España: «La ayuda va a ser insuficiente»
El sindicalista vasco analiza el acuerdo que aprobó la Unión Europea para tratar de superar la crisis provocada por la pandemia.
31/07/2020 EL MUNDOEl sindicalista vasco analiza el acuerdo que aprobó la Unión Europea para tratar de superar la crisis provocada por la pandemia.
«Es un acuerdo relevante porque por primera vez en la arquitectura institucional europea se apela a emitir deuda a nivel regional. Es mucho dinero, aunque va a resultar insuficiente en relación al tamaño de la crisis», explicó a Página/12 Unai Sordo, secretario general de Comisiones Obreras (CCOO) de España, en relación al Fondo de Recuperación de 750 mil millones de euros acordado por la Unión Europea (UE) para apoyar a las economías de la región a superar el impacto provocado por la pandemia. A diferencia de lo que pasó en 2010, durante el coletazo europeo de la crisis subprime, en donde la conducción de la UE ejerció junto al FMI una enorme presión para aplicar severos planes de ajuste fiscal, «hay una lectura de que la crisis es distinta y por lo tanto la receta debe ser distinta», considera Sordo.
El acuerdo europeo
-¿Qué impacto tendrá en la economía española el paquete aprobado por la UE?
-La inyección de recursos europeos va a tardar unos cuantos meses, así que a muy corto plazo, el único impacto es en términos de confianza. Ente créditos y transferencias, la economía española recibirá unos 140 mil millones de euros. Sin dudas que es un fondo muy relevante, de alrededor del 1 por ciento del PBI. Pero la dimensión de la caída de la economía es tan grande que la reactivación no va a ser sencilla. También hay que recordar que una parte de los fondos no son transferencias directas sino avales para créditos. Es un acuerdo muy importante, pero el tiempo demostrará que es insuficiente.
-¿Por qué lo considera insuficiente?
-Por el tamaño del problema que se está enfrentando. Solo en España, se espera que la deuda pública suba en unos 20 puntos. Esto se produce por una fuerte caída de los recursos públicos mientras crece rápidamente el gasto público, lo cual ubica el déficit fiscal en torno al 11 por ciento del PBI. Aun así, se trata de un acuerdo que cualitativamente es muy relevante porque por primera vez en la arquitectura institucional europea se apela a emitir deuda a nivel regional.
-La gestión de la crisis anterior, en 2010, quedó marcada por el salvataje a cambio de fuerte ajuste fiscal. ¿En qué medida la situación actual se diferencia de aquella?
-El dinero se va a distribuir con pautas distintas a los recursos de la crisis de 2010. No apunta a las políticas de austeridad sino a medidas para modernizar la infraestructura y reformas de los sistemas sanitarios. Creo que va a haber un control de esos fondos y que se van a liberar en función de las disputas estratégicas entre los distintos países, porque en una situación de crisis, cada uno intenta conseguir ventajas comparativas frente al otro. Pero respecto de la crisis anterior, estamos en una mejor situación. Nuestra propuesta consiste en que los recursos se canalicen hacia una mejora en la estructura productiva de España, con énfasis en la digitalización, el salto tecnológico y la transición hacia una economía menos contaminante. España es un país industrialmente débil y se necesita favorecer la inversión, pero no a través de la baja de los salarios. El camino de la devaluación salarial ya se recorrió y no funcionó, ni qué decir del sobreendeudamiento y de las burbujas inmobiliarias.
-¿Cómo explica el cambio de postura de Europa en relación a la crisis anterior?
-Hay cierto cambio de posición en el país central, que es Alemania. En primer lugar, hay una lectura de que la crisis es distinta y por lo tanto la receta debe ser distinta. En 2010 floreció un relato calvinista que planteaba que los problemas se debían a desmanejos fiscales de los países. Ese relato ahora no sirve, porque esto es consecuencia de la pandemia. Pero además, hay un contexto geopolítico más delicado con la disputa entre Estados Unidos y China. Hay mayores restricciones comerciales y la depresión en Europa podría generar muchos problemas en el Este. Adicionalmente, ha tenido alguna importancia el impacto del Brexit y la proliferación de movimientos de extrema derecha. Hay seguramente más consciencia de que Europa necesita dar una respuesta adecuada a esta crisis.
-Aun así, hubo fuerte debate interno y el acuerdo pudo no haber sido aprobado.
-Sí, porque hay países, como Holanda, que dependen en buena parte de sus recursos financieros y de inversión, que a su vez se valorizan por las primas de riesgo altas de los títulos de la deuda pública. Si se emite deuda continental se deteriora menos la situación de los países, con lo cual no suben tanto las primas de riesgo y hay menos oportunidad de negocios financieros. A Holanda no les gusta mancomunar la deuda y por eso a nadie le cabe duda que va a haber presiones para tratar de recomponer cuanto antes los esquemas de consolidación fiscal acelerada que llevaron a la crisis de 2010.
Diálogo social y reforma laboral
-En la Argentina, muchas veces se cita el ejemplo de España para ponderar el diálogo social. ¿Qué ventajas considera que ese consenso trae a la sociedad? ¿Implica al mismo tiempo un techo para reformas más ambiciosas en términos de derechos?
-El diálogo social es compatible con la disputa sindical. Para ello, el diálogo con empresarios y gobiernos debe estar enfocado en temas en donde sea posible llegar a mínimos comunes denominadores. Por ejemplo, si somos conscientes de que va a haber un cambio en la forma de trabajar, de que la digitalización avanza y de que es necesario ir actualizando competencias laborales, podemos consensuar el establecimiento de sistemas de formación para los trabajadores. Otro caso es el ERTE –similar al ATP que dispuso el gobierno argentino—en donde las empresas lo querían para no despedir y también lo aprobaban los trabajadores. No creo que ningún acuerdo tenga que limitar otras reivindicaciones de los trabajadores. Lo que sí veo es que los gobiernos, salvo excepciones, usan el diálogo social en determinados coyunturas políticas y que no ven a los sindicatos con un papel legítimo en ese contexto.
-¿Qué lugar tiene en la agenda de CCOO la marcha atrás en la reforma laboral sancionada por el Partido Popular?
-Para nosotros sigue siendo una prioridad. De hecho, creo que es todavía más necesaria que antes, porque la reforma se hizo para devaluar los salarios y en esta crisis hay riesgo de una caída desordenada de los salarios para los meses que vienen. Creo que hay que atacar rápidamente los capítulos de contratación y despido. Eso se puede hacer planteando una fórmula para mejorar flexibilidad interna de las empresas a cambio de que se limite la contratación temporal y las causas de despido.