El gobierno de Grecia se juega la vida en el referéndum

Manifestantes por el “no” al ajuste colgaron un cartel en el cerro Lycabettus, que domina Atenas.

Manifestantes por el “no” al ajuste colgaron un cartel en el cerro Lycabettus, que domina Atenas.

El presidente y el ministro de Finanzas dijeron que renunciarán si el domingo gana el “sí” al ajuste pedido por Europa.

Atenas. Con virulentas declaraciones y previsiones sombrías, la UE y el FMI irrumpieron con fuerza ayer en el debate sobre el referéndum griego del domingo, en el que el gobierno izquierdista de Atenas se juega su supervivencia.

El presidente del Parlamento Europeo, el alemán Martin Schulz, no se anduvo con rodeos y dijo esperar una victoria del “sí” el domingo, para que llegue al poder “un gobierno de tecnócratas” y termine “la era Syriza”, el partido de izquierda del primer ministro Alexis Tsipras.

El ministro griego de Finanzas, Yanis Varoufakis, declaró horas antes que el Ejecutivo podría dimitir si gana el ‘sí’ a las propuestas de los acreedores internacionales del pasado fin de semana. En lo personal, añadió que “dejará de ser” ministro si el ‘sí’ se impone.

La campaña causó además una primera fisura en la coalición de gobierno entre Syriza y la derecha soberanista Griegos Independientes (ANEL). Un diputado de este último, Constantinos Damavolitis, fue excluido de su grupo parlamentario por pronunciarse en favor del “sí”.

“Estamos en guerra y no tendremos indulgencia. Quienes no soporten la guerra, que se vayan”, dijo el líder de ANEL y ministro de Defensa, Panos Kammenos, para justificar la decisión.

Los mercados internacionales y los acreedores del país (Fondo Monetario internacional, Banco Central Europeo y Comisión Europea) esperan ansiosos el resultado del referéndum.

Ayer, el país vivió el cuarto día de control de capitales, con un tope de retiro en efectivo en los cajeros automáticos de 60 euros por día y persona.
Los bancos cerraron el lunes pasado y debían permanecer así hasta el 6 de julio, al igual que la bolsa de Atenas.

El miércoles sin embargo abrieron para que pudieran retirar dinero los jubilados sin tarjeta de crédito, y ayer tres entidades (Banco Nacional de Grecia, Banco del Pireo y Alpha) abrieron también sus ventanillas a los clientes que quieran depositar dinero o efectuar pagos dentro de Grecia.

Mientras tanto, en la televisión se sucedían los espacios dedicados al “sí” y al “no”.

Las manifestaciones también continuaban, con una marcha del Partido Comunista en Atenas, que sacó a las calles a 6.000 personas según la policía y llamó a votar nulo en el referendo, para oponerse al gobierno. Al mismo tiempo, unos 1.200 antisistema se manifestaron ante la Universidad.
Perspectivas sombrías del FMI

El martes, Grecia entró en default con el FMI al no poder hacer frente a un vencimiento de unos 1.500 millones de euros. El mismo día expiró el plan europeo de asistencia financiera al país, ya que a falta de acuerdo, sus socios decidieron no prolongarlo.

En un informe publicado ayer, el FMI dijo que Grecia necesitará una nueva ayuda de 36.000 millones de euros de los europeos en los tres próximos años (ver aparte). El FMI recortó además drásticamente a la baja su perspectiva de crecimiento para Grecia este año, del 2,5% que esperaba en abril a 0%.

Unas perspectivas que “le dan toda la razón al gobierno griego” a propósito de la deuda, que quiere reestructurar para que la economía sea “viable”, respondió el portavoz del Ejecutivo, Gabriel Sakellaridis.

Para Atenas, el objetivo del referéndum es que el pueblo rechace las “duras” condiciones exigidas por los acreedores, “un paso decisivo hacia un acuerdo mejor”, según dijo Tsipras.

En cambio, para muchos líderes de la UE, el sentido de la consulta está muy claro: saber si Grecia quiere o no permanecer en el euro.

Según una encuesta publicada el miércoles por la prensa griega, la relación entre el ‘no’ y el ‘sí’ ha pasado de 57% a 30% a 46% a 30%, con el resto del porcentaje como indecisos.

El FMI quiere cobrar hasta el plebiscito

Grecia necesitará 50.000 millones de euros en los próximos tres años, incluyendo una nueva ayuda de los europeos de 36.000 millones, para estabilizar sus finanzas, aunque apruebe el plan de los acreedores en el referéndum del domingo, dijo ayer el FMI en un informe.

Las necesidades de financiamiento del país se han agravado por “importantes cambios políticos” en Atenas y se estiman en unos 50.000 millones de euros hasta 2018, sobre la base del crecimiento para este año, drásticamente rebajado de 2,5% a 0%, aseguró ayer el FMI.

Y el diagnóstico podría ser todavía más sombrío. La institución precisa que todas las últimas decisiones del país (cierre de bancos, control de capitales, default con el FMI) no han sido tomadas en cuenta en el informe, y que tendrán un importante “impacto negativo”.

En pleno pulso entre Atenas y sus acreedores, la institución con sede en Washington vincula el agravamiento “sustancial” de los problemas presupuestarios del país a los “importantes cambios políticos” a principios de este año, en clara alusión a la llegada al poder a Atenas del partido de izquierda radical Syriza.

Según la institución, un déficit de 13.000 millones de euros se va a ver agravado por la reducción de los objetivos de superávit primario (excluyendo las cargas de la deuda) que Atenas ha obtenido de sus acreedores.

“Si el paquete de reformas actualmente en discusión se debilita aún más, será necesario un haircut (pérdida neta) de la deuda”, pronostica además el FMI, cifrando las posibles pérdidas para los países europeos en más de 53.000 millones de euros.

Según el FMI, a la situación se suman los “vagos compromisos” de las autoridades de Atenas sobre las privatizaciones exigidas por los acreedores, ocasionando 9.000 millones de euros de déficit.

Fuente: Los Andes