En Rosario se utiliza hasta tres veces más agua que la recomendada por la OMS

En promedio, un rosarino usa 350 litros diarios, cuando lo estipulado por la Organización Mundial de la Salud para un uso racional es entre 50 y 100 litros.

En promedio, un rosarino usa 350 litros diarios, cuando lo estipulado por la Organización Mundial de la Salud para un uso racional es entre 50 y 100 litros.

Una persona que vive en Rosario utiliza, en promedio, unos 350 litros de agua por día para realizar sus tareas cotidianas. Este valor está por encima del triple del máximo estipulado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que se ubica entre 50 y 100 litros diarios para hablar de un uso razonable diario de este recurso. El dato evidencia un derroche significativo de un recurso fundamental que a orillas de la ciudad es visible en el marco de una bajante histórica del Río Paraná, que tuvo un repunte el fin de semana, cuando llegó a 15 centímetros, pero que para el lunes ya se ubicaba en 2 centímetros y, se estima, continuará bajando.
Desde Aguas Santafesinas S.A (Assa) indicaron que un rosarino utiliza en promedio 350 litros de agua para realizar sus tareas cotidianas. Este valor está muy por encima de los niveles recomendados por la OMS. La empresa adelantó las campañas de uso racional del servicio, que tradicionalmente se realizan en verano, y la Municipalidad comenzó a fiscalizar a porteros y empresas de limpieza que baldean las veredas.
«En sectores donde no hay problemas de acceso, es decir que se accede integralmente al agua, se pueden llegar a estar malgastando unos 100 litros por día por persona», explicó a La Capital el docente Aníbal Faccendini, de la Cátedra del Agua de la Universidad Nacional de Rosario (UNR). A ello, sumó: «Como parámetro, el 70 por ciento del servicio hídrico de una unidad se va en el baño».

En tal sentido, Faccendini manifestó que «muchas veces se tira la cadena innecesariamente», algo que insume un gasto de agua aún mayor: «Hay que tener en cuenta que por cada tirada de cadena, se van 30 litros». Es por ello que aseguró que «cuando no se toman los recaudos necesarios, se puede derrochar, como mínimo, de 40 a 50 litros por día». A los principales hábitos que generan derroche de agua potable, el docente agregó dejar la canilla abierta durante el lavado de dientes, el afeitado o la limpieza de platos.

De estas conductas se desprenden los recaudos que el referente de la Cátedra del Agua de la UNR mencionó para poder hacer un uso razonable del agua: «No hay que tirar la cadena si no es necesario y todo residuo que no sea contaminante tiene que ir a la basura, no al inodoro. Por otro lado, cuando nos afeitamos, nos lavamos la cara o los dientes, hay que hacerlo con la canilla cerrada. En 10 o 15 minutos se derrochan muchos litros de agua. Además, cuando se lava la vajilla hay que enjabonar primero y enjuagar después y no hacer lo primero con la canilla prendida».

Junto a esas tareas cotidianas ubicó a la renovación del agua de las piletas. Aconsejó que se mantenga el agua durante el año para no tener que llenar nuevamente las piletas en el verano: «Se comprobó que si se mantiene con cloro y continuamente filtrándola todos los días, el agua se mantiene, como mínimo, durante un año y medio. Así el agua, con el correcto filtrado, se remueve y se renuevan las moléculas que, junto al desinfectante, hacen que pueda mantenerse y no se derroche».

Por último, pidió que no se laven las veredas con agua ya que es completamente innecesario: «No se puede hacer eso con una bajante escandalosa del río como la que hay. La vereda se barre, no se lava».

Cultura del derroche
Faccendini hizo hincapié en lo complicado que es cambiar las conductas para hacer un mejor aprovechamiento del agua, un recurso fundamental para las personas, que puede parecer infinito pero que, a este ritmo, puede escasear cada vez más en un futuro no tan lejano.

«Venimos con la conducta del derroche del agua, es un problema de falta de cultura ambiental. La conducta de ambientalismo inclusivo, de ser responsable con respecto al agua, nos tiene que llevar a ser muy sobrios en su consumo: yo tomo lo necesario del agua y cierro la canilla», expresó.

A ello, añadió: «Tenemos que tener cuidado con el consumo. Se está haciendo todo lo posible con las bombas (de extracción), pero hay que ser solidarios con los que terminan pagando las consecuencias sistémicas de la falta de agua, que son los desposeídos de la misma en los barrios populares».

«El agua no es un bien común infinito, se puede llegar a una situación de escasez grave. Es increíble que seamos la única especie capaz de contaminar y hacerle mal al ambiente, porque no lo hace ningún otro ser vivo, y todavía no entendamos que tenemos que tener una cultura ambiental del agua a partir de valorar las presencias. No hay que esperar a que el agua falte para que la valoremos», concluyó.

Fuente: La Capital