Familia solidaria: cocinan en el balcón de su casa y reparten comida para todos sus vecinos

Viven desde hace 10 años en una unidad transitoria de un complejo habitacional en Nueva Pompeya. Cuando inició la pandemia, se encontraron con que la mayoría de sus vecinos no podían salir a trabajar.

Viven desde hace 10 años en una unidad transitoria de un complejo habitacional en Nueva Pompeya. Cuando inició la pandemia, se encontraron con que la mayoría de sus vecinos no podían salir a trabajar.

El mismo día en que se decretó el aislamiento social, preventivo y obligatorio, Teresa Garcete reunió a su familia y les planteó que tenían que hacer algo para ayudar a sus vecinos del complejo habitacional en el que viven en Nueva Pompeya, en la Ciudad de Buenos Aires. Los 10 años de vivir allí la habían hecho conocedora de la situación de cada uno de los residentes y que la gran mayoría se sostenía por las changas, que en ese momento se cortaron por completo.

Junto a su marido, su hija mayor Gisela y su yerno instalaron una olla comunitaria que pronto se transformó en un comedor y merendero, que llamaron “Rinconcito de amor”, comenzaron a dar de comer de lunes a viernes a las 25 familias del complejo. Pese a las bajas temperaturas cocinan en un balcón con un mechero para acercar un plato de comida a sus vecinos.

“Empezamos a hacer una olla popular para poder llevar a las distintas familias que están sin ningún recurso. En el complejo viven 25 familias, 106 personas en total, y por ahora llegamos a 80 personas. Empezamos a hacerlo porque acá todos se quedaron sin trabajo.También hay adultos mayores que con la jubilación mínima no les alcanza y mamás solteras con muchos chiquitos que al no ir a la escuela no comen”, contó Teresa a minutouno.com.

Antes de que iniciara la pandemia, la mujer dedicaba sus días a cuidar de sus dos hijos menores – Catriel, de 19 años, y Jessi, de 22 y quien sufre una discapacidad- y a sus cinco nietas, hijas de Gisela. Su marido es gastronómico pero sufrió un accidente de tránsito y hace un año que no trabaja. Ambos pusieron un pequeño kiosco en su casa para sobrellevar la crisis.

La familia llegó al barrio porteño de Nueva Pompeya en 2010. Vivían en la villa 21-24 y fueron trasladados por el gobierno de la Ciudad a partir de un amparo judicial que presentaron por la enfermedad de su hija. La vivienda sería de carácter transitorio, en tanto se terminaban de construir unas viviendas en el barrio de Soldati, pero nunca los relocalizados. “Nos dieron este espacio, se suponía que viviríamos de tres a seis meses pero el tiempo pasó y seguimos acá”, explicó Teresa.

Según contó, «si bien las unidades las unidades funcionales son lindas y espaciosas» tienen problemas de infraestructura. “Mi casa tiene las paredes rajadas. Estamos sobre la Avenida Perito Moreno y donde pasan camiones muy pesados.y entonces las paredes se van rajando. Tememos que en algún momento se caiga”, aseguró.

A pesar la preocupante situación edilicia y la escasez de recursos la familia logró sostener el comedor. Durante estos 6 meses de aislamiento recibieron bolsones de alimentos de la comuna 4, a la que pertenecen y a través de donaciones para sostener la olla. Para el próximo domingo, en que se festeja el día del niño, están haciendo una colecta de juguetes para los 60 niños de 0 a 12 años que viven allí. «Queremos que les llegue a cada uno aunque sea una bolsita de caramelos».

Atravesados por el covid
Desde que comenzaron con la tarea el comedor fue cerrado sólo 10 días. El motivo fue que todos los integrantes de la familia se contagiaron de Covid 19. En junio, dos de sus vecinos habían sido diagnosticados con el virus.Teresa y su hija decidieron hacerse un test debido a la exposición que tenían. Ambas dieron positivo. Mientras que Gisela y el resto de la familia -que también se contagió- fueron aislados en un hotel, Teresa estuvo internada 10 días en el hospital Tornú.

“No tuve síntomas hasta un día después de que me testearon. La pasé feísimo. Todavía estoy en rehabilitación. Perdí toda la masa muscular de mi pierna. Todavía me cuesta un poquito caminar y estoy en tratamiento”, contó Teresa.

Una vez cumplido el aislamiento correspondiente, “Rinconcito de amor” reabrió y continúo su labor diaria. Teresa expresa su felicidad porque la semana pasada pudieron anotarlo en el registro de comedores y merenderos de la Nación: ”Estamos muy contentos por haber podido oficializar el comedor”. Además, agradeció que les cedieron un espacio en el primer piso del complejo para instalarse, que esperan sea acondicionado en los próximos días. Para poder llegar a más personas. “La situación acá es muy precaria. Hay mucha gente con muchísima vulnerabilidad, mamás sola con 6 o 7 chicos y personas mayores que no pueden esperar. Desde nuestro pequeño espacio buscamos que sus vidas sean un poquito mejores.”

Para colaborar con el comedor y merendero «Rinconcito de Amor» comunicarse al tel 115388-7949 o al mail comedorrinconcitodeamorœgmail.com. Para donaciones el CBU es: 2850759240095226061098

Fuente: Minuto Uno