El poder de los vecinos porteños: cómo se frenaron proyectos gestados a espaldas de los ciudadanos

Desde el Parque Lineal Honorio Pueyrredón en Caballito hasta el freno de la construcción de Torres en Costanera Sur, la organización en los barrios logró frenar muchas obras que, de manera inconsulta, quiere imponer la gestión de Horario Rodríguez Larreta.

Desde el Parque Lineal Honorio Pueyrredón en Caballito hasta el freno de la construcción de Torres en Costanera Sur, la organización en los barrios logró frenar muchas obras que, de manera inconsulta, quiere imponer la gestión de Horario Rodríguez Larreta.

No todos sus deseos son órdenes. No, por lo menos, cuando los vecinos se enteran de un proyecto de Horacio Rodríguez Larreta para el que no fueron consultados y que consideran va a modificar su barrio negativamente; sobre el que no se hicieron estudios de impacto ambiental ni audiencias públicas y que suele traer bajo el brazo un negocio inmobiliario.

En esos casos, el que primero se entera (la información es poder y el gobierno de la Ciudad avanza con mucho sigilo en los casos que sabe que no tienen legitimidad barrial) es punta de lanza de una organización en el barrio cuya deriva es una asamblea que empieza a visibilizarse con protestas. En muchos casos se echa mano de la judicialización del conflicto y Larreta tiene que sacar bandera blanca e ir a probar suerte a otra comuna.

Es el poder de los vecinos

Es el que logró frenar el denominado Parque Lineal de Honorio Pueyrredón en el barrio de Caballito, el que frenó la construcción de torres en Costanera Sur y el que que no se puedan vender tierras en Costa Salguero.El que impidió que en la escuela de Sordos Palacio Ceci en Villa Devoto las autoridades educativas entregaran la llave para que se hiciera una casa del vino.

El que se opuso a que en la Plaza Malaver de Villa Ortúzar se construyera un edificio de ocho pisos y muchos etcéteras.

Cuando hay organización, visibilización y judicialización de los reclamos es más fácil detener los proyectos de Larreta. No todas son victorias, pero en muchas ocasiones la unión hizo la fuerza.

Parque lineal Honorio Pueyrredón

El Parque Lineal Honorio Pueyrredón fue frenado gracias a que los vecinos judicializaron el proyecto. Foto: Sille Cris
Gustavo Torchinfky es integrante de la Asociación S.O.S Caballito, centro geográfico de la Ciudad. Caballito es la comuna 6 y Larreta ya había empezado la construcción del famoso Parque Lineal. Pero hubo resistencia.“Quería anular la avenida Honorio Pueyrredón desde Gaona hasta la Plaza Giordano Bruno y poner unos maceteros anchos para reemplazar unos carriles por una ‘calle de convivencia’. Esto es, una zona de pequeño tránsito para que pasen ambulancias, basureros, bomberos y nada más. Decía que se iba a poder andar en bicicleta, caminar. Y que se iba a ganar una hectárea de espacio verde”, sostuvo.

Torchinfky contó que los vecinos de organizaron contra el emprendeimiento porque todo el tránsito de Honorio Pueyrredón se iba a desviar hacia Acoyte, Hidalgo y Rojas, arterias que ya están colapsadas.

Demás está decir que Larreta no hizo ningún estudio de impacto ambiental sobre cómo iba a ser la contaminación sonora de la zona en la que queria hacer era un anfiteatro con canchita de fútbol-tenis y talar 39 árboles.

“Ya tenemos en el barrio Parque Centenario, Parque Rivadavia. No necesesitábamos eso ahí. Se presentó un amparo en diciembre y en enero, cuando había empezado la obra, recién nos lo concedieron. El Gobierno de la Ciudad apeló, y estamos esperando el resultado, pero mientras tanto, entre Gaona y Franklin, con la obra parada, no se mantiene la limpieza, no pasa el basurero porque Larreta quiere que se degrade”.

Costanera y Costa Salguero

La Justicia le dio la razón a los vecinos y frenó la construcción de torres en Costanera Sur. Foto: Leo Vaca
El año pasado, la justicia porteña declaró inconstitucional la ley 6289 aprobada por la legislatura porteña, que autorizaba al Gobierno de la Ciudad a desprenderse de los terrenos ubicados en Costanera Norte. El tema había sido judicializado.

Jonatan Baldiviezo pertenece al Observatorio del Derecho a la Ciudad y es integrante del movimiento «La ciudad somos quienes la habitamos». Dijo a Télam que “empezamos con Costanera en el 2015, cuando quisieron meter el Distrito Joven. Luego, una parte de la ley se transformó el conflicto de Costa Salguero, que el Gobierno decidió vender. Presentamos un proyecto de ley y una acción judicial. El Gobierno no puede vender esas tierras. Hicimos lo mismo con la Costanera, queremos que sea de uso común y no para grandes emprendimientos inmobiliarios”.

Larreta quería hacer 20 torres de 145 metros de altura. El proyecto contemplaba 900.000 metros cuadrados de cemento, la mitad de todo lo que se construye en la Ciudad en todo el años.

“En ambos casos logramos que la gente se inscriba en las audiencias públicas», subraya. Porque según su experiencia, la mayor parte de los porteños votan a Larreta, pero se involucran en las luchas cuando se enteran de un proyecto que los perjudica.

El tema es que se enteren.

«La lógica transversal del Gobierno porteño es estimular la especulación inmobiliaria, por ejemplo a través de subastas de tierras públicas. A la Ciudad le compran con pesos y en cuotas y además cuando se ponen los precios de las subastas  se cree que están vendiendo a precio de mercado. La diferencia es que la ciudad lo pasa a dolar a dolar oficial. La ciudad vende a mitad de precio que el mercado y está infravalorado”, dijo a Télam.

Villa Ortúzar le dijo no a un edificio

Plaza Malaver es uno de los espacios verdes de Villa Ortúzar y se creó en un terreno donde había clubes a principios del siglo XX. Los compró la municipalidad y hubo vecinos que no quisieron vender. Se hizo la Plaza quedaron dos casas de época  instaladas en dos esquinas.“Los vecinos que ya estábamos bastante organizados para intentar mejorar el estado de la plaza (que se habitó muchísimo durante la pandemia) un día nos dimos cuenta de que estaban tapiando una casa del año 20, nos llamó la atención, ahí funcionaba un lugar en el que se hacían eventos culturales, era  un caserón hermoso y empezaban a sacarles los vidrios, las ventanas, para venderlas. Empezamos a preguntar y de un día para otro demolieron la casa de un modo totalmente irregular. Fue un sábado a la mañana. Destruyeron la vereda, los que trabajaban no tenían cascos, no había un aviso de demolición y llamamos a la policía”, dijo a Télam Ernesto Algranati, integrante del colectivo Somos La Malaver.

Y agregó: “era obvio que se venía un proyecto inmobiliario, acá cada casa que se demuele es para eso. Ya estaban empezando a ofrecer unidades de un edificio que tenía las características de una torre de 8 pisos, 25 metros de altura e iba a tener un bar en la planta baja”.Ahí comenzaron a movilizarse. “Lo más grave de todo es que esto es que la demolición era legal porque el código de edificación que se modificó hace dos años permite estas construcciones», dijo indignado. Pero no bajaron los brazos.

“Técnicamente no teníamos mucho más para hacer, pero nos dimos cuenta de que había legislación previa que ese código viola. Cuestiones de impacto ambiental y la cuestión de la habilitación social. Era un delirio meter un edificio en una plaza, iba a tapar la luz la mitad del día y se iba a complicar con el agua, cuya presión a veces es baja. Y nadie iba a hacer un estudio de impacto ambiental”, recordó.

«Hicieron un festival muy grande, logramos conectarse con otros colectivos, hicieron presentaciones legales aprovechando que estaban en plena campaña y nos enteramos el viernes antes de la votación de medio término que el gobierno de la CABA, daba el conflicto por solucionado. Hicieron un acuerdo entre privados. CABA tenía un canon por cobrar por una construcción de otro barrio que estaba fuera de regla y esa empresa que le debía un dinero le compró el lote a la empresa que estaba ofreciendo los departamentos para cedérselo a la Ciudad».

Lo que hay ahora es un terreno baldío tapiado donde había una casa de época. Los vecinos ganaron una batalla, pero no consideran que la guerra esté ganada hasta que el Gobierno de la Ciudad no haga en ese terreno lo que quiere la comunidad: agrandar la plaza.

La iglesia Santa Catalina, en Retiro

La Iglesia de Santa Catalina está en San Martín esquina Vimonte. “Prohibimos que se hiciera un mamotreto que le iba a dar sombra a paredes de 1745”, dijo María del Carmen Arias Usandivaras, referente de Basta de Demoler, una agrupación que interviene cuando el Gobierno porteño está violando alguna ley. También rememora como una victoria haber parado las obras en Plaza intendente Alvear (Plaza Francia). “Empezaron a tirar abajo la barranca con los árboles, querían destrozar la plaza y hacer un emprendimiento comercial de punta a punta. Ahí la Legislatura ayudó: por ley que especificó por dónde tenía que ir el subte H. Tenemos una demanda porque paramos la obra”.

Un enemigo poderoso

“Nosotros para ellos no existimos, somos unos descerebrados que no entendemos nada, pero la constitución de 1996 es participativa. Aunque no sea vinculante, la instancia está”, afirma María del Carmen, que también recuerda que el teatro El Picadero sigue existiendo porque la organización intervino.

“El Picadero lo tiraban abajo. Se logró manenerlo  porque apareció el dueño del terreno y la ley dice que donde hay un teatro tiene que haber otro teatro”.

Arias Usandivaras celebra la victorias, pero dice que de un tiempo a esta parte todo es más difícil. “Nos está costando más porque se hacen excepciones por ley todo el tiempo”, se lamenta.

Pero sabe, como el resto de los vecinos, que el primer paso para dar una batalla es tener en claro contra qué se pelea y Horacio Rodríguez Larreta no es de informar y pedirles opinión a los vecinos.

Avanza. Y si pasa, pasa.

Pero, por suerte, a veces la organización de los futuros damnificados hace que no pase. Y son pequeñas grandes victorias.

Fuente: Telam