticos de los empresarios más importantes del centro de la ciudad. Es lo que sostiene Nelson Graells, titular de Sport 78, toda vez que alguien le pregunta sobre el tema: “Cuando ceda la pandemia y se encuentre la vacuna, el centro se va a recuperar”.

De todos modos, el casco histórico de Rosario arrastra problemas desde hace largos años. No todo está ligado a la pandemia.

A principios de este siglo, de la mano de grandes capitales se instalaron fuera del área central enormes centros comerciales que modificaron la matriz urbana de la ciudad (en el caso del shopping Alto Rosario se realizó tras un polémico negocio inmobiliario donde se privatizaron estratégicos terrenos públicos). Así, se impusieron de facto áreas de nueva centralidad que profundizaron la fragmentación social y urbana. El municipio fue por esa época un espectador del fenómeno, lo naturalizó, cuando no lo festejó sin medir sus consecuencias, mientras zonas del centro de la ciudad comenzaron un proceso de degradación por la pérdida de usuarios y vida urbana.

Así, hace tiempo que el centro precisa acciones desde la Municipalidad y el sector empresario que le den nueva vida. Es clave la coordinación público-privada para emprender este desafío. Algunas iniciativas se pusieron en marcha tibiamente en los últimos años, como la reforma de calle Sarmiento y la restauración de algunos de los cientos de inmuebles con valor histórico y arquitectónico (Rosario tiene una verdadera riqueza en este sentido). También se implementó el plan de reconversión de calle San Juan entre San Martín y Entre Rïos, que incentiva a constructoras a levantar edificios residenciales con el objetivo de reanimar una de las zonas más opacas del área. Vivir en el centro de Rosario siempre fue muy valorado y lo sigue siendo, y ese no es un dato menor.

La pandemia pone así a las claras las urgencias de retomar estas políticas, darles más intensidad y enmarcarlas en un master plan que busque revitalizar el área central.

El casco histórico de la ciudad junto a los barrios tradicionales es el que le da identidad y carácter a Rosario con sus espacios de encuentro, culturales y patrimoniales. El centro rosarino no sólo posee la mayor y más variada oferta comercial del interior del país (4.000 locales en el área comprendida por Buenos Aires, Oroño, Tucumán y Mendoza), lo cual es un atractivo en sí mismo, sino que también es un lugar de socialización y cruce de las culturas urbanas. Se trata de un espacio de todos, de residentes, comerciantes, empleados, vecinos de los barrios, artistas callejeros, visitantes. Un espacio que respeta las diferencias y que comparten todas las clases sociales, sin la segregación espacial que generan otras propuestas, como los shoppings.

La pandemia replantea la ciudad y vuelve visible condiciones preexistentes. La situación pospandemia no será fácil en lo económico y social. Y en ese complejo horizonte no hay que perder de vista el valor del centro como espacio de integración y convivencia de sus habitantes. Un lugar que siga siendo atractivo para vivir, pasear, consumir y trabajar.

Fuente: La Capital