Estafeta del Fin del Mundo: donde el tiempo parece haberse detenido

El Parque Nacional de Tierra del Fuego, a 3.070 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires y sobre el Canal de Beagle, en el confín austral de América, alberga una estafeta postal que es la más sureña del continente

El Parque Nacional de Tierra del Fuego, a 3.070 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires y sobre el Canal de Beagle, en el confín austral de América, alberga una estafeta postal que es la más sureña del continente, convertida en otro atractivo para los turistas que visitan Ushuaia.

Esta estafeta del Correo Argentino, último bastión celeste y blanco del servicio postal antes de la inmensidad de la Antártida, tiene la particularidad de atender en dos oficinas: una en la costa de Bahía Ensenada Zariategui y otra en Isla Redonda.

En ambas locales, la oficina de correos es visitada a diario por más de 200 personas, para llevarse como un muy preciado recuerdo el sello postal más austral del país.

Aunque no hay datos oficiales, ese promedio de visitantes estimado entre septiembre y fines de mayo puede cuadruplicarse en temporadas de cruceros, cuando el silencio y la pasividad de ese punto extremo se alteran con una multitud de turistas de todo el mundo.

Carlos Alberto Delorenzo, nacido en 1948 en el barrio porteño de Flores, es “el Cartero del fin del Mundo” desde hace más de 30 años, y junto a sus hijos Fernando y Luciano mantiene viva una tradición relegada por la tecnología, como es el romanticismo de una postal o una carta escrita a mano.

“Al principio la estafeta estaba emplazada en la Isla Redonda, porque allí paraban una gran cantidad de veleros que navegaban por el canal y desde allí enviaban correspondencia a sus familiares, pero después nos instalamos aquí en la bahía Ensenada Zaratiegui”, dijo Delorenzo.

La estafeta mantiene las sedes en la isla, donde comparte territorio con Prefectura Naval, y en la costa, con una construcción de chapa metálica sobre el muelle, con el tradicional buzón rojo que domina su acceso.

Dentro de la Estafeta, a 18 kilómetros de Ushuaia, el tiempo parece haberse detenido: las estampillas son el denominador común y hay fotos de múltiples e ignotos turistas de diversas latitudes.

A quienes llegan en buses desde Ushuaia, Luciano y Fernando ofrecen la opción de ir en bote hasta la Isla Redonda y realizar una caminata por parte de sus 50 hectáreas rodeadas por las aguas del Pacífico.

El paseo se hace de cara a los picos nevados chilenos, con un marco de bosques de lengas, nubes que parecen de mármol y el espejo azabache en el que se convierte el canal de Beagle cuando no lo azota el gélido viento sur.

Los hijos de Delorenzo tienen su domicilio en Isla Redonda y son los únicos habitantes oficiales del lugar, aunque con las primeras nevadas Carlos “se va a Merlo, en San Luis, hasta septiembre u octubre”, contó su hijo Fernando.

“Trabajaremos aquí hasta después de Semana Santa, porque para este jueves ya está pronosticada la primera tormenta de nieve y este lugar, que está bajo la sombra de la montaña, es el primero en acumular nieve y el último en el que se derrite”, por lo que ya no llegarán turistas hasta la ensenada, añadió.

Algunos visitantes llegan a la oficina de correos por curiosidad, otros para mandar algunas postales con el sello del fin del mundo, y muchos para estampar en el pasaporte que estuvieron en uno de los puntos más remotos del planeta.

Para aumentar la singularidad del lugar, Delorenzo creó su propio país imaginario, al que bautizó como “República Independiente de Redonda”, y diseñó también un sello conmemorativo y un pasaporte, que entrega firmado a los turistas, como otro simpático recuerdo de la Estafeta del Fin del Mundo.

Fuente: El Patagónico