El otro daño de la pandemia: se cuadruplicaron los pedidos de asistencia alimentaria en Mendoza

Desde el Gobierno provincial confirmaron que antes entregaban “10.000 módulos alimentarios” en sectores necesitados. Hoy llegan a 40.000

Desde el Gobierno provincial confirmaron que antes entregaban “10.000 módulos alimentarios” en sectores necesitados. Hoy llegan a 40.000

Parada en el patio de su casa, construida en un terreno que todavía están pagando en la antigua Finca Badano de Guaymallén, Teresa Cisneros no puede evitar la preocupación. Si bien ya no paga alquiler como antes, la cuarentena la dejó sin su principal ingreso familiar.

Su marido trabajaba en la construcción y si bien la actividad lentamente se va reanudando, desde que comenzó el aislamiento social no ha logrado conseguir trabajo. Por esa razón, la pareja pasa sus días junto a sus tres hijos “estirando” al máximo el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) y la asignación por los menores, pero como tuvieron que comprar membrana para que no se les lloviera el techo, no les queda casi nada para comer.

La de Teresa es una situación que se repite tanto entre sus vecinos, como en otros barrios populares de la provincia. Es que el freno a la actividad laboral impuesto por el gobierno nacional como parte de la lucha contra el Covid-19 hace más de un mes, agravó más la situación de los sectores de menores ingresos. Tanto que a pesar del IFE que otorgó la Nación, al gobierno provincial se le cuadriplicaron los pedidos de asistencia alimentaria. De entre 7.000 y 10.000 módulos que entregaban por mes, el Ministerio de Salud, Desarrollo Social y Deportes, hoy reparte 40.000.

Pero a Teresa no sólo la inquieta el plato para sus hijos, sino que también está complicada de salud. Ella tiene el corazón afectado por el Mal de Chagas y en el corto plazo necesita remplazar su marcapasos. “Me dijeron que uno bueno para ponerme sale $140.000, pero ahora no puedo pensar en eso, sólo en el día a día”, reconoció con tristeza. De todas formas ella sigue adelante impulsada por sus tres hijos. “Entre ellos se las arreglan para hacer las tareas con el único celular que tenemos y mi hija fue abanderada provincial el año pasado”, destacó, orgullosa.

Frente a su casa vive Antonia Rivero, coordinadora del comedor Arco Iris. Allí ofrecen almuerzos (los martes y los sábados) a unos 60 niños, aunque últimamente están recibiendo a adultos. “Han empezado a venir abuelitos y mujeres embarazadas porque hay mucha necesidad”, contó. Junto con ella trabajan 20 personas y si bien reciben la materia prima para preparar los almuerzos, cuando no lo hacen juntan de su bolsillo para no dejar a los pequeños sin comida. “Tratamos de ayudarnos entre todos en esta situación complicada”, aseguró la mujer, quien vive junto a su papá.

En el barrio Santa Teresita de Las Heras, Susana Juncos también busca la forma de atravesar la crisis que generó el coronavirus. “Mi pareja es vendedor ambulante pero ahora no se puede salir a la calle, encima el merendero al que íbamos está cerrado por la cuarentena”, relató con angustia. Ella tiene un bebé de 11 meses, pero además está a cargo de sus cuatro sobrinos. “Ya no sabemos qué hacer para subsistir. Si bien recibí la asignación por el bebé y el bono del gobierno, para todos no nos alcanza”, se lamentó. Ella desea con todas sus fuerzas que esta situación pase rápido para poder retornar a las actividades normales y salir “a buscar el mango” como siempre ha hecho.

Aumento en la demanda
Desde Desarrollo Social, el subsecretario Alejandro Verón ha notado un fuerte aumento en la demanda de comida. “Al haber una caída del trabajo, eso se traduce en más pobreza, por lo que hemos cuadruplicado la asistencia alimentaria”, manifestó. En detalle recordó que antes de la pandemia entregaban entre 7.000 y 10.000 módulos alimentarios (en los meses más duros) y hoy superan los 40.000. “Esto se suma a las raciones que entrega la DGE, a la asistencia de los municipios y a la nacional”, remarcó.

Lo que él ha notado es que este pedido de ayuda lo están solicitando, además de las personas más humildes, las que no solían ser beneficiarias de este esquema. “No sólo personas que trabajan al día como un peluquero, gomero o albañil, sino de personas que solían tener un ingreso fijo como gente de gastronomía, comercios y artistas”, detalló.

Para el funcionario en estos momentos el desafío más fuerte es trabajar para garantizar esta provisión alimentaria, pero además buscar salir de la situación actual. “Sobre todo en lo laboral, si no hay trabajo no habrá forma de salir adelante. Por eso tenemos que ver cómo hacemos para que la máquina del trabajo siga funcionando”, manifestó.

Comité de emergencia
Pablo Soloa, miembro del Movimiento Evita, detalló que junto a otras 11 organizaciones forman parte de lo que se conoce como “El Tridente de San Cayetano”, que hasta octubre asistía a 25.000 personas en Mendoza. “Este número seguro ha aumentado pero todavía no tenemos las mediciones”, reconoció. Justamente por la situación actual, desde allí le piden al gobernador Rodolfo Suárez que en Mendoza se organice un comité de emergencia que reúna al estado, la iglesia, las organizaciones sociales y otras organizaciones de la sociedad civil. “Tiene por objetivo coordinar la ayuda a los barrios populares en este contexto de pandemia y cuarentena”, explicó Soloa. Por otra lado solicitan ser incluidos en el consejo económico social para pensar la salida del aislamiento anunciada durante esta semana por Suárez.

Fuente: Los Andes