El triunfo en los municipios salteños: una «maniobra de pinzas» confeccionada a medida tras la eliminación de las PASO

El triunfo en los municipios salteños: una "maniobra de pinzas" confeccionada a medida tras la eliminación de las PASO

El triunfo en los municipios salteños: una «maniobra de pinzas» confeccionada a medida tras la eliminación de las PASO

Los números hablan por sí solos: los partidos y frentes electorales que lo acompañaron para su reelección ganaron en cada uno de los 23 departamentos, con lo cual Sáenz obtuvo una ventaja abrumadora sobre los escaños legislativos en juego: consiguió la totalidad de las 11 bancas de Senadores y 26 de las 30 bancas que se renovaron en la Cámara de Diputados.

Pero el triunfo saencista no solo queda impregnado en los pasillos de la Legislatura, sino que además el mapa de color en la provincia se tornó más homogéneo en las intendencias, donde las 60 comunas renovaron intendentes y solo tres de ellas (apenas el 5 por ciento de todos los municipios salteños) responderán a una línea opositora a Gustavo Sáenz.

Son los casos de Tartagal, donde el Frente Avancemos colocó a Franco Hernández Berni por arriba del actual intendente Mario Mimessi con apenas 144 votos.

En Aguas Blancas se impuso el Frente Salta Avanza con Vos, que pudo instalar en la jefatura comunal a Carlos Martínez.

El último de los casos es el de Colonia Santa Rosa, donde el joven Juancito Navarro, del Partido de la Victoria, desplazó sin mayores inconvenientes al desgastado oficialista Jorge Mario Guerra.

En este escenario, luego del 10 de diciembre próximo los intendentes también responderán, casi en su totalidad, al gobierno de Sáenz por los próximos 4 años.

Pero ¿cual fue la llave maestra para un triunfo tan contundente en la provincia? Sáenz obtuvo el 47,52 por ciento de los votos, contra el 17,26% de su competidor inmediato, MIGUEL NANNI, a quien le sacó 30 puntos de diferencia.

Aún así, el reelecto gobernador obtuvo menos porcentaje de votos que en la elección anterior (2019), cuando se impuso con el 53 por ciento en la provincia y llegó a perder en los departamentos de Rivadavia, San Martín e Iruya.

Este dato comparativo resulta clave para tratar de entender la dinámica y los resultados de la última elección.

Sáenz obtuvo menos porcentaje de votos que en 2019, pero ahora, a diferencia de aquella oportunidad, su dominio político es total en los esquemas ejecutivos y legislativos.

Al menos en lo que respecta a las intendencias, la clave estuvo centrada en una suerte de «maniobra de pinzas» que el saencismo desplegó en las comunas, poniendo a dos o más candidatos oficialistas a que peleen por el manejo municipal, pero que a Sáenz le aporten por partida doble -o triple- los votos necesarios para su reelección.

El resultado para muchos intendentes fue nefasto: pese al acompañamiento y a los compromisos políticos, muchos tuvieron que resignar su gestión ante el triunfo del competidor, que resultó ser de la propia tropa, camuflado como «sana competencia», pero que terminó por descalabrar la tranquilidad pueblerina tras los comicios del domingo.

Un claro ejemplo de esto es lo que ocurrió en Rosario de la Frontera, donde Gustavo Solís, que apoyaba a Sáenz, tuvo que resignar su mandato ante Kuldeep Singh, quien también apoyaba al reelecto gobernador.

Singh se impuso con el 34,8% y Solís obtuvo el 33,5%. Entre los dos sumaron más del 65% de los votos rosarinos y ambos colaboraron para que Sáenz obtenga el 48 por ciento en esa ciudad. Resultado: Sáenz les ganó a los dos.

Un análisis somero del escrutinio demuestra que esa dinámica se repitió de forma sistemática en otros municipios del interior como General Güemes, Rosario de Lerma, Campo Quijano, Orán, Cerrillos, Cafayate, La Candelaria, Mosconi, Yrigoyen, Campo Santo, donde los candidatos saencistas desbancaron a los actuales intendentes, que en su propia caída también le sumaron a la reelección del gobernador.

Suspendidas las PASO (primarias abiertas simultáneas y obligatorias) en la provincia, todos quisieron competir dentro de los mismos espacios y se volvieron colectoras para una «cuasi ley de lemas», donde hubo un solo ganador. Esa es la lectura directa.

Con todo este escenario, se comenta que el saencismo esperaba un triunfo superior al 55 por ciento en toda la provincia y los cañones estaban apuntados a ese objetivo. Ese numero no se consiguió solo porque, fuera de todo cálculo, la oposición atomizada logró más votos de los esperados. Más allá de eso, el triunfo de Sáenz resulta tan inobjetable como abrumador, y representa una completa concentración de poder que no tendrá contrapeso político, en el Ejecutivo, en el Legislativo y hasta quizás en el Judicial.

La pelea dentro de la propia tropa
Sáenz obtuvo menos porcentaje de votos que en 2019, pero ahora su dominio político es total en los esquemas ejecutivos y legislativos. En lo que respecta a las intendencias, la clave estuvo centrada en una suerte de «maniobra de pinzas» que el saencismo desplegó en las comunas, poniendo a dos o más candidatos oficialistas a que peleen, pero que a Sáenz le aporten por partida doble -o triple- los votos para su reelección.

Fuente: El Tribuno