En diez años se cuadruplicó la cantidad de personas en situación de calle en Rosario

La crisis social y las situaciones de consumos y violencia incrementan la población sin techo. Hay más jóvenes y mujeres viviendo en el espacio público. Con el frío, los refugios están llenos

La crisis social y las situaciones de consumos y violencia incrementan la población sin techo. Hay más jóvenes y mujeres viviendo en el espacio público. Con el frío, los refugios están llenos

El lunes pasado, cuando el termómetro marcó casi tres grados bajo cero, en el refugio que funciona en la sede de Cáritas, en Balcarce al 1000, no hubo una cama vacía. El martes siguiente tampoco. El albergue municipal es el único en la ciudad que recibe a mujeres en situación de calle, muchas veces acompañadas de sus hijos, y esa es la razón por que sus quince plazas están casi siempre ocupadas. En los últimos años en Rosario no sólo creció la población sin techo sino que también se modificaron sus características: son cada vez más jóvenes y aumentó el porcentaje de mujeres. La crisis social, las situaciones de consumos problemáticos y la violencia, son los tres factores que explican este fenómeno.

Tanto desde la Secretaría de Desarrollo Humano del municipio como desde las organizaciones que realizan rondas para acercar alimento y abrigo advierten que este invierno se incrementó el número de personas en situación de calle. El último censo oficial de esta población es del año 2021 y contó a 492 varones y mujeres. Un relevamiento realizado por el municipio diez años antes había relevado a 120 personas durmiendo en los retiros de edificios y espacios públicos. Cuatro veces menos.

El refugio de mujeres se abrió sobre el comienzo de la pandemia de coronavirus. Fue pensado como un dispositivo de emergencia, pero superada la crisis sanitaria siguió funcionando. El año pasado, por sus trece plazas que con buena voluntad se estiran a quince, pasaron 144 mujeres y 52 niñas y niños. «Al principio pensamos este espacio como una respuesta a la problemática del Covid, pero decidimos sostenerlo porque lo consideramos necesario», explica Elena Medina, coordinadora del albergue que todas las tardes, a partir de las 19, ofrece un baño caliente, cena y un espacio donde pasar la noche.

Pero principalmente, la casa de Balcarce al 1000 «es un lugar donde las mujeres se sienten seguras», destaca Medina y cuenta que se trabaja en red con el centro de distrito y con profesionales de psicología y trabajo social de la Universidad Nacional de Rosario que intervienen en las tres problemáticas que se repiten entre quienes se acercan al refugio: violencia de género, consumo problemático y salud mental.

En cualquier barrio
«La población en situación de calle cambió rotundamente», señala Jorgelina Calderón, alma mater de Integrarte Rosario, una organización que trabaja para la reinserción social de quienes viven en la calle. Desde 2009 y durante diez años la mujer fue parte del Refugio Sol de Noche, un albergue sostenido por voluntarios en el barrio Bella Vista.

Calderón asegura que en esa década cambiaron las caras de las personas sin techo. «Cuando empezamos trabajábamos con una franja de 35 años para arriba, con muchos hombres grandes. Después de la pandemia nos encontramos con familias con chicos durmiendo en cualquier barrio. Ya no son sólo en la peatonal, la Terminal de Omnibus o las plazas del centro, los espacios se extendieron», dice y cuenta una anécdota: «La semana pasada salimos a repartir frazadas y bolsas aislantes en zona norte. Llevamos 20 abrigos y en una hora los repartimos a todos, unos años antes nos hubieran sobrado».

Los ex combatientes de Malvinas, que todos los inviernos reparten raciones de comida caliente en el área central y la zona de la Terminal, también advirtieron el aumento en la cantidad de personas que se acercan para buscar su cena. «El año pasado entregábamos entre 150 y 300 raciones, según los días. Ahora no estamos bajando de las 320 o 350. Hay muchos chicos que están junto a sus padres, los acompañan a cartonear con frío y todo», explica Julio Mas, referente de la organización, y considera que la situación es producto de la crisis económica. «La plata está mal repartida», asegura.

Los voluntarios del Movimiento Solidario Rosario concentraron su trabajo por fuera de los bulevares donde, aseguran, cala con hondura el incremento del costo de vida y sobre todo el desgarramiento de los vínculos sociales. «Se ve un aumento de personas que están en situación de vulnerabilidad. La profunda rotura del tejido social es cada vez más grande y deja a muchos afuera, es un sistema muy siniestro», dicen sus referentes.

Dispositivos reforzados
Como todos los años, el municipio puso en marcha su operativo de invierno el primer día de mayo. En total son dos refugios nocturnos y un hostal propios, que suman 95 camas, y otros dos albergues en convenio con organizaciones sociales, además de dos casas asistidas. Esta semana, estos espacios trabajaron completos. «Con el frío se llenaron», asegura Nicolás Ginelloni, secretario de Desarrollo Humano del municipio.

El abordaje de la población en situación de calle incluye además los recorridos de asistencia alimentaria que realizan los ex combatientes y rondas sociales, en las cuales profesionales del municipio hacen controles de salud y ofrecen una primera escucha para planificar las intervenciones adecuadas.

«La población en situación de calles es dinámica. Lo que notamos este año es un incremento en los llamados de los vecinos al 147 advirtiéndonos de la presencia de personas durmiendo en los retiros de viviendas particulares, en instituciones o en los espacios públicos», explica el funcionario.

Para Gianelloni, la situación es una de las consecuencias que dejó la pandemia. «La difícil situación económica ha impactado en el crecimiento de esta problemática, tanto como el crecimiento del consumo y la rotura de los lazos familiares y comunitarios», describe y coincide en señalar un cambio de edades y géneros. «Las personas son más jóvenes y también hay más mujeres» viviendo en la calle.

Por eso, explica que muchos dispositivos de asistencia se mantienen durante todo el año y se profundizaron estrategias como casas asistidas o centros de día. Pequeños pasos que tienen como horizonte la autonomía.

Fuente: La Capital