Fuerte influencia argentina en la reunión de la CELAC en La Habana

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Malvinas en el documento final, la defensa de las reestructuraciones de deuda y el alerta sobre los movimientos especulativos contra países emergentes, manifiestan resultados políticos positivos para el país.

La Habana.- La II Cumbre de la Celac concentró en La Habana, Cuba, a representantes de 33 países de América Latina y el Caribe, en un encuentro que demostró la unidad en la diversidad y la densidad política y económica de la región, y que en particular para la Argentina evidenció la creciente influencia de su política en el ámbito regional.

La presencia de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en La Habana días antes del inicio oficial de la cumbre, lejos de evidenciar una ausencia de agenda le significó el haber podido almorzar con el líder cubano Fidel Castro y mantener reuniones bilaterales con sus pares de Brasil, Dilma Rousseff; de Uruguay, José «Pepe» Mujica; Venezuela, Nicolás Maduro; y México, Enrique Peña Nieto.

La Argentina se trajo de Cuba, además, un firme planteo de los países de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños para que el Reino Unido cese en su política colonial en las Islas Malvinas -con derivaciones en varios puntos del documento final-; la defensa de las reestructuraciones de deuda; y el alerta sobre los movimientos especulativos contra países emergentes.

Al hablar el martes ante el plenario de la Cumbre, la presidenta llamó a «construir una agenda en la cual todos los integrantes tengamos igualdad de condiciones en la toma de decisiones, como sucedió en la Unasur». Además, advirtió que «la integración no debe ser solo un problema de agenda sino una política de Estado de los países», al tiempo que remarcó que «para eliminar la desigualdad se deben generar puestos de trabajo» y llamó a «no permitir que nuestras exportaciones se sigan reprimarizando».

Importantes reuniones bilaterales

En el caso de las bilaterales, se reafirmó la relación especial de Cristina con Dilma, sentó a Mujica a una mesa amplia -que incluya los temas que le interesan a Uruguay, pero también a la Argentina, luego de decisiones inconsultas del país vecino-, y restableció lazos con México, a partir de la asunción del nuevo presidente que busca recuperar la política exterior del PRI.

Con Venezuela y Cuba la conversación estuvo concentrada en la marcha de la integración regional, con la visión estratégica de Fidel Castro -y el particular afecto que Cristina le tiene- y las definiciones políticas en la Unasur, ante la necesidad de nombrar un nuevo secretario general que revitalice el proceso que se desaceleró por el peso propio que tuvieron Hugo Chávez y Néstor Kirchner. Se trató del primer viaje al exterior de Cristina luego de la operación, y el balance no puede ser otro que muy positivo, pero se hace necesaria la creación de una coordinación más ágil que los aviones presidenciales surcando los cielos americanos.

Quizá la propuesta de crear un área de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños en cada país ayude a no tener que discutir todo el tiempo, pero también es un dato de la realidad efectiva que desde la creación de la Celac la Argentina abrió nuevas embajadas en El Caribe, hecho que repercutió en más apoyo por la causa Malvinas y mayor conocimiento mutuo de las realidades locales.

Por otra parte, la demostración de que América Latina apuesta a ser autónoma de Estados Unidos, quedó demostrada en la inauguración de la brasileña Rousseff y el cubano Raúl Castro de la terminal de contenedores en la zona especial de El Mariel, con el doble de capacidad del puerto de La Habana, el triple de calado para los llamados barcos post Panamax, acceso ferroviario y gestión de una firma con sede en Singapur.

La zona especial, a cincuenta kilómetros de La Habana, es el lugar que eligió Cuba para que se instalen las nuevas industrias, y la Celac, la herramienta simbólica para que la apertura no sea un salto de la revolución al consumismo -como pretenden quienes están al acecho- sino hacia América Latina y el Caribe.

El tiempo, algo que tal como le explicó Raúl Castro al chileno Sebastián Piñera los cubanos conocen muy bien, dirá si el modelo económico que ya empieza a verse en las calles se condice con las pintadas en La Habana, que repiten la consigna «los cambios en Cuba son más Cuba, son más socialismo».

Fuente: La Mañana de Córdoba - Télam