El país que produce casi el 100% de su energía de fuentes renovables

La sustentabilidad es un eje de gestión prioritario de muchos gobiernos del mundo, pero pocos han alcanzado el punto de cubrir prácticamente todas sus necesidades energéticas con fuentes limpias.

La sustentabilidad es un eje de gestión prioritario de muchos gobiernos del mundo, pero pocos han alcanzado el punto de cubrir prácticamente todas sus necesidades energéticas con fuentes limpias.

En el primer semestre de 2015 una gran noticia recorrió el mundo: Costa Rica había conseguido producir el 98.55 por ciento de la electricidad con fuentes o recursos renovables. La cifra se mantuvo por cuatro años seguidos, por lo que el gobierno puede afirmar que casi el 100 por ciento de su energía es limpia con un mínimo porcentaje de  energía de fuentes no renovables, proveniente del respaldo térmico en caso de necesidad.

Diversificación y planificación, las claves

En Costa Rica la mayor cantidad de energía proviene de recursos como el viento, agua, geotermina, sol y biomasa. De hecho, para finales de 2018, y por cuarto año consecutivo, sobrepasó el 98 por ciento de generación renovable en su Sistema Eléctrico Nacional (SEN), según los datos entregados por el Centro Nacional de Control de Energía (Cence) del Instituto Costaricense de Electricidad (ICE).

Esto significa que menos del 2 por ciento de la electricidad que consumen las empresas, hogares e instalaciones en Costa Rica proviene de centrales que funcionan a base de hidrocarburos. Además el país centroamericano no cuenta con centrales nucleares.

Este logro fue posible gracias a una planificación de uso eficiente de los recursos renovables para la producción de energía. Así, la diversificación de fuentes de energía permite aprovechar con mayor eficiencia las condiciones atmosféricas mientras que se reduce la emisión de gases al ambiente.

El viento y el agua, los indispensables

Durante los cuatro años que el porcentaje de energía proveniente de fuentes renovables rondó poco más del 98 por ciento, el agua y el viento jugaron un rol fundamental.

En el caso de la energía hidráulica, los embalses de regulación de Arenal, Cachí, Reventazón, Pirrís y Angostura, fueron indispensables para conseguir una producción limpia tan elevada. A su vez, estos embalses propiciaron la integración de la energía eólica a la matriz nacional: el viento ocupa el segundo lugar en el aporte energético renovable, justo por debajo del agua.

El respaldo térmico es usado en forma mínima en caso de que la demanda eléctrica supere la producción renovable. Sin embargo, en los últimos años el país ha pasado entre 140 y 300 días consecutivos de generación 100 por ciento renovable.

Una producción de energía limpia casi total no sólo impacta positivamente en el ambiente con un gasto mínimo de hidrocarburos, sino que permite mantener una estabilidad en las tarifas por lo que los principales beneficiados son los consumidores residenciales, comerciales e industriales.

Fuente: La Voz