El director mendocino de escuela que viaja 60 kilómetros para llevarles la tarea a sus alumnos

“Solo hago lo que todo el equipo de la escuela hace: garantizar el servicio educativo para todos, cumpliendo con nuestra obligación”, dice.

Los martes se sube a su auto y va. Anda 30 kilómetros hacia arriba, hacia el piedemonte. Allá, en territorio casi exclusivamente papero, visita a la familia Montaño. A Nacho y a Rubí, los dos hermanitos que cursan el tercer y el primer año y les deja la tarea de la semana. “Solo hago lo que todo el equipo de la escuela hace: garantizar el servicio educativo para todos, cumpliendo con nuestra obligación”, dice.

Se llama Luis Salinas. Este no es un genial músico de Monte Grande sino, desde hace 15 años, el director titular de la Escuela 4-122 República Italiana, de Tupungato, una escuela técnica ubicada a 100 metros de la plaza principal de la ciudad cabecera y que tiene una matrícula de 550 alumnos, en las especialidades de Tecnicatura en Electromecánica y en Química.

Luis, que está al borde de los 59 años y “a un añito y la yapa para jubilarme”, dice que a la escuela “le hemos dado un tinte muy familiar. Todos trabajamos desde el afecto, del acompañamiento para con los chicos, con los papas, para a superarnos y ser mejores personas”.

Casi el 80 % de los alumnos son de la zona urbana y el 20 restante de la zona rural “especialmente del oeste y del sudoeste y que, en tiempos normales, vienen en traffic hasta la escuela”.

Casi todos, con más o menos dificultad, tienen posibilidades de conectarse a internet y recibir sus clases virtuales en estos momentos de cuarentena. “Nosotros no les exigimos un horario y, con el esfuerzo de ellos y de los profesores, se las van arreglando”, cuenta el director.

Pero en el distrito de La Carrera la conexión a internet es dificultosa, casi imposible.

Allí vive la familia Montaño. El padre hace changas, la madre cría a los niños. Nacho es el mayor y Rubí la que sigue. Después vienen otros tres hermanitos.

“Nacho y Rubí, para tratar de conectarse, iban a caballo unos 4 kilómetros, hasta la escuela Ricardo Palma, que queda bien arriba, en el piedemonte. Allí el director de esa escuela habilitaba internet para los chicos dos veces por semana. Pero era complicado para estos dos hermanos”, relata.

Fue entonces que el equipo directivo decidió utilizar otra estrategia. “Los profesores de los grupos de Whatsapp envían las tareas los lunes, para desarrolladas durante la semana. Las chicas del servicio educativo, me preparan las tareas para los dos hermanos, yo les bajo algunos videos útiles, guardo todo en un pendrive y se lo subo los martes a su casa en La Carrera. Ellos descargan todo y me guardan en el pendrive las de la semana anterior”.

Claro, para esto, “les llevé una netbook que teníamos en la escuela y también les llevo mapas, calculadora y lo que necesiten para trabajar”.

Cada martes Luis pasa tres horas en la casa de la familia. “Son una gente maravillosa, me atienden muy bien y abren su corazón”, dice.

Luis Salinas insiste constantemente en remarcar que “todo esto es trabajo de todo el equipo de la escuela, personal docente y no docente, que trabaja con enorme compromiso y muchísimo cariño” y repasa, con nombre de pila, a cada uno de ellos.

“Hace unos días, a las 3,15 de la madrugada y cuando estaba terminando unos trabajos, me encontré a una profesora que estaba conectada. Estaba mandándoles tareas a los chicos a esa hora. Eso es compromiso”, dice.

Pero la escuela tiene más gestos aún. “En marzo nos convocó el intendente Gustavo Soto y fabricamos 280 protectores faciales con 7 impresoras 3D, junto a docentes de otra escuela”.

Y también “La Dirección de Educación Técnica nos pidió colaboración para hacer alcohol en gel, detergente y jabón liquido con los profesores del área de Quimia. Ya hemos hecho 100 litros de detergente, 100 de jabón, 60 de alcohol y en estas horas estamos haciendo otros 140 de alcohol, para entregarle al Ministerio de Salud y que ellos repartan en hospitales y centros de salud”.

Luis Salinas dice que su premio es “que los alumnos y ex alumnos te reconozcan el trabajo”, pero remarca que “yo soy solo la cabeza y puedo marcar líneas de acción, pero una golondrina no hace verano y esto es el trabajo es del todo el personal docente y no docente de la escuela”.

Luis se reconoce creyente. En alguna foto se lo ve con la Virgen de Guadalupe detrás. “Le agradezco siempre a ella, a la Lupita, que siempre nos protege”.

Fuente: Uno